El nombre de Aruba significa “tierra dulce” en lengua aborigen. Ese vocablo antiguo y de sonoridad amable, designa a una nación insular perteneciente al Reino de Holanda, situada en el sur cálido del Mar Caribe. Cuenta con 65 kilómetros de costas, con playas de arena blanca y olas serenas de una belleza paradisíaca. Aruba encierra, más allá del afán lúdico de los turistas, una gran herencia cultural, producto de múltiples mestizajes, de mixturas étnicas diversas.
En los años 50, 60 y 70, los arubeños escuchaban las emisoras en amplitud modelada AM, y en onda corta SW, de Venezuela. En especial, las del estado Zulia y del estado Falcón. De esa forma nació una preferencia por la música de la Billo`s Caracas Boys, del maestro Larráin, y por la gaita. Esas sonoridades venezolanas se quedaron en la memoria auditiva de los arubeños. Esto lo confirma la presencia de gaitas en sus emisoras en los meses finales de cada año. La agrupación Tucusones de Ana Stael Duque, hizo vida en la isla, participó en muchos conciertos y fiestas, gozaba de una buena legión de seguidores.
Recién tuve la oportunidad de visitar la isla para presentar mi libro “La gaita en crónicas” editado por La Universidad del Zulia, en su segunda edición. El evento se llevó a cabo en el restaurant del puerto llamado Cilo Lounge, en el centro palpitante de la isla, donde se encuentran los mayores centros comerciales y las oficinas del gobierno insular. Me acompañaron en la presentación:
El colega locutor Win Donata, director de la emisora Latina 92.3FM cuya programación es absolutamente en idioma español.
El gerente del Hotel Hilton, Diego García, gentil caleño que echó raíces en Aruba hace 12 años.
La propietaria del acogedor restaurant portuario, la venezolana Jhoe Hidalgo y su esposo Iván, caraqueños emprendedores.
Y el amigo Oswald Arends, ejecutivo de Omni Aruba, quien fue nuestro guía en el periplo de una semana. Amigo y colaborador de mi hermano zuliano, Humberto Bravo.
Junto a mi esposa Marisela Árraga inicié un conversatorio sobre la gaita, canté varios estribillos con mi cuatro larense, compartimos una amena tertulia por varios minutos. Luego coronamos la tarde con un suculento cordero en las hierbas, y unas birras con espuma de alegría, como bien lo cantó Astolfo Romero.
Por esos días de octubre, toda la isla celebró con alborozo el inicio de operaciones de su antigua refinería, que dormía un sueño interminable. El vasto complejo, de varias hectáreas de extensión, fundado en 1928 e inicialmente llamado Lago Oil and Transport. Lo operará el consorcio CITGO, y se presume que en dos años esté completamente operativo. El mismo está ubicado en la zona este de la isla, rodeado por el legendario barrio San Nicolás, fundado por los trabajadores pioneros de la refinería, que provenían de Saint Marteen, Barbados, Jamaica, y Venezuela.
En ese ambiente de fiesta, presenté mi tomo y mostré nuestro principal canto.
La gaita en Aruba tiene un terreno fértil, tiene un auditorio asegurado, así lo confirmamos en nuestro recorrido, en las entrevistas que sostuvimos en varias emisoras. Ojalá podamos articular un plan de promoción de la gaita en las emisoras de Aruba, con intercambios musicales, conciertos, charlas. Sobre todo porque el idioma español ha crecido mucho en las calles de la isla, cuya gente habla básicamente papiamento e inglés.
Agradezco a Aruba su receptividad, su cariño por nuestra forma musical bandera: la gaita. Este cronista siempre estará agradecido por tan generoso trato.
Leòn Magno Montiel – @Leonmagnom – Leonmagnom@gmail.com