Celia Cruz, el alma de la rumba

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Llega el amor

y en su tren vienen éxtasis,

viejos recuerdos de gozo,

antiguas historias.

(Maya Angelou, Missouri 1928/2014)

Cuando Celia Cruz fue diagnosticada de cáncer de seno, tenía 77 años de edad. Había recorrido el mundo con su canto caribeño, había superado los logros de Carmen Miranda, de Olga Guillot y de la explosiva “La Lupe”. Era la cantante latina más importante. Celia había nacido en el barrio Santos Suarez de La Habana, el 21 de octubre de 1925, fue bautizada en la iglesia católica con el nombre de Úrsula Hilaria. Ella cantaba desde niña, fue su arte natural, tan espontáneo como un rio torrencial. Hija de Catalina Alfonso y de Simón Cruz, era la simpatía encarnada en una fémina, con una piel morena prieta, grandes labios y una tesitura vocal de contralto, que resultaba a la vez alegre y sensual. Su primo Serafín se percató de su talento y su originalidad, y la llevó a participar en los concursos de la radio capitalina. En Radio Progreso ganó el premio cantando el tango Nostalgia. Estudió magisterio y después comenzó estudios de piano en el conservatorio de La Habana. Siguió participando en concursos de aficionados en las emisoras habaneras, y desde entonces esa fue su labor, su pasión, su rutina creativa, su vida.

Luego del primer tratamiento por el quiste canceroso, Celia vivió un año más, en su casa de Fort Lee, Nueva Jersey, donde estableció su hogar con Pedro Night, su esposo durante 41 años. A Pedro lo conoció en las filas de La Sonora Matancera en 1950, él era trompetista de la banda, fue su gran amor, a él dedico lo mejor de su tiempo con absoluta lealtad. Aunque no pudieron engendrar hijos, lo que causaba un profundo dolor a la cantora, se mantuvieron unidos en un largo romance, como dos almas adolencestes en los cuerpos de dos mayores. Celia era una mujer acostumbrada a las familias extensas en la Cuba tradicional, su familia era de cuatro hermanos e infinitos primos, tíos, sobrinos, abuelos, tatarabuelos.

Cuando salió de Cuba en 1960, Celia estaba de gira con la exitosa orquesta La Sonora Matancera, donde sustituyó a una cantante muy querida, de ascendencia boricua llamada Mirta Silva. Unos meses antes, las tropas comandadas por el comandante Fidel Castro habían entrado triunfantes a La Habana luego de tumbar al sátrapa Fulgencio Batista, y habían establecido el gobierno socialista, de ideario marxista. Esa propuesta ella nunca la entendió, y por tanto, no la compartió. Por ello, Celia y a sus compañeros de orquesta, extendieron su gira por todo México.

En 1961 Celia se establece en Nueva York, ciudad que amó, a la que se integró y trabajó por ella. Realizó campanas cívicas, atendió a las comunidades pobres de latinos en el Bronx, y fue reconocida como una hija ilustre de la megalópolis a orillas del Hudson. En esa capital del arte y las finanzas, vivió tres momentos de grandes éxitos: con Tito Puente y su bigband desde 1966; con Jhonny Pacheco y su combo y luego con la Fania desde 1972; orquesta también dirigida por el dominicano. Un excelente flautista, quien realizó estudios en la Universidad de Julliard. Y con el neoyorquino Willie Colón desde 1977, con él grabó su celebérrimo álbum: Solo ellos pudieron hacerlo, que incluye el tema “Usted Abusó”, de tres autores brasileños, Márques, Figuereido y Ávila. Ese álbum está catalogado, como uno de los más vendidos en la historia de la salsa.

Regresó a grabar un álbum con La Sonora Matancera y en los últimos años de su carrera, experimentó con nuevos ritmos y nuevas tendencias, fue cuando pego su éxito La Vida es un carnaval. Celia murió en la vanguardia de la música urbana a pesar de su longevidad, su maestría de casi ocho décadas. Ella nunca decayó, no dio por terminada su brillante carrera, como un tren sin paradas. Tiene varios records que avalan su estatura de artista universal,

  1. Logró reunir en España 250.000 espectadores para verla.
  2. Recibió cinco Premios Grammys.
  3. Fue condecorada por dos presidentes norteamericanos, Reagan y Clinton.
  4. Recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Yale.
  5. Recibió las llaves de unas 30 ciudades del mundo.
  6. Participó en el filme Los Reyes del Mambo, en 1992. Cinta taquillera, junto a Antonio Banderas y Armand Assante.
  7. Tiene su estrella en el Paseo de la Fama en Hollywood, desde 1987.

El día de su muerte, el 16 de julio de 2003, Celia estaba en su hogar, rodeada por su esposo y sus familiares más cercanos, en Fort Lee, Nueva Jersey. El cáncer se había extendido a su cerebro y solo cabía la resignación y la espera de su hora final. Su exequias fueron realizadas en la ciudad de Miami, como fue su voluntad, tuvieron una importante participación de sus seguidores. Fue enterrada con la bandera cubana, mientras sonaban sus canciones y los aplausos de sus admiradores.

A esa gran cantora la vi actuar en el estadio Luis Aparicio el Grande de Maracaibo en la década de los 70, junto a las Estrellas de Fania. Siempre imponente, con su voz poderosa y un gran carisma. Era la reina de la salsa sin discusión, término que al principio Celia no aceptaba, le parecía un disparate “salsa”. Ella se consideraba cantante de música afrocubana, pero después, el boom del género la envolvió y lo asumió.

Nos acercamos al siglo del nacimiento de Celia Cruz, y su voz se niega a extinguirse. Recién, en 2015, Oscar D León le rindió un hermoso tributo en la quinta Vergara en Chile, en el Festival de Viña del Mar, donde el sonero venezolano cerró esa edición y se llevó los máximos galardones; y el favor del público en pleno. Ella había estado en ese escenario en 2000 y obtuvo La Gaviota de Plata.

En 2004 apareció su libro de memorias, titulado Celia, mi vida. Publicado en Barcelona, en español para el mundo entero. En la introducción, su amiga Maya Angelou, la popular poeta estadounidense, gran figura de la cultura afroamericana, defensora de los derechos civiles, cantante y actriz, escribió:

Hay algunos artistas que pertenecen a todo el mundo, a todos los lugares, y todo el tiempo. La lista de cantantes, músicos y poetas que entran dentro de esa categoría tendría que incluir a los Santos del Antiguo Testamento, Esopo el fabulista, Omar Khayyam el tendero, Shakespeare el poeta de Avon, Louis Armstrong el genio de New Orleans. Om Kalsoum el alma de Egipto, Frank Sinatra, Mahalia Jackson, Dizzie Gillespie y, a Celia Cruz, ella perteneció a todo el mundo, a todos los lugares, a todos los tiempos.

La radio que la vio nacer como cantante, la sigue sonando. Ella fue un tren de amor a la cubanía, lleno de alegría y de música, de historias y recuerdos de gozo. Tal como lo cantó la poeta Angelou. Celia Cruz sigue presente con sus temas icónicos. En un principio, fue el alma de la guaracha, ahora es el alma de la rumba del barrio, de la rumba familiar. Podemos afirmar que ella sigue palpitando en la memoria de los latinoamericanos, pues su música no ha parado de florecer.

Murió el día del cumpleaños 55 de Rubén Blades, su compañero en la orquesta Fania; y como el poeta de Panamá cantó en su tema “Los muchachos de Belén”, podemos repetir ahora,

Vente Celia para América Latina, y vámonos a guarachar..!

León Magno Montiel – @leonmagnom – Leonmagnom@gmail.com

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