Al movimiento gaitero nacional se le presenta en este año 2005 un gran reto: por un lado, mantener los espacios que ha conquistado en la Web, en el escenario continental (aunque muy modestamente) y en los grandes medios de masas nacionales; además necesita recuperar los escenarios nocturnos, los grandes eventos y las presentaciones bien remuneradas. Ya es un canto con eterno da capo(*) escuchar decir a los gaiteros: “no tenemos donde tocar”.
La gaita como industria que es, no escapa al malestar económico general que se siente con mucho rigor en todas las áreas de la actividad nacional. Evidentemente, en la jerarquización de necesidades, en medio de una situación precaria, pagar entradas para ver a los gaiteros no es prioridad. Unido a eso, tenemos la piratería de CD, que anula las ventas de las producciones anuales a los grupos. Impunemente vemos en las aceras de Caracas, Maracaibo, Valencia, a buhoneros vendiendo “quemaos” por un 10% del costo de un CD legal: ¿Cómo se compite así?
El reto entonces está planteado, tanto para directores de grupos como para productores y sellos disqueros que no hayan renunciado a grabar gaitas. En esta coyuntura, nuestro compromiso es seguir brindando promoción al género, cubrir sus momentos estelares, darle continuidad a nuestro portal.
Tenemos que seguir sembrando la gaita en las escuelas a través de FUNDAGRAEZ (Fundación para la Academia de la Gaita “Ricardo Aguirre” del Estado Zulia) y el Instituto Municipal de la Gaita, que ahora dirige Justo Montenegro.
La gaita no puede perder el sitial alcanzado como la forma musical venezolana con mayor presencia en la radio y la televisión nacional, con muy marcada aceptación en escuelas nacionales y barriadas que forman su guataca o caimanera.
Unamos esfuerzos y sigamos con nuestra lucha porque la victoria es posible, mientras esperamos por la reactivación económica del país, junto a todos los que amamos esta patria y apostamos por su estabilización definitiva.
León Magno Montiel
(*) Del italiano daccapo: desde la cabeza, desde el principio (Real Academia Española); utilizado en este caso como metáfora de “eterna repetición”.