La caída del gigante amarillo Kodak

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Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado”
Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004)

“Usted apriete el botón y nosotros hacemos el resto”. Ese fue el eslogan que utilizó George Eastman en 1889 cuando lanzó al mercado el primer carrete de 24 fotografías con la marca Kodak.  El ingenioso empresario provenía de una familia humilde, con su alta intuición y empuje se hizo un líder industrial, construyó un emporio de películas y cámaras fotográficas, al que llamó Eastman Kodak Company. Él patentó el rollo de película, la máquina captadora y fue el proveedor líder de la incipiente industria del cine hollywoodense en los albores del  siglo XX.

Comenzando la década de los años veinte, Eastman declaró en una conferencia de prensa: “Pretendo hacer de la cámara un lápiz, hacerla parte de nuestra cotidianidad”. Destacaba las ventajas de esta ante el primitivo daguerrotipo que no aceptaba copias. La fotografía en cambio, gracias a su negativo, tenía infinitas posibilidades.

Kodak se convirtió en “el gigante amarillo” en esa área tecnológica, llamada así por su distintivo color áureo: se hizo una marca líder en el mundo, un icono planetario. Estuvo presente hasta en el primer alunizaje el 20 de julio de 1969, en las manos de Neil Armstrong, viajó en los bolsos de los reporteros y asistió a las guerras mundiales, eventos deportivos y actos artísticos de gran envergadura. En todos los rincones del planeta se conseguía un equipo Kodak. En el año 2011 su planta principal tenía un total de 25.000 empleados y acumulaba 131 años de experiencia y trayectoria empresarial, con un gran aval.

En 1935 el gigante amarillo estremeció el mundo de la fotografía con el lanzamiento de la película a color Kodachrome, y aunque los fotógrafos más tradicionales y clasicistas se resistieron a usarla, en poco tiempo fue líder en las ventas de películas fotográficas, presente en exposiciones, utilizada en múltiples usos. La revista National Geographic le dio un gran impulso con sus coberturas, se recuerda especialmente la celebérrima portada donde mostraba el rostro de “La niña afgana Sharbat Gula” en 1984 con sus imponentes ojos verdes. Así como la coronación de la Reina Isabel II en 1953, con todas sus galas.

George Eastman fue un genio creador, vivió 77 años intensos. Murió inválido y deprimido en la mansión que construyó entre 1902 y 1905. Ahora está convertida en un importante museo perteneciente a la prestigiosa Universidad de Rochester, al norte del estado de Nueva York. Cuando él presintió que su final estaba cerca, con mucho dolor y sufrimiento acumulado, dejó a su familia una nota de suicida: “A mis amigos: mi trabajo está hecho, por qué esperar más?”. Se disparó al corazón el 14 de marzo de 1932 en su residencia, en Rochester, urbe conocida como “La ciudad de las flores”. Había acumulado una fortuna de 95 millones de dólares y el reconocimiento mundial como pionero de la tecnología fotográfica.

En los meses finales del año 2011 hubo revuelo en el mundo de las finanzas, en el universo mediático y de los negocios en general, con el anuncio de la quiebra del gigante de la fotografía, Kodak. La noticia inesperada, aunada  a la amenaza de acogerse a la ley de bancarrota de los Estados Unidos, estuvo también, acompañada de despidos, venta de acciones, reducción de costos, eliminación de líneas de producción. Una de las medidas más severas fue el anuncio del cese de producción de cámaras digitales, sobre  todo porque estamos viviendo la era de “La sociedad de la información”, de los nativos digitales, con dispositivos gadgets por doquier, manipulados con destreza hasta por los niños.

¿Tendríamos que aceptar que los teléfonos inteligentes o smartphons desplazaron a las cámaras digitales poco sofisticadas, de pocos píxeles? El mercado de mini cámaras lo dominan los japoneses. Cabe preguntarse ¿supo adaptarse Kodak a los nuevos paradigmas de la fotografía digital?. Ese mercado siempre se lo disputaron diez grandes consorcios: Sony, Fujifilm, Canon, Nikon, Samsung, Panasonic, Casio, HP, Olympus y Kodak. Como ven, casi todos japoneses. En la actualidad, el dominio del mercado ha quedado en manos de tres grandes empresas niponas: Sony, Nikon y Canon, estas tienen el 80% de participación. La agónica Kodak sale de este inmenso mercado digital a pesar de ser la pionera. En 1975 creó la primera cámara digital, su inventor fue el ingenio neoyorquino Steve Sasson, la máquina tardaba 23 segundos en captar la imagen en blanco y negro. Hemos de recordar que la cámara pionera del francés Claude Félix Niepce, en 1816, tardó ocho horas en captar la imagen desde su ventana.

Una de las acciones que revelaría ante el gran público una señal inequívoca de la crisis financiera de Kodak, fue quitarle el nombre al hermoso Teatro en Hollywood, en Los Ángeles, el mismo donde se transmite la ceremonia de entrega del Premio Oscar desde hacía una década. Cuando se inauguró ese teatro con capacidad para 3.400 personas, la empresa Estman Kodak Co, se comprometió a pagar la cantidad de 74 millones de dólares por tener su nombre en su frontispicio, en un período de 20 años. Ese compromiso se anuló por parte de los herederos de Estman. La empresa propietaria del majestuoso anfiteatro, CIM Group L.A. Presionó infructuosamente para que Kodak pagara los 3.600.000,00  dólares correspondientes al patrocinio de 2012. Ahora el lujoso anfiteatro llevará el nombre “Teatro Dolby” por los próximos 20 años.

Anunciaron que se acogieron al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos. En 2012 se ahorraron 100 millones de dólares. En septiembre de 2013 logró salir de la bancarrota para dedicarse a la impresión comercial, por lo que no vendería nada a los consumidores finales. Kodak, por ahora, ha paleado la crisis financiera que se tornaba un mal terminal y han solicitado nuevos préstamos a la banca norteamericana en 2015, tratando de rentabilizar su negocio. Recién anunció que sus productos tendrán incluido un dispositivo de bajo costo con tecnología 4G, una tablet y una cámara especializada que se conectará a internet, a la cual llaman “cámara conectada”. La empresa no se encargará del desarrollo de esos productos, el encargado de producir estos artefactos será el consorcio  inglés Bullitt, mientras que Kodak sólo se encargará de darle la licencia con su marca y de comercializar los dispositivos.

Ramón Castillo en su ensayo “El periplo fotográfico” afirma: “Con la precipitada caída de la Kodak se termina la era de la cámara mecánica popular de bajo costo, el imperio del rollo plástico con su gelatina fijadora”. Y aunque ese ciclo se había cerrado mucho antes, Castillo resume en su ponencia: “La paradoja estriba en que siendo la empresa un estandarte de la avanzada fotográfica, ellos fueron los inventores de la primera cámara digital y, sin saberlo, con esto cavaron su propia tumba, fue el mismo desarrollo en esta materia lo que los aniquiló”.

El nombre Kodak lo inventó George Eastman por su predilección por la letra K, pensando en que fuera un vocablo fácil en todos los idiomas, por eso, no tiene etimología. Tal como lo comentaba el profesor Alejandro Vásquez en sus clases en la Universidad del Zulia: Eastman fue el inventor, el tecnólogo, pero la creatividad nos toca ponerla a nosotros, como lo han hecho los fotógrafos Gustavo Bauer, Luis Socorro, Cheo Nava, Albert Frangieh, Ana María Viloria, Álvaro Silva, Adolfredo Palencia, Karlín Ávila y tantos otros talentos zulianos.

Tal como le sucedió al visionario Estman, cuyo cuerpo se fue paralizando paulatinamente a causa de una dolorosa estenosis espinal, y agobiado por la enfermedad decidió quitarse la vida; la empresa que él creó hace 127 años, ha vivido una parálisis progresiva, y pudiera terminar en un entumecimiento financiero irreversible. Podría ser la histórica caída del gigante amarillo, uno de los mayores símbolos del capitalismo y la cultura norteamericana. Aunque por ahora, el ya no tan gigante, sigue en pie.

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