“Gaspar, Melchor y Baltasar callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta convida.
Cristo resurge, ha hecho la luz del caos
y tiene corona de vida”
Rubén Darío (Nicaragua 1867-1916)
El haber nacido en la década de los 60, significa ser hijo del período prodigioso de la música popular en el continente americano. Esa década, marcada por la eclosión Los Beatles en Estado Unidos en 1964, Elvis Presley, las rocolas por doquier, las big-bands latinas de Tito Puente y Tito Rodríguez, el dominio de la televisión con sus shows musicales, “Renny Presenta”, los cantantes negros del sello Motown, el bolero y el feeling cubano, las gaitas de Ricardo Aguirre y la Onda Nueva de Aldemaro Romero. En el decenio 1960 nació “El rock en Venezuela”, precisamente en Cabimas, así lo prueba el investigador Gregorio Montiel Cupello en su libro homónimo, editado por la Fundación Bigott en 2004.
Jaime Indriago es un hijo de esa década de prodigios melódicos. Nació el 1 de febrero de 1961 en Cabimas, en el viejo hospital de la capital petrolera de América. Hijo de la cantora Eduvina Graterol, nativa de Las Morochas, y de José Indriago, experto marino oriundo de Paraguachoa, Isla de Margarita. Fue bautizado católico, con el nombre Jaime Darío.
La familia Graterol tenía una ancestral tradición gaitera, en su mayoría eran cuatristas, percusionistas y cantantes del género. El tío José Antonio Graterol fue el cantante modélico que Jaime siguió con lealtad casi religiosa. Su tío materno era considerado un buen intérprete de tangos, por ello lo llamaban en toda la Costa Oriental del Lago: “Juan Tango”.
Jaime Darío Indriago Graterol comenzó a expresar su talento musical a los siete años de edad en los actos y festivales escolares, era el típico niño de buenas notas, inquieto y con talento innato para las artes.
Su largo periplo por agrupaciones musicales comenzó en 1977 cuando ingresó a La Vieja Maquinaria de Cabimas, con apenas 16 años de edad. En 1978 debuta como profesional con “Los generales de la gaita”: Estrellas del Zulia, allí permanece por dos temporadas. Como buen zuliano, siempre ligado a la música bailable, aceptó en 1980 la invitación a ser parte del Súper Combo Los Tropicales, después militó con la Orquesta La Única, un tiempo breve.
Buscando nuevos horizontes, salió de la zona petrolera rumbo a Caracas. En la capital se estableció como solista estelar de la agrupación Guasinca Zuliana, la misma donde estuvieron Nelson Martínez, Cheo Soto y Enrique Quiroz. La nostalgia por el lar nativo lo impulsó a regresar al año siguiente y enrolarse en Los Zagales del Padre Vílchez, con ellos cantó por cinco temporadas. En 1989 recibió la invitación para ser parte del staff de solistas de la agrupación VHG, junto a Ricardo Cepeda, Chavín, Ozías Acosta y Ender Fuenmayor. Esa fue su gran escuela escénica, musical y vivencial. Con tan sólo 28 años de edad, impone con VHG su éxito “Mi presente”, que ha sido su etiqueta de presentación en los escenarios nacionales:
“Si tú sabes que todos los años
me metí sin permiso en tu casa
dame un chance que vengo de nuevo
a cantarte sabrosa mi gaita”
En el año 1990 lo convocó Néstor “El Negro” Rincón a unirse a su conjunto Rincón Morales, comenzando un ciclo muy productivo con “El Coloso de Cantares”. Aunque sólo estuvo por dos temporadas, logró los éxitos “La tarjeta de navidad”, que en 1993 grabó Gilberto Santa Rosa y sonó en todo el Caribe; “Que la elija el pueblo”, gaita reivindicativa con un fuerte cuestionamiento a los premios de farándula gaitera y el clásico navideño “Frente al reloj”:
“Mirando las agujas del reloj
pendiente de otro año que se muere
pero debo admitir que aunque me duele
mi viejo año tengo que decirte adiós.
Al lado de la radio está la vieja
llora escuchando -Las uvas del tiempo-
por una ausencia que en ese momento
ella recuerda y una tristeza hoy refleja”
En 1992, el empresario Chichilo Urribarrí lo contrató para ser cantante y animador de Cardenales del Éxito, gran reto y un serio compromiso. Con el grupo sonó en todas las emisoras del país con los temas: “El que viene y el que va” y “Una llamada, una carta” en la temporada 1993:
“Si por cualquier circunstancia
de tu familia te apartas (bis)
entre recuerdos y distancia
es tu consuelo una llamada, una carta”
El manifiesto amor de Jaime Indriago por las formas musicales del llano venezolano y los cantos orientales heredados de su padre José, lo motivaron a crear su conjunto criollo Llanerísimo. Con ellos grabó el álbum “El último romántico” y tuvo una gran aceptación nacional. A esa primera producción le siguieron “Tu sillón vacío” e “Ídolos” donde rinde homenaje a los maestros del canto hispanoamericano, que han sido su inspiración: Felipe Pirela, Danny Rivera, José Luis Rodríguez, Vicente Fernández, Raphael y Ricardo Montaner.
Durante ese ciclo de música recia llanera, Jaime aceptó la invitación a colaborar con las agrupaciones: Maracaibo 15, Maragaita y Rincón Morales. De esta forma, no se ausentó del ámbito gaitero y como siempre, fue la voz de la navidad.
Ricardo Cepeda decidió conformar su propia agrupación Los Colosales en 1998, al año siguiente invitó a Jaime a unirse a su divisa y lo nombró director musical de la misma. Allí permaneció por cinco temporadas cantando, componiendo y dirigiendo, hasta que decidió formar su propia agrupación: Mi Presente, en el año 2004. Con su grupo de marcado estilo juvenil, vanguardista, respetando los cánones de la gaita. Desde entonces ha impuesto los temas “Ante tu altar”, “Navidad con Billo´s” que grabó junto a el exintegrante de esa orquesta Joe Urdaneta.
Mi Presente – “Navidad sin Billo´s no es Navidad”
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Tambien grabó “La cesta navideña” con Oscar D´León como invitado especial. En la temporada 2009 impactó en todo el país con el tema de alto contenido devocional para la Virgen de Chiquinquirá; “Acompáñame compadre” en las voces de Ricardo Cepeda y Argenis Carruyo, apoyado en un excelente video. Otro gran éxito representó el tema “Tu bendición” cantando junto a Ricardo Portillo en la temporada 2010, que generó múltiples aplausos en las presentaciones.
Mi Presente – “La bendición”
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Hay dos grandes amistades que marcaron la vida de Jaime Darío, dos seres con los que alcanzó la máxima expresión de la hermandad: Luis Escaray y Eduardo Pérez. Compartió el universo musical con Luis Escaray, con quien comenzó a gaitear en la adolescencia en la Costa Oriental. Junto a Luis, marcó el liderazgo dentro de la generación de relevo de la gaita venezolana. Fue un golpe muy doloroso despedirlo con apenas 49 años de edad, víctima de un infarto, el año 2011. En el ámbito deportivo, la profunda amistad con Eduardo Pérez, destacado pelotero zuliano, de larga carrera en la pelota criolla como receptor y mánager de Águilas del Zulia 2008-2009, y en las Grandes Ligas con Bravos de Atlanta, donde actualmente trabaja como técnico. Fueron muchas las caimaneras, parrandas vecinales, que juntos, los tres hermanos elegidos en la vida, compartieron en Las Morochas.
Sus influencias más marcadas la representan Betulio Medina, con su voz navideña retumbando en el Ávila y en todo el valle de Caracas. Y la de Jesús Terán Chavín, el animador más importante de la gaita, su estirpe parrandera, alma de la Feria de la Chinita y un cantautor nacionalista al igual que él.
Dentro de la distinción que reviste la propuesta profesional de Indriago, encontramos la constante atención a los medios, tiene su gestora de redes sociales, está a tono con el paradigma de la comunicación en la web 2.0. Así mismo, ha producido ocho videos gaiteros y tres para su música de arpa, dando un renovado impulso a sus temas de promoción, son piezas audiovisuales de alta factura. Su perfil de acuariano visionario está plasmado en esta faceta de productor, autogestionario y exitoso, con un toque de elegancia en todas sus puestas en escena.
Además, de la música y su Costa Oriental, el otro amor que plena su corazón, es el de sus hijos: Jaicer de 27 años, talentoso para el canto. Y Edumary, aplicada estudiante de 18 años de edad.
Con su tesitura de tenor, y su timbre único, que es una mixtura de alegría celebratoria y sentimientos nostálgicos, Jaime Indriago se ha convertido en un referente nacional de la gaita, de la navidad y la canta criolla. Se ha hecho costumbre escucharlo en familia en esos días donde la humanidad renueva su vocación de paz y en el planeta renace la esperanza. Es un rey mago cabimero, que acompaña con su cuatro a los reyes orientales: Gaspar Melchor, Baltasar; para ofrendar cada diciembre al Cristo que resurge. Como cantó el bardo nicaragüense Rubén Darío: decretando el triunfo del amor en nuestros hogares y convidando a la fiesta milenaria.
Twitter: @leonmagnom
Correo electrónico: leonmagno@saborgaitero.com