Miguel Cabrera y su reto 2015

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“Venezuela no es una moda,
Venezuela es para siempre”

Jesús Terán Chavín (Cabimas, 1953)

Miguel Cabrera nació en el estado Aragua, en los valles centrales venezolanos, la cuna de excelentes peloteros, el 18 de abril de 1983, en el Hospital Central de la capital Maracay.  En la ciudad jardín que habitó y amó el Benemérito Juan Vicente Gómez y que quiso hacerla la capital del país. Próximo a cumplir 32 años de edad, Miguel es considerado por los cronistas deportivos como el mejor bateador del momento en todo el beisbol, casi por consenso global. Su actuación durante un poco más de una década en las Grandes Ligas ha hecho historia, conquistó La Triple Corona en la temporada 2012, gracias a su liderato en promedio de bateo, en jonrones y carreras impulsadas en su liga, hazaña que nadie lograba desde hacía 45 años.

Cabrera debutó en el beisbol de la liga grande estadounidense el 20 de julio de 2003, con el uniforme de los Marlins de La Florida. Ese día le sonó un jonrón al lanzador Al Levine para dejar en el campo a sus rivales. Fue una premonición de la carrera triunfal que le esperaba; en ese momento el maracayero solo tenía 20 años de edad. Desde entonces, ha dado batazos de largo recorrido, al punto que ya tiene en su haber 390 vuelacercas. Superó la cantidad de jonrones que bateó en toda su carrera, el icono de Detroit Cecil Fielder, 319 cuadrangulares. Cabrera además, está a 9 de empatar el récord del paisano Andrés Galarraga y del Tigre inmortal Al Kaline. Además, tiene acumulado 2.186 imparables, con promedio de bateo de 320 y 1.369 carreras impulsadas en su hoja de vida. Todo esto, al corte de 2014, se supone que está a la mitad de su carrera.

Sólo dos peloteros venezolanos han alcanzado la cifra de 300 en su carrera en Grandes Ligas: Andrés Galarraga y Miguel Cabrera. Con la diferencia, que Cabrera lo logró con 29 años de edad y Andrés estaba cercano a cumplir 40 años, en las temporadas postrimeras de su estelar carrera. El “gran gato de Chapellín” terminó su brillante trayectoria de 19 temporadas en la gran carpa con 399 jonrones. Él recién declaró: “Miguelito es mejor bateador que lo que yo fui”.

Con el número 24 en su camiseta, José Miguel Cabrera Torres, se siente orgulloso de ser  nativo de Aragua, el lar donde nacieron: Toribio Garboza, David Concepción, Bob Abreu, Martín Prado, su compañero de divisa Aníbal Sánchez y el estelar campocorto Elvis Andrus.

En 2009, el emblemático maracayero fue noticia en el mundo deportivo cuando firmó con Los Tigres de Detroit un contrato por ocho años, que le garantizaba la cantidad de 152 millones de dólares. Hasta ahora, es el décimo contrato más lucrativo en la historia de M.L.B. En la temporada 2013, su salario fue de 21 millones de dólares. La gerencia de Detroit tomó la delantera y en 2014 pactó con el astro venezolano por 10 años y la cantidad de 292 millones de dólares, una cifra récord para el beisbol de Grandes Ligas y cualquier otro deporte en Estados Unidos.

Jim Leyland, el sabio exdirigente de Tigres de Detroit, fue pelotero profesional con esa divisa bengalí en la posición de receptor. Ganó tres veces el premio “mánager del año” y ha sido campeón en ambas ligas. Ahora retirado y con 70 años de edad, tiene bien conceptuado el talento y la inteligencia para el juego que posee Cabrera. Cuando anunció su renuncia como dirigente del equipo detroités en la temporada 2013, declaró: “Estoy orgulloso de haber dirigido a Miguel Cabrera, sin duda, será el MVP 2013 y hará historia en este deporte”.

Los únicos capítulos lamentables en la vida de Cabrerita como lo llamaban los peloteros veteranos, los escribió por su afición a los tragos. Bajo efectos de la bebida, tuvo una escena de violencia familiar en su casa de Birmingham, al llegar luego de una aguerrida serie en la ciudad de los vientos, Chicago; donde la policía local actuó. Después, se produjo la bochornosa escena durante los entrenamientos de primavera en la Florida, en la ciudad de Fort Pierce, cuando manejaba ebrio su camioneta y fue detenido por un agente de la  policía de Saint Lucie. Le levantaron cargos.

Esa conducta reprobada por sus fanáticos, sus seguidores y por los medios, quedó atrás luego de someterse a riguroso tratamiento por adicción al alcohol. Terapia que fue inducida y vigilada por su organización Detroit Tigers BBC y su gerente general Dave Dambrowski. Ahora Miguel es un hombre más familiar, menos impulsivo, un altruista que colabora con obras benéficas importantes en pro de los niños pobres de la ciudad de los motores, urbe donde el 32% de sus habitantes está en situación de miseria, en su mayoría son hijos de obreros desempleados que viven en casas que parecen bombardeadas, de paredes leprosas, con hospitales públicos a punto de colapsar. La ciudad del automóvil, la que llegó a ser el corazón industrial de los Estados Unidos, urbe histórica: se declaró el 18 de julio de 2013 en bancarrota.

El slugger Cabrera dio otra muestra de su generosidad, de su talante solidario al donar 90.000,00 dólares a las víctimas del devastador terremoto en Haití. Tuvo palabras de aliento para esa nación insular, la obra benéfica la realizó en compañía de su esposa Rosángel Polanco de Cabrera, venezolana con la que se casó el 26 de junio de 2002, tienen tres hermosos hijos.

Él es el líder inspirador de Tigres de Aragua, equipo al que llevó a ser tricampeón de Venezuela; siempre ayuda a los peloteros jóvenes de esa organización. Fue el equipo que lo desarrolló como profesional y al que pertenecerá hasta sus últimos días, según afirma.

En el barrio La Pedrera de la capital aragüeña aprendió a jugar pelota con su tío David Torres. Miguelito solía saltarse la cerca del estadio que estaba ubicado detrás de la casa de su abuela materna Berta, para jugar cada tarde. Ella lo vigilaba, lo encomendaba a la Virgen del Carmen en sus rezos y lo consentía con sus platos típicos venezolanos, su comida predilecta: albóndigas de pescado, rodillas de cerdo, carne a la llanera, sancocho. Allí gozó del total apoyo de sus padres: Miguel y Gregoria Torres, mujer que perteneció a la selección estatal femenina de softbol. Junto a ellos y en casa de sus abuelos, firmó el contrato con los cazatalentos de los Marlins y obtuvo un bono de 1.800.000,00 dólares, cifra récord para la época.

Sus tres hermosos hijos son Rosángel, Isabella y Christopher con quienes vive a las afueras de Detroit siete meses al año. Al terminar la temporada bajan a La Florida, a Boca Ratón. Desde allí Miguel declara su amor por su familia y vehemente dice: “La familia lo es todo, yo vivo por mis hijos”. Recién le preguntó un periodista deportivo ¿Qué piensa hacer ahora con tanto dinero? Y  raudo le respondió: “Yo pienso jugar beisbol cada día, eso es lo que me gusta. Ya mis hijos sabrán que van a hacer con ese dinero”.

Miguel reitera que quiere finalizar su carrera como pelotero en Detroit, en la vieja ciudad con edificios diseñados con Art Decó a orillas de los lagos de Michigan. Poblado fundado por los comerciantes franceses de pieles, con el nombre “Detroit” que significa “El estrecho”, en francés. Actualmente enfrenta nuevas dificultades económicas, severos problemas raciales y su “Big Three” (las tres empresas grandes. Ford, Chevrolet y Chrysler) está a punto de quiebra. Sin embargo, el estadio del equipo local Comerica Park, es una isla de alegría, un paraje de calor humano, que alberga hasta 41.782 fanáticos, una afición leal que tiene a “Miggy” como lo llaman los niños: como su máximo ídolo.

José Miguel Cabrera Torres recibió en el 2013, en Bush Stadium el Premio Hank Aaron por ser el mejor bateador de la Liga Americana en esa temporada; esto ocurrió en el marco de la Serie Mundial, y de las manos del mítico jonronero Aaron, el nativo de Alabama (1934) quien dejó marca de 755 vuelacercas de por vida.

En Venezuela recibió por cuarta ocasión el “Premio Luis Aparicio”, en reconocimiento a su extraordinaria temporada, lo entregó el propio Luis Aparicio, nuestro único miembro del Salón de la Fama.

La pequeña bandera venezolana que mantiene Cabrera en el club house bengalí, flamea orgullosa en su locker 24. Es el ganador de la Triple Corona, presea que nadie había logrado desde 1967 cuando Carl Yastrzemski la consiguió con el uniforme de los Medias Rojas de Boston.

José Miguel Cabrera sigue adelante con su misión, haciendo sonar la  música de la victoria con sus jonrones, haciendo historia en cada turno al bate. Él representa lo mejor del gentilicio deportivo venezolano, más allá de su buen momento en la élite del beisbol mundial. El actual  dirigente Brad Ausmus fue su gran aliado en la temporada 2014 y de nuevo en 2015 estará al frente del equipo fundado en 1894, que ha sido campeón mundial en cuatro ocasiones: 1935, 1945, 1968 y 1984.

Cabrera es un compatriota que nos hace sentir el orgullo de ser venezolano. Y como dijo el gran Chavín en su gaita: “Venezuela no es moda, no es esnobismo, es nuestra patria para siempre”.  Miguel le ha cumplido y por todo lo alto. Feliz temporada 2015 compatriota, siga haciendo historia

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