Ingrid @I_Alexandrescu, gaitera con estirpe europea. Por: @leonmagnom

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“Usted formó mi corazón para la libertad,
para la justicia, para lo grande, para lo hermoso.
Yo he seguido el sendero que usted me señaló”
Simón Bolívar (carta a su maestro Simón Rodríguez)

A principio del siglo XX los alemanes arribaron a los puertos más importantes del Caribe. Se  establecieron en estas tierras y comenzaron a comerciar, a exportar productos para Europa.

Esa ambición los hizo desembarcar en el puerto de Maracaibo, lugar estratégico, zona de confluencia.  Desde aquí incentivaron el tráfago de mercancías durante las tres primeras décadas de ese siglo veinte. Los teutones provenían de grandes centros urbanos: Lubeck, Hamburgo y Bremmen. Establecieron sus casas en la avenida El Milagro y en Los Haticos, desde allí comerciaban el café que llegaba de los valles andinos y del norte de Santander. Establecieron la compañía Breuer Moller, la Casa Blohm para motorizar sus prósperas operaciones. De esas feraces regiones alrededor de la cuenca del lago, proveían los quintales del mágico y aromático grano, que conquistaría con su sabor toda Europa. En la subregión de La Cañada de Urdaneta dejaron honda huella genética, sus pobladores con apellidos tradicionales: Atencio, Rincón, Fernández, Urdaneta, tienen ojos grises y cabellos castaños. Con la victoria de los aliados en la segunda guerra mundial, en 1945, los alemanes levantaron sus campamentos y regresaron a su tierra teutona, con su gente de raza aria y se nuclearon en sus principales capitales.

Ingrid Alexandrescu es una cantante gaitera  que tiene raigambre rumana-alemana. Posee una gran estatura, sus ojos son grises, cabello pardo y con  innata capacidad para aprender idiomas. Nació el 5 de diciembre de 1953  en el sector La Pomona de Maracaibo. Desde muy niña sintió amor por la gaita, la cantaba, la escuchaba con devoción en sus reuniones familiares. En las fiestas con sus amigos colocaban los LP de las agrupaciones que reverenciaban: Cardenales del Éxito, Saladillo, Grupo Guaco, Santanita.  Era un ritual que se repetía semana tras semana.

Cuando tenía 17 años de edad, asistió junto a su padre Paúl Alexandrescu a un ensayo del conjunto Rincón Morales. Allí le realizaron una prueba vocal, interpretó dos gaitas clásicas y de inmediato “El Negro” Rincón, director y propietario de la divisa, le pidió se integrara a las filas del conjunto en condición de corista y más tarde como solista. El Coloso de Cantares, a mediados de la década de los 70, ya era un referente nacional, había sonado en la radio venezolana con los éxitos de Francisco “Machorro” Morales, Luis Ferrer y Enrique Gotera desde 1958. Podríamos afirmar que Ingrid fue heredera del aporte de Raiza Portillo, la recia cantora, emblema del conjunto Rincón Morales. Aunque con un estilo diferente, propio. Luego Ingrid pasó a una agrupación novel llamada Grupo Nuevo y en 1980 conformó junto a los hermanos Ocando, la divisa Élite Gaitera, donde desarrolló su extraordinaria carrera como solista, grabando temas que son piezas inmortales como “Así es la vida”, “Dos cunas”, “Te amaré”, “Quédate”, “La gaita que llevo dentro”, “Nuestro edén”, “Nuestros cantares”. En Élite Gaitera tuvo como compañeros a los pioneros Leonardo Arrieta, José Isea, Juan Carlos Newman, Fernando Valladares, Gerardo Faría, entre otros.

Ingrid Alexandrescu interpreta “Nuestros cantares” con Élite Gaitera
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La cantora sagitariana Ingrid Crista Alexandrescu Müller estudió primaria en la escuela “San Francisco Javier”, donde conoció a maestras que estimularon su vocación musical. Cursó la secundaria en el liceo “Jesús Enrique Lossada”. Entró a la Universidad del Zulia para cursar la carrera de Idiomas Modernos y se graduó con honores en 1977. Es una auténtica políglota, habla con solvencia inglés, francés, alemán e italiano. Esa capacidad para comprender lenguas foráneas la heredó de su madre Cristina Müller.

En paralelo a su carrera musical con Élite Gaitera, donde era la figura principal, contrajo matrimonio con Oscar Ocando, directivo de esa agrupación, hermano de Juan Carlos, Eber y Asnaldo. De esa unión nacieron Gabriel Alexander y Karen Viviana Ocando Alexandrescu. Cuando Ingrid estaba a punto de dar a luz a su hija en 1988, grabó el tema de Ricardo Portillo “Nació el amor”, que se convirtió en un clásico, himno de las mujeres embarazadas:

“Hoy resplandece más mi propia vida
el mágico y hermoso amanecer
nació el amor, la fe, la luz divina:
auténtico y entrañable querer”
(Portillo, 1988)

La voz de Ingrid Alexandrescu tiene tesitura de soprano, con mucha potencia, de una afinación casi matemática, con una gran fuerza y garbo en el escenario.  Cuando la gente le escucha cantar:

“Así es la vida que más da
hay que vivir
no sucumbir ni un momento
ante cualquier realidad
buscando a tu modo
un mundo mejor
la paz, la felicidad: lograrlo todo”
(Molina-Atencio, 1980)

…De inmediato se identifica con un sentimiento colectivo, una pasión común, generada por la voz de la mujer espigada, con tez caucásica, que posee un inmenso corazón marabino:

“Mi gaita tiene dos cunas
Saladillo y Empedrao
además Dios le ha otorgado
dos madres que son bondad
Lucía y Chiquinquirá
que la llevan de la mano”
(Borjas, 1987)

En 1990, Ingrid Alexandrescu interpretó “La gaita que llevo dentro” de la autoría de Humberto “Mamaota” Rodríguez para el Festival “Una Gaita para el Zulia”. Esa edición del festival dirigido musicalmente por Miguel Delgado Estévez se realizó en la Plaza de Toros de Maracaibo con transmisión para todo el país a través del canal Televén. Tuve  el honor de ser el animador junto a Jesús Terán “Chavín”, y esa noche presenciamos cómo  Élite Gaitera y su figura icónica,  terminaban con  una destacada participación en el evento de cobertura nacional:

“La gaita que llevo dentro
la que me hace trasnochar
cómo no la voy a amar
si ella es todo lo que siento
ella pregona en sus versos
todo lo que hay que expresar”
(Rodríguez, 1990)

En la actualidad, la profesora Alexandrescu Müller de Ocando está jubilada, luego de prestar su servicio en las aulas por 29 años como profesora de la cátedra de inglés. Eso le permitió ser miembro directivo de Fundagraez, la Fundación para la Academia de la Gaita “Ricardo Aguirre” del Estado Zulia. Allí cumplió un rol importante en la organización de los instructores que atendían las escuelas de la región. Esa labor unió sus dos pasiones: la docencia y la gaita, y la ejerció desde el año 2003 hasta el 2012.

La hija del rumano Paúl en la alemana Cristina Müller, es una de las cantantes de gaita más admirada en Venezuela, ella genera mucha emoción con su voz, con su maestría al interpretar.

En la actualidad colabora esporádicamente con las producciones de Los Chiquinquireños, agrupación gaitera conformada por los mejores del género, que se reúnen cada año para ofrendar a la Virgen Chiquinquirá. Ha grabado los temas “Alguien en tu templo” de Carlos Luis González, “La cabecera” gaita del maestro cronista Humberto “Mamaota” Rodríguez y del poeta  Carlos Luis González, que vocalizó junto a su apreciada amiga Gladys Vera, sempiterna reina:

“Siento por vos una cosa rara que me domina
y aunque lo quiera explicar
no puedo pues me sucede:
que hay una luz que todos mis sueños los ilumina
y al despertar busco tu aroma entre las paredes”
(Rodríguez-González, 2003)

Según el cantor e investigador Ildefonso Finol: “La gaita es nuestro lenguaje almático; a través de ella ponemos todos los sentidos en función de un mensaje placentero al cuerpo y al espíritu. Por eso debemos proteger a esta criatura sagrada como a la existencia misma. Sin ella ya no seríamos pueblo” (Finol, 2011).  Ingrid está alineada con ese concepto y proclama: “La gaita es la voz del pueblo, por ello la respeto y amo tanto”. Ella demostró que puede cantar la gaita tradicional, que entiende su métrica, su tiempo, pero su nivel estético más elevado lo alcanzó con gaitas que tienen melodías vanguardistas y letras más cercana a la lírica creacionista. Como en la hermosa obra musical “La creación” letra de Heriberto Molina con música de Renato Aguirre:

“Porque el amplio firmamento
deja fugar las estrellas
y las almas dejan huellas
que no las borra ni el tiempo.
Porque el mayor sentimiento
que ha existido es el amor
y porque una bella flor
se marchita con el tiempo”
(Molina-Aguirre, 1997)

Como buena descendiente de alemana, es una mujer obsesiva con la puntualidad, la disciplina, la pulcritud, de metas muy concretas y alcanzables. Ella acompaña en todo a sus hijos, madre solidaria, siempre presente. Es una dama que respeta a todos los colegas que se han erigido como iconos del género gaitero. Ingrid Alexandrescu está en el imaginario colectivo como una reina de la gaita, una voz impecable, que con rostro alemán nos transporta a lo más sublime del sentimiento nostálgico, que es el corazón palpitante de toda gaita.

Ingrid Crista Alexandrescu Müller de Ocando,  mujer que conjuga la sangre europea con el sentir más zuliano, es en esencia una maestra, una formadora de hombres y mujeres para la vida y para el canto.  Ella ha sabido señalar el camino de la excelencia.

Sería justo bendecir el barco de insignia alemana donde llegaron a este puerto Paul, Cristina y los pioneros alemanes que le precedieron, dejando atrás los estragos de la guerra y sembrando de prodigios esta bahía de relámpagos silentes.

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