La devoción Mariana en el nuevo mundo no fue precisamente traída por los misioneros, como muchos podrían pensar. Fue el propio Alonso de Ojeda, conocido también como el Caballero de la Virgen el primer impulsor. La más antigua devoción en estas tierras es a la Virgen del Carmen. Con el tiempo los misioneros que acompañaron a los conquistadores europeos fueron incorporando diversas devociones, pero la patrona de los zulianos, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá no fue importada.
Según escribe el cronista Fernando Guerrero Matheus, “nació, surgió como un testimonio más de la bondad y sabiduría eternas, sobre las tibias ondas del portento lacustre; y el pueblo de la cuenca del Lago la hizo más suya dándole la popular denominación de La Chinita, ya familiar en todo el país”.
Un hecho por demás curioso es que el actual santuario a la Virgen de la Chiquinquirá, tampoco fue originalmente suyo. Cuando ya la modesta residencia que cobijó el milagro se hizo estrecha para la caudalosa admiración del pueblo, “se le dio arrimo provisional al retablo del prodigio en la Iglesia construida por el devoto capitán Juan de Andrade para el culto de San Juan de Dios. Y La Chinita se adueñó del templo hasta que un buen día quedó convertido y consagrado en Basílica suya”.
Devoción y fe católica
Desde su aparición en 1750, la devoción del pueblo zuliano hacia su Virgen Morena ha sido el más sentido de todos los testimonios de fe católica. “La Chinita entró a formar parte, no sólo de su sentimiento religioso, sino de su vida y actividad, de sus necesidades espirituales y de sus urgencias de todos los días. Nuestra familiaridad con La Chinita y la seguridad que tiene de su protección y auspicios la convierten en una propiedad particular de cada feligrés”, afirma el cronista en su libro En la Ciudad y El Tiempo.
La devoción a Nuestra Señora de Chiquinquirá en Maracaibo inicia en la mitad del siglo XVIII. La carta de nacionalidad zuliana que tiene desde su aparición es tal que al mencionarla se entiende por antonomasia que es La Chinita del Zulia. Su devoción se ha enraizado de tal modo en la conciencia católica de los zulianos, que puede entenderse como “el más entrañable y venerado patrimonio espiritual de este pueblo”.