Gracias en nombre de la cultura

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En muchos momentos históricos la cultura ha estado desvalida, indefensa, sin apoyos. Han sido períodos oscuros para la humanidad: las guerras, epidemias, golpes de estado, revueltas políticas o sociales, desastres naturales. Se registraron ciclos en la historia donde prevaleció el caos, los escombros, donde se destruyeron o borraron los símbolos y se anuló la cultura. Sin embargo, la producción cultural ha salido fortalecida de las crisis que ha afrontado, se ha revitalizado después de vivir esos momentos aciagos. Algunos semiólogos y críticos de arte afirman: “los artistas producen mejores obras desde el dolor, la escasez o la crisis”. Desde el confort no nace buen arte.

Sobre el hecho cultural el maestro nacido en Alessandría, 1932, Umberto Eco afirma: “La cultura es lo que queda cuando todo lo demás se ha olvidado”. Es lo que persiste, es el mejor legado del hombre sobre la tierra: los sistemas políticos pasan, se olvidan, son borrados o superados. Pero la cultura queda incólume, persevera, indica el paso del hombre por la historia.

Son más que claros los ejemplos del gran legado artístico-cultural en Egipto, Grecia, Roma, México, Perú. Durante el renacimiento, el siglo de oro, el boom latinoamericano de literatura. El arte se hace clásico, se convierte en huellas dactilares de cada civilización, en rasgos de identidad que nos dicen cómo fuimos, cómo nos proyectamos hacia un futuro posible. André Malraux, el gran escritor y ministro de cultura de Francia concluyó: “El arte son las formas que vencieron la muerte”.

Debo agradecer en estos 31 años de carrera comunicacional, el apoyo recibido de grandes maestros de la cultura, del saber y el arte, ellos son o fueron: José Ignacio Cabrujas (el maestro de la crónica en Venezuela), Rafael Valladares (mi profesor y padrino), Tomás Eloy Martínez (genio del periodismo), Carmelo Vilda sj (jesuita crítico de cine y arte), Alí Primera (el panita cantor), Javier Duplá sj (exrector del Colegio Gonzaga), Luis Hómez (valiente líder zuliano), Miguel Ángel Campos (escritor y educador), Edward Domanski (mi director en la coral SCZ, músico polaco), Miguel Matos sj (sacerdote y cantor ignaciano), Francisco Javier Arias Cárdenas (político de avanzada, el mejor gobernador), Rafael Rincón González (el más grande de los compositores zulianos), Hugo Figueroa Brett (poeta y mecenas de pintores), Antonio Pérez-Esclarín (filósofo, educador y escritor), Luis Arconada Merinos (sabio decano de artes de la UNICA, organista), Blas Perozo Naveda (poeta y catedrático de las letras), Tito Balza Santaella (maestro del idioma español) y Antonio Franco (catedrático de morfosintaxis, guía).

Muy especialmente, debo mi gratitud a la Fundación Trade Quip, el brazo cultural del consorcio homónimo fundado en 1988 por Roberto Enrique Rincón Fernández, un valioso emprendedor zuliano nacido el 20 de agosto de 1960. Él, en homenaje a su padre Hectilo Alí Rincón Rincón, creó la fundación de carácter filantrópico para apoyar las manifestaciones culturales, las buenas obras en educación y en el arte de la región.

Hasta el momento, la Fundación Trade Quip ha editado varios libros, algunos de la autoría del profesor Víctor Hugo Márquez, referidos a la Virgen Chiquinquirá y su presencia en el mundo. Otros textos sobre el folclor zuliano, la gaita perijanera y la comunal. Ha patrocinado filmes relevantes, como “Diario de Bucaramanga” (2013) del joven cineasta venezolano Carlos Fung, cinta multipremiada en varios festivales internacionales, protagonizada por Simón Pestana y Albi de Abreu. Esta fundación también ha realizado foros sobre la gaita y la música latinoamericana, ha patrocinado importantes antologías musicales, todas dirigidas por el licenciado en música y destacado pianista Germán Ávila hijo.

El 15 de mayo de 2015 apareció mi libro “La gaita en crónicas” con el aval de nuestra alma mater: La Universidad del Zulia, en sus 124 años de fundada. El tomo fue promovido a través del Vice Rectorado Académico, la Doctora Judith Aular de Durán, y fue presentado a los medios con un emotivo acto realizado en la catedral de la cultura zuliana: el Teatro Baralt en sus 132 años de fundado. La velada contó con la presencia del Secretario de Cultura del Estado Zulia, el sociólogo Giovanny Villalobos, quien expresó palabras de alta valoración hacia la obra editada, y de profunda amistad hacia su autor. Se logró una sinergia perfecta: el aporte científico de LUZ y el apoyo financiero de la Fundación Trade Quip para editar las crónicas gaiteras. El resultado es un volumen de 278 páginas, todas dedicadas a este sentir, a este movimiento nacional: la gaita; forma musical declarada por la Asamblea Nacional “Patrimonio cultura de la nación”. El libro está ilustrado con una imponente fotografía: “Atardecer en La Calle Carabobo” del maestro Luis Pire. A lo largo de sus seis capítulos, se aborda el origen y evolución de la gaita, sus principales intérpretes, los compositores, cantautores y los instrumentistas. Es una obra única y esencial para todos los que aman la gaita, y para los que siguen este género folclórico en Venezuela.

Ahora viene una segunda etapa, presentar el libro en todas las ciudades del país, realizar las conferencias multimedia, conversatorios, foros y cantatas. Vamos a visitar algunas capitales latinoamericanas, las que ya nos han extendido su cordial invitación: Buenos Aires, Ciudad de Panamá, Bogotá y La Asunción.

Este esfuerzo investigativo y editorial, ha sido posible gracias a la generosidad de mucha gente, a su solidaria colaboración, en especial de los directivos de la Fundación Trade Quip, conformada por los amigos: Roberto Rincón Fernández y Humberto Bravo. Esta fundación de carácter altruista, tiene un estrecho vínculo con la Fundación Beltway, dirigida por José Roberto Rincón, la que actualmente funciona en diez naciones entre América y Europa, con un importante despliegue de actividades en el ámbito artístico y social. Recién lanzaron el álbum “Venezuela Suena” con temas que le cantan a la grandeza venezolana, en las voces de cantores icónicos: Ilan Chester, Rafael Pollo Brito, Oscar D’ León, el dueto San Luis, Jorge Luis Chacín, entre otras figuras relevantes.

Ahora tenemos otra herramienta para sembrar nuestra cultura zuliana, para promoverla, es este libro “La gaita en crónicas”, obra avalada por el Consejo de Publicaciones de LUZ dirigido por el profesor Ángel Madriz (CPLUZ). Pronto estará en las aulas de clase, en las bibliotecas, en los hogares de Venezuela para enseñar cómo se conformó este folclor que llamamos gaita, y cómo llegó a todos los rincones de Venezuela; es el resultado de entrecruzamientos infinitos, de los aportes de la cultura ibérica, africana y la nativa; de allí su gran riqueza lírica y musical.

Espero vengan muchas ediciones en el futuro y la Fundación Trade Quip siga apoyando a nuestros cultores, hacedores de arte, con la generosidad y el entusiasmo que hasta ahora han demostrado. Con un hombre al frente de la fundación como su presidente Roberto Enrique Rincón Fernández, quien ha demostrado amor a su tierra, y orgullo por el arte que produce. Esa gestión de protección y preservación cultural está garantizada.

Estamos cumpliendo con el mandato que nos dejó el maestro del periodismo Francisco Kotepa Delgado (Lara, 1907-1998) quien a través de  su cálamo iluminado nos enseñó: “Escribe que algo queda”. El duaqueño soñador, destacó la permanencia del mensaje escrito a través del tiempo, su trascendencia.

Carlos Fuentes en sus reflexiones sobre la comunicación, concluyó: “El periodismo permite revelar lo que afecta la vida de terceras personas”. En mi carrera he tratado de revelar lo que como nación nos toca en positivo, lo que nos motiva para conformar una identidad, eso es lo que está plasmado en estas crónicas gaiteras.

Esta es la dedicatoria de mi libro:

“A mi padre Luis Nemesio Montiel, quien me enseñó lo que es la gaita. A la memoria de mi hermano Leandro Lenin Montiel, con quien hice el recorrido por estos espacios y fuentes musicales. A Marisela Árraga, mi novia desde los tiempos del Colegio Gonzaga y esposa desde las primeras andanzas universitarias. A nuestros hijos: Nairuma Virginia, León Magno Jacob y Neimarú Alejandra. Y los hijos de nuestros hijos: Virginia, Carlo Magno, Paola, Marco y Alejandro Mathías; quienes son nuestro universo afectivo”.

La historia reconocerá la inconmensurable gestión cultural que han realizado mis maestros, mis compañeros de luchas y amigos entrañables; estaré agradecido siempre por sus aportaciones, sus observaciones y el oportuno acompañamiento durante estas tres décadas de labor intelectual.

Twitter & Instagram: @leonmagnom

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