“La música es tu propia experiencia,
tus propios pensamientos: tu sabiduría”
Charlie Parker (Kansas 1920 – Nueva York 1955)
En las décadas 50 y 60, a los campos petroleros del Zulia llegaron músicos que ejecutaban muy bien el jazz, pianistas, saxofonistas, bateristas: en su mayoría eran ciudadanos norteamericanos o de las islas caribeñas, herederos del legado de Louis Armstrong, Duke Ellington, Dizzy Gillespie y Charlie Parker “Bird”, a quien Julio Cortázar describió como “El ángel enfermo” por sus múltiples adicciones y su mágico talento.
Era común conseguir en las bandas musicales a buenos pianistas cabimenses, excelentes músicos de la Costa Oriental trabajando como trompetistas, guitarristas, percusionistas, pues eran hombres que se levantaron escuchando la música ejecutada con maestría y en vivo en los clubes petroleros.
El mejor saxofonista nacido en los campos petroleros de Lagunillas en mayo de 1938, fue Bernardo Blanco, un maestro que heredó de su padre Oscar, quien ejecutaba el banjo, el amor por la música. De su madre María obtuvo el amor por el canto, ella participó como solista en las emisoras pioneras que realizaban concursos de aficionados, vocalizando con gran belleza.
Bernardo fue el mayor de cinco hermanos músicos, todos superdotados para expresar el sabor de los ritmos tropicales: Ramy, Cecilio, y los morochos Leopoldo y Ricardo, quienes nacieron el 11 de diciembre de 1945.
En el año 1958, siendo aún adolescentes, comenzaron a tocar música influenciados por el chachachá de Mario Bauzá, por los sones y guajiras de La Sonora Matancera, el merengue de Damirón, y por maestro Tito Puente y su big band. Y sobre todo tomaron patrones musicales de las orquestas establecidas en Venezuela: Chucho Sanoja, Los Melódicos y la Billo’s Caracas Boys.
En 1960 se conforman profesionalmente como el sexteto Los Blanco, unidos los cinco hermanos y un cantante invitado: Cheo Matos, joven de origen trujillano. Comenzaron a grabar, lanzaron sus álbumes al mercado, el primero fue “Chispeante Maracaibo”. Tuvieron el respaldo del sello discográfico Phillips, luego de Top Hits y Velvet. Comenzaron las giras nacionales, sus temas sonaban en las emisoras de mayor sintonía y popularidad, el público iba identificando su estilo original, nuevo, parecido a nada de lo anterior. Bernardo fue el primer director de la banda, con una gran disciplina, con un carácter firme pero sereno, con un liderazgo sin aspavientos, ni efectismo, fue un gran caballero de los escenarios.
Don Oscar Blanco y doña María Herminia de Blanco, jugaron un papel fundamental en la formación de la agrupación. Al principio, el patriarca oriundo de Güiria, estado Sucre, no estaba de acuerdo con hacer una orquesta, pero al notar el innegable talento musical de sus hijos, no dudó en apoyarlos e impulsarlos. Mamá Mina, como llamaban a su señora madre, mujer nativa del estado Falcón, fue el principal motor del sexteto Los Blanco: fue su directora, promotora, primera administradora, asesora de imagen y asesora espiritual.
Bernardo comenzó a componer, hizo temas como “Fidias y su parrilla” dedicado al locutor caraqueño Fidias Danilo Escalona, impositor de la palabra “Salsa” para identificar comercialmente ese género afrocubano. Compuso en clásico “Merecumbé a lo Blanco” en fa menor, “El sedante de rumba” que en 1972 fue grabado en Nueva York por Charly Palmieri y su Orquesta, para su álbum “El Gigante del teclado” cantado por el mayagüezano Vitín Avilés “el cantante del amor”:
“Tengo un motivo para expresarme
sin duda ninguna, tengo que quejarme”
Ese mismo año conocen a Oscar D’ León, quien llegaba a tocar a Maracaibo con La Dimensión Latina y era un desconocido para los bailadores locales de la época. Oscar y Los Blanco hicieron una sólida amistad, inquebrantable, resistente a los embates de la farándula, y llegaron a producir juntos dos álbumes que marcaron récords en ventas y sonaron en todo el país.
La fama y prestigio de Los Blanco seguían creciendo alcanzando públicos lejanos, mientras que su director fundador Bernardo seguía dotado de una gran humildad, con el estuche de su saxo Buffet francés en su auto, recorría la ciudad saludando, con una mirada afable, paternal, y una sonrisa de niño, era de diminutos ojos y una inmensa humanidad.
En 1973 se unieron a los Guaco para producir su clásico “Guaco y tambora” de la autoría de Ricardo Hernández, en esa grabación Bernardo grabó la segunda trompeta junto a su hermano Ricardo y realizó el exitoso arreglo. Con esa producción se selló un pacto de amistad y colaboración que aún se mantiene entre las dos organizaciones musicales.
La oficina del sexteto Los Blanco, estaba ubicada en el Centro Comercial Landia, en cuyo estacionamiento se podía ver su emblemático autobús color celeste, con el que recorrieron toda Venezuela. En ese habitáculo, Bernardo tenía una excelente discoteca de jazz y salsa, y allí la escuchaba deleitándose, mientras sus contertulios observaban las placas, trofeos, carátulas que marcaban la exitosa trayectoria de la agrupación, que durante los años 70 y 80, estuvo bajo la égida del visionario productor Tucuso Bruzual.
Bernardo Blanco se confesaba admirador del nativo de Kansas, Charlie Parker y del cubano Paquito D’ Rivera, ellos era sus ídolos en su instrumento de viento madera, sus maestros inspiradores.
El concepto musical de Los Blanco lo crearon en lo armónico, Bernardo y Ricardo, con la inédita combinación de una trompeta en si bemol y el saxo alto en mi bemol, sobre la base de un contrabajo que tocaba Ramy y una guitarra eléctrica que ejecutaba Nerio Franco. La base rítmica la crearon Leopoldo con su timbal y Cecilio con sus congas; hicieron una particular “pelota del ritmo” y la sabían pasar del ritmo guaracha a la salsa, del merengue tradicional al merengón. La cumbia la ejecutaban con un toque de su guaracha, que los diferenciaba de las otras agrupaciones.
Con el tiempo anexaron excelentes pianistas, querían formar parte de la banda, entre otros: Mario “Bocanegra” Sánchez, Edwin Pulgar y Ernesto Kakum Guerra. Con la partida del hermano Ramy Blanco a España donde reside desde hace tres décadas, ingresaron varios contrabajistas de gran talento al grupo orquestal. Hoy en día el sonido de Los Blanco en los vientos contempla un trombón en do, que se unió a la amalgama del saxo alto y la trompeta. Es un estilo único, sin parangón en la música del Caribe.
Los Blanco – Volando (En Vivo)
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El 1 de agosto de 2014, en medio de los homenajes y proyectos por el medio siglo de trayectoria de Los Blanco, la muerte sorprendió a esta familia musical, los hijos de María Herminia y Oscar Blanco perdían a su hermano tutor, al músico de mayor jerarquía: Bernardo, a los 76 años de edad, debido a un paro cardio-respiratorio. Toda la familia impactada lo despidió entre el homenaje multitudinario de los músicos y melómanos de Venezuela, en medio de un llanto colectivo, meritorio de un ciudadano del arte popular, que con dignidad representó a su tierra. Quizá el hijo de mayor parecido con doña María era él, no solo por su rostro, sino por su carácter, su hijo mayor marcado por su nombre germano que realza el valor del guerrero “fuerte como un oso”.
En una de las largas conversaciones que sostuvimos, Bernardo me comentaba sobre la enseñanza de su madre al referirse al mundo artístico. “La mejor enseñanza que nos dejó Mamá Mina fue la fórmula del éxito de Los Blanco, ella siempre nos decía: Ustedes deben sumar, no restar. Sumen cosas constructivas, resten lo negativo”. Y agregaba: “Ella siempre estuvo al tanto de lo difícil y contaminado del mundo artístico y ese fue su mejor consejo”.
Con toda seguridad, el proyecto Los Blanco seguirá su curso, tendremos que acostumbrarnos a ver en el escenario a otro saxofonista ejecutando el alto, conscientes de que en la memoria, estará perenne la imagen afable, llena de afecto y de sabiduría musical del maestro Bernardo. Un caballero con sonrisa de niño.