Eurípides Romero el compositor de la alegría

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Los artistas tenemos algo único que aportar a la sociedad. Tiene que ver con intereses espirituales y morales, cosas no materiales, que ni el mejor de los Estados puede dar”.
César Portillo de la Luz.
(La Habana, Cuba 1922).

Eurípides Romero nació el 15 de febrero de 1923, en la calle Santa Teresita del sector Veritas de Maracaibo. Siempre ha vivido en esa zona veritera (veritas en latín significa “verdad”, in vino veritas, el vino de la verdad) la cuna de grandes gaiteros.

Es considerado el compositor más alegre de la gaita, sus piezas transmiten la máxima alegría de pascua, la fiesta del corazón plasmada en cada verso, en cada compás del 6/8 gaitero.

Los temas euripideños, los más celebrados de su cosecha son:
“Vieja y famosa”, “Tiempo gaitero”, “Devoción gaitera”, “La vivarachera”, “La cantarina”, “La parrandera”, “La sandunguera”, “Madre adorada”; gaitas éstas impuestas por Ricardo Aguirre en la década de los sesenta. En total, Aguirre le grabó 7 gaitas.

También compuso “El negrito fullero”, grabada por el actor Daniel Alvarado con Los Cardenales del Éxito en 1971, una referencia nacional en las parrandas; así como, “Fiesta decembrina” grabada por Danelo Badell con Los Cardenales del Éxito en 1978, y después muchas veces versionada, hasta en tiempo de vallenato.

Como gaitero de otrora, no vivió de su arte musical, pues en esos tiempos no se cobraba por gaitear. Él vivió de su trabajo como sastre y luego como conductor de “carrito por-puesto” en la línea Veritas. La gente lo veía pasar en su viejo automóvil Ford, donde trasladaba a los pasajeros por esa ruta maracaibera, mientras cantaba con su tono abaritonado y su genuino voceo maracucho.

Fue uno de los amigos más cercanos de Ricardo Aguirre “El Monumental”, eran vecinos, de un gran parecido físico y, a la postre, uno de sus más exitosos compositores. Hicieron una gran dupla artística.

Al momento de la muerte de Ricardo, el 8 de noviembre de 1969, el Monumental Aguirre tenia solo 30 años de edad. El poeta Eurípides Romero tenía 46 años de edad, y era su compositor más cercano, su cofrade.

Siempre ha tenido un gran afecto por el sonido del acordeón, instrumento que llegó a sus manos proveniente de la Costa Atlántica colombiana y que ejecutaba con solvencia y pasión. Él es el único gaitero que parrandeaba con el acordeón, más que con el cuatro. Así lo pude ver por las barriadas maracaiberas al lado de Miguel Ordoñez, y de Marline, serenateando a las ninfas parroquianas en largas tandas nocturnas y que se hacían diurnas.

Siempre vivió en su patio natal, Veritas, diagonal a los tradicionales Cepillaos de Jesús Ríos, en su humilde casa de tejas, barro y mampostería. Allí lo visité junto a “El Primacho” Arrieta y Gilberto Rincón.En su casa se respira soledad, olor a mentol, a estrechez. En sus ojos se apagó la luz, y su alegría ahora sólo vive en su obra musical.
Padecía problemas prostáticos, un enfisema pulmonar y estaba casi ciego.

Eurípides murió a los 89 años de edad, padecía de múltiples achaques propios de su avanzada edad. Recibió pocos homenajes fúnebres, se marchó en silencio.

Eurípides merecía un justo reconocimiento, él ameritaba un homenaje solemne de su pueblo y las autoridades de turno, ya que Eurípides es y será una autoridad eterna de nuestra gaita, un artista genuino.

Que suenen sus gaitas, porque en ellas aún vive su alegría, su espiritu luminoso, su estirpe de cantor de pueblo.

León Magno Montiel
@leonmagnom

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