“El líder carismático es impulsivo para el cambio.
Siempre está buscando el cambio y nuevas maneras de hacer cosas viejas”.
Jay A. Conger
A cinco años de la muerte de Astolfo Romero, el aspecto que hemos aprendido a valorar más de su vida y obra es la capacidad de liderazgo creativo que lo llevó a impulsar cambios importantes dentro de la gaita. Fue un guía y eficiente director enamorado de la vanguardia sin deslindarse de lo más tradicional de la esencia del género gaitero.
Astolfo, quien nació un 8 de febrero del año 1950 bajo el signo Acuario, de alto poder creativo, presenció de niño el boom de la gaita en la radio de comienzos de los años sesenta. Ese adolescente que perteneció a la barriada Empedraera, observó cómo la gaita que él conoció en los enlosaos de su calle Jugo en Santa Lucía, comenzaba a aparecer en la programación de emisoras pioneras como Radio Popular 700, Radio Calendario 1020, Radio Mara 900. Vivía Venezuela el final de la dictadura de Pérez Jiménez y el comienzo de la era democrática, con nuevos líderes que representaban un renacer de la esperanza nacional.
Vio el ascenso vertiginoso y luego despidió, siendo apenas un joven de diecinueve años, al Monumental Ricardo Aguirre, hombre que en sólo siete años de carrera como gaitero profesional (1962-1969) fue cabeza de ese movimiento gaitero de los sesenta, logrando determinar con precisión los roles de cada gaitero en la agrupación. Asignó a cada quien un papel dentro del conjunto: furrero, charrasquero o cantante, dejando atrás la tradición de pasar el pañuelo y alternar funciones de instrumentista o de vocalista en una misma actuación.
Astolfo Romero captó de Ricardo su liderazgo natural en este pueblo, pueblo que lo respaldó en sus protestas, alabanzas a la Virgen y cantos a nuestra tierra, sus hijos y costumbres.
Por esos años sesenta, Astolfo participa en varios grupos de aficionados hasta llegar a pertenecer en el año 1971 al conjunto Santanita con el que se inicia profesionalmente. Allí compartió escenarios con figuras de la talla de Gladys Vera, Cheo Beceira y su compadre Danelo Badell. De esa primera etapa logra un gran éxito en 1973: “La Otra Tamborilera”.
Su segunda etapa profesional la inicia en el año 1974 con los Cardenales del Éxito… los Cardenales de Aguirre; el que fuera a la postre su conjunto más amado, su eterna divisa. Allí se consolida como cantante y se nutre del compartir con figuras de la estatura de Douglas Soto, Pedro Suárez, Renato Aguirre González, Simón García, Ricardo Cepeda.
El amor sentido por esta divisa gaitera, lo plasmó Astolfo en 1987 en su gaita “La Cardenalera” donde nos decía:
Recordar es placentero
y es grata recordación
cuando Douglas bombolón
recogía a los gaiteros
para ensayar con esmero
las gaitas de la ocasión
de Luis Ferrer, de Rincón
y de Eurípides Romero
Hoy me impregno del pasado
y siendo satisfacción
de estar en la agrupación
que tantos frutos ha dado,
gaiteros muy afamados
que ansían siempre portar
la insignia del Cardenal
con un orgullo acentuado
En esta primera etapa Astolfo logra éxitos como “La Negra Cumbacumbá” (1976), “Sabor Añejo” en la voz de Ricardo Cepeda, que gana el primer festival “Virgilio Carruyo” en el año 1975, “Guarapachando” del año 1977, “Bahía de Cata” del año 1978. En 1979, termina su primera etapa con los Cardenales, dejando un tema eterno compuesto al alimón con Renato Aguirre: “Viejo Ilustre”
Viejo ilustre manantial
en cuyas aguas me mojo
aunque ya sólo despojos
hoy pululen sobre él
que lo distancien de aquél
cristalino afortunado
que el español extasiado
contempló desde un bajel
Pero en el año 1980, Astolfo emprende una nueva etapa junto a los antiguos Cardenales y funda la Universidad de la Gaita. Se marca así una importante división en la divisa roja que debe reestructurarse con nuevos talentos: Carlos González, Marvin González y gaiteros de gran trayectoria como Nerio Ríos y Pedro “Cantaclaro” Villalobos. Logran mantener en pie el conjunto y pegar a nivel nacional temas como “Son mis deseos”, “Lolelolaila” y “Las Taritas”. Mientras tanto, Astolfo sonaba en las emisoras del país con temas como “Mi Cacharro y yo” y “El Marciano”.
Luego en el año 1981, graba el tema “Dos Fronteras”, del gran Luis Ferrer: “Dos Fronteras”, la cual se convirtió en una gaita clásica de protesta:
Ni un pedazo más de tierra
daremos a otra nación
me abro en dos el corazón
para que en sangre se escriba
si no luchan los de arriba
pelearemos los de abajo
y si hay que hacer una guerra
la guerra haremos, carajo
En el año 1982, moría su querido amigo Luis Ferrer y Astolfo culmina esta etapa con la Universidad de la Gaita, dejando el tema “La Deliciosa” como una de sus parrandas emblemáticas. Comienza así la etapa más creativa de su carrera con un nuevo conjunto: Gaiteros de Pillopo, donde va a desarrollar todo su talento como compositor, cantante y director.
Este reto se le plantea a Astolfo cuando ha cumplido treinta y tres años de edad y doce de experiencia profesional.
El Astolfo visionario percibe en esta etapa la oportunidad para desarrollar una nueva forma de hacer gaita sin deslindarse de lo tradicional. Logra así estructurar una agrupación joven con nuevos talentos, con instrumentistas de la calidad de Humberto Bracho, Alejandro Villalobos, Miguel Parra y sólo tres solistas importantes: Danelo Badell, Daniel Méndez y él.
Con Gaiteros de Pillopo, Astolfo logra temas de impacto nacional como “La Tienda de Tobías” que gana por unanimidad como gaita del año en 1983; “El Mercado de los Buchones” en el año 1984, con el cual gana el Festival Una Gaita para el Zulia dirigido por Miguel Delgado Estévez; “La Taguara de Bartolo”, también del año 1984; “El Barbero” y “Morrocoy”, de 1985, la última de la autoría de Neguito Bojas. Es así como Gaiteros de Pillopo se hace de un nombre y un prestigio nacional.
En una ocasión nos confesó en una entrevista radial: “Con este conjunto modesto, logré llegar a los festivales del Poliedro de Caracas, y a punta de gaita con golpe viejo, domé ese tigre bravo”.
Ciertamente el Astolfo Pillopérico logró cautivar y envolver con su planteamiento gaitero al público caraqueño, fanático de este género. Esta etapa finaliza en el año 1985, quedando demostrada su gran capacidad para dirigir y generar confianza ante nuevos retos. Se graduaba Astolfo de director de agrupación, exitoso y asertivo.
En 1986 se produce uno de los eventos más significativos dentro de la historia contemporánea de la gaita, los Cardenales del Éxito, que se encontraban en minusvalía a causa de la enfermedad de su dueño para ese entonces, Pedro Suárez, pasan a ser propiedad del empresario Chichilo Urribarrí; este logra reagrupar a los Cardenales de los setenta: Ricardo Cepeda, Renato Aguirre, Danelo Badell, Daniel Méndez, Chavín, Carlos González, Marvin González, Douglas Soto, Ricardo Portillo y Simón García. En medio de esta constelación de grandes figuras del género, líderes naturales de la comunidad gaitera, Astolfo es nombrado director general. Se inicia otra cadena de éxitos: “El Burro” (1986), “La Gallera” (1987), “Gaita Cacharra” (1988) y “Calle Soledad”, gaita autobiográfica que graba en el año 1989, donde nos cuenta su niñez al lado de su abuela materna Carmen y su tía Laudelina:
Seis raya cuarenta y dos
el número de la casa
que al abrir la puerta pasa
de primero Papá Dios.
Ése era el lema sincero
de aquellas trabajadoras
las dos viejas forjadoras
de la familia Romero
El Astolfo, director cardenal, en 1988 llega a Madrid con su agrupación para participar en el Festival Internacional del Turismo, consiguiendo el primer lugar y una gran aceptación del público en esa capital y en la Isla de Lanzarote.
Su trabajo como director de esta agrupación llega hasta 1990, cuando graba el tema “100 años” (Época de 1890) y participa en el festival Una Gaita para el Zulia con el homenaje a la Universidad del Zulia, el tema “Cien años LUZ” de Renato Aguirre; ganando esa edición. Ese mismo año, Cardenales del Éxito se hace acreedor de la gaita del año, con el tema “La ciudad más bella”, de Ricardo Portillo.
Luego permaneció un año más, aún sin ser director, aceptando la propuesta de rotación gerencial hecha por su propietario Jesús A. Urribarrí. Pero esto lo incomoda y emprende una nueva etapa, funda así La Parranda Gaitera, en 1992.
Con esta agrupación Astolfo crea un nuevo sonido, agrega a la percusión el bongó y ejerce su rol de director al lado de figuras como Pedro Villalobos, Daniel Méndez y Cheo Beceira. De aquí surgen éxitos como “El Bodegón” y “Cosa tan buena”, en 1992; “Te estamos esperando”, que representó un homenaje póstumo al Capitán Omar Barboza, aviador y gaitero raigal cuya nave desapareció en aguas del Mar Caribe en 1993; “Aplausos” en la voz de Pedro “Cantaclaro” Villalobos; “Viajando por Venezuela” del año 1994 y cierra este ciclo en el año 1995 con “Agüita de Río”.
Ese impulso vital de mantener vivo el canto tradicional con la ayuda de nuevos talentos logra álbumes de antología, como el realizado con gaitas clásicas grabadas con nuevos arreglos que se convirtieron en un producto invalorable y de colección. En este álbum, Astolfo rinde homenaje a sus maestros de composición: Chinco Rodríguez, Eurípides Romero, Luis Oquendo Delgado y Ricardo Aguirre. Más adelante, producto de una crisis financiera, La Parranda Gaitera desaparece de los escenarios
Es así como en 1996, Astolfo emprende otra etapa en su carrera, y acepta la invitación de Neguito Borjas para formar filas con el Gran Coquivacoa. De esa forma se unen dos titanes de la composición y el canto, dos artistas muy queridos por la gente, de un alto carisma y logran colocar en la cartelera nacional de éxitos temas como “Alegrando Corazones”, en 1996 y “El Bichito” en 1997. Pero, por diferencias con Ender Añez, productor gaitero de la agrupación, Astolfo abandona abruptamente esa organización.
Comienza entonces un peregrinar por agrupaciones como Koquimba, con la cual graba “Ay Corazón“ al lado de Oscar González y Los Colosales de Ricardo Cepeda en 1998. Funda la agrupación Las Estrellas del 2000 en el año 1999, en su intento de tener una nueva casa gaitera. El año de su muerte firma contrato con Maragaita, donde deja el tema “Caudal de Fe “.
Una vida de cincuenta años que se nos hizo muy breve, aunque muy intensa, dejando testimonio de su gran inteligencia interpretativa, su poder creativo, su don de liderazgo.
Astolfo muere el 20 de mayo de 2000, pasadas las ocho de la noche de ese sábado, luego de grabar una guía para su gaita “Ave Cantora”, dedicada a la Virgen de Chiquinquirá. Se fue sin despedirse, sin anunciar convalecencias, ni adelantarnos lo que sería su final. Quizás, sabía que nunca se marcharía de esta tierra, y que siempre contaría con el amor de su pueblo que hoy canta sus gaitas, y aún lo sigue aplaudiendo.
León Magno Montiel