Me celebro y me canto a mí mismo,
y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también. Walt Whitman
(Estados Unidos, 1819-1892)
La primera vez que vi a Astolfo Romero estaba bajándose de su auto, un Renault 12 de un color amarillo jaldado. Descendió de su carrito francés en el barrio 18 de octubre donde vivió muchos años, cuna de grandes gaiteros, sector que irónicamente fundaron en 1946 para rememorar el golpe contra el General Isaías Medina Angarita. El hombre que vi esa mañana tenía la tez clara, era bajo de estatura, con abundante cabello castaño, bigote y lentes bifocales, se desplazaba muy jovial por la acera de la escuela “Monseñor Granadillo”. Lo miraba casi con idolatría al igual que los compañeros del grupo gaitero de la Cruz Roja del Zulia que me acompañaban. Era para nosotros un astro de la galaxia musical criolla, el líder más carismático del género pascuero. Para ese noviembre de 1975, Astolfo sólo tenía 25 años de edad y ya militaba en sus queridos Cardenales del Éxito, su divisa hogar, su marca y blasón, su maternal morada en la gaita.
Astolfo Romero nació el 8 de febrero de 1950, año del asesinato del General Delgado Chalbaud, un hecho que estremeció al país; año cósmico del tigre, signo que lo marcó como un ser apasionado, con dotes de líder y de innovador, artista envarado.
Tributó su homenaje a la calle Jugo del barrio El Empedrao donde nació y vivió su niñez, siendo el primogénito de Rafael Romero y Cira Elena Chacín. Luego se trasladó a casa de su abuela Mamá Carmen y de su tía Laudelina, en la calle Soledad, ubicada entre la Bomba Múnich y los Cepillaos de Jesús Ríos. En esa casa aprendió a colaborar con el negocio familiar de venta de empanadas y mandocas: en las madrugadas solía acompañar a su tía a comprar el maíz en la molienda de don José, situada entre las Calles Colón y Soledad. Ese ritual lo retrató en su tema “La Molienda” grabado por Maragaita en la voz de Luis Germán Briceño (2000).
Su vivencia de adolescente en esa casa de la familia Romero la plasmó en su gaita “En la calle Soledad”, del año 1989, que cantó con Los Cardenales del Éxito:
“Seis raya cuarenta y dos
el número de la casa
que al abrir la puerta pasa
de primero papá Dios.
Ese era el lema sincero
de aquellas trabajadoras
las dos viejas forjadoras
de la familia Romero…”
Desde niño, Astolfo Romero sintió admiración por los bomberos que veía desayunar en el negocio casero de su abuela, que llegaban al amanecer con sus uniformes azules de ribetes rojos y dorados a comer empanadas con el “cuáquer tempranero”. La fascinación que sentía por los uniformes y su aura castrense, lo llevó a trasladarse a Mérida para hacerse bombero profesional. En esa capital andina estuvo actuando con varios grupos de gaitas.
Regresó a Maracaibo a finales del decenio de los sesenta, y se integró a las filas del Conjunto Santanita, con quienes pegó en las emisoras zulianas el tema “La otra tamborilera”. En Santanita compartió escenarios con los estelares Cheo Beceira, Danelo Badell y Gladys Vera.
Pasó a las filas de Los Cardenales del Éxito en la década de los setenta, donde permaneció hasta el año 1979, logrando impactar con gran éxito en la radio venezolana con sus temas “Guarapachando”, “El Fogón”, “Gabinete del Diablo”, “El Vapor”, “Chucurrulei” y “Bahía de Cata”, realizando a la par composiciones para otros solistas que recibieron el reconocimiento como Gaita del Año por parte del más prestigiosa galardón de la época: El Festival de Gaitas “Virgilio Carruyo”. Se convirtió entonces en un premiado compositor a través de los temas “Mi Orgullo”, que interpretó Gladys Vera con Santanita (1975) y “Sabor Añejo”, que cantó Ricardo Cepeda con Cardenales del Éxito (1976), ambas elegidas como Gaitas del Año en sus respectivas temporadas.
En el año 1980, Astolfo transitaba sus 30 años de vida, la edad que tenía Ricardo Aguirre al momento de morir en 1969. Ese año pasó a la Universidad de la Gaita, una acción tomada en solidaridad con sus compañeros de Los Cardenales que rechazaban la forma de dirigir de su propietario, Pedro Suárez. Con La Universidad de la Gaita graba los éxitos “Mi Cacharro y yo”, “El Marciano” y “Dos Fronteras”, una de las últimas composiciones del poeta Luis Ferrer (1982).
En 1983 toma el timón de Gaiteros de Pillopo y les da un nombre nacional, al lado de Daniel Méndez, Argenis Carruyo y Danelo Badell, quienes colocaron sus gaitas en los primeros pupitres de la popularidad: “La piñata”, “La Taguara de Bartolo”, “El Barbero” y “Mercado de los Buchones”. Obtiene el primer lugar del Festival “Una Gaita para el Zulia” de Industrias Pampero en 1984, dirigido por Miguel Delgado Estévez, y se hace de un gran prestigio nacional y una sólida imagen de cantautor y director de agrupación bien intuido y exitoso.
Su compadre Chichilo Urribarrí lo nombró director de los Cardenales del Éxito en 1986, cuando compró esa marca musical a Pedro Suárez, quien padecía de serios quebrantos de salud. Su primera acción fue reagrupar a los solistas estelares que, en la década de los setenta, le dieron renombre nacional a la agrupación fundada por “El Monumental” Aguirre. Allí compone los temas “El Burro”, “Entre Palos y Alegrías”, “La Gallera”, “Diciembre”, “La Florecita” y “La Cardenalera”, en cuyos versos y estribillo su verbo encarnado plasma su amor por la divisa cardenal:
Muchos fueron los autores
propulsores del folclor
de calidad superior
porque fueron los mejores
mil gracias a esos señores
que ayudaron cada año
a escalar cada peldaño
de veinticinco primores.
La Cardenalera es
la que nos hacía falta
porque se siente la gaita
como la de otrora fue.
Época feliz también
que albergó en los corazones
las más gratas emociones
que evocar nos da placer.
Al comienzo de la década de los noventa, Astolfo se plantea la necesidad de crear su propia agrupación y sale de los Cardenales en 1991 luego de grabar “Puro Corazón”. En el año 1992 crea La Parranda Gaitera, con sus compañeros Daniel Méndez, Pedro “Cantaclaro” Villalobos, Rafael Sánchez, Miguel Parra, “Nano” Silva y Humberto Bracho, logrando impactar en el ambiente gaitero con un impresionante sonido que amalgama la gaita tradicional con armonías de vanguardia. Se consolidan con las gaitas “Cosa tan buena”, “Aplausos”, “El Bodegón”, “Viajando por Venezuela” y realizan una producción antológica en homenaje al folclor gaitero, grabando los temas que el propio Astolfo consideraba como los más trascendentes en la historia del género.
Después de la grata experiencia con La Parranda Gaitera, recorrió las filas de Maragaita, donde se destacó como director musical; Los Colosales de Ricardo Cepeda, Koquimba y Gran Coquivacoa, agrupación de la cual fue coprotagonista con “Neguito” Borjas, pegando en todo el país el tema “Alegrando corazones”.
En paralelo a su actividad como solista y compositor, Astolfo fue un animador exitoso en radio y actor en Niños Cantores Televisión (NCTV), canal fundado en 1987 por Monseñor Ocando Yamarte. En NCTV realizó el programa humorístico “A la Jaiba” junto a Simón García, Carlos Sánchez y Ricardo Portillo, que gozó de alto rating.
Astolfo siempre tuvo una actitud creativa intensa, con reposos que solía tomar en Isla de Toas, frente al lago que su padre Rafael “El Marino” le enseñó a amar. En una entrevista en Radio Calendario 1020, me contó que solía leer poesía y que su autor preferido era Walt Whitman y su poema “Canto a mí mismo”, que sirve de epígrafe a esta crónica.
Con apenas 50 años de edad, Astolfo murió víctima de un síncope cardíaco el 20 de mayo de año 2000. Su despedida fue una multitudinaria manifestación de cariño del colectivo zuliano. Será recordado su cortejo fúnebre como uno de los más concurridos. Sus restos reposan en el cementerio Corazón de Jesús, con su emblemático dintel mostrando la palabra “Pax” en alto relieve; pero sus gaitas están en las escuelas, en las barriadas, en las calles de Veritas, en las radas de Toas. Su estirpe de líder en la gaita tiene el reconocimiento nacional, y su espíritu de bardo ahora vive en todas partes.
A 62 años de su llegada a este mundo, recordemos a “El Parroquiano”, sembremos su canto en nuestra memoria, pues esa es la única manera de mantener vivo su talento, su magia de creador zuliano. Cada 8 de febrero, Astolfo celebrará su nacimiento unido al del genio de Nantes, Julio Verne: dos emblemáticos acuarianos.
Qué repiquen las campanas por “El Parroquiano”. Lo siento redivivo en este febrero de 2012, en este tiempo de amor y revoluciones en su ciudad catedralicia. Su obra es fuente sonora que no cesa.
Twitter: @leonmagnom