“Poetas naturales de la tierra,
escondidos en surcos,
cantando en las esquinas,
ciegos de callejón,
oh trovadores de las praderas
y los almacenes”
Pablo Neruda (Chile 1904-1973)
La tesitura es el rango de notas en cuyos límites la voz se mueve sin dificultad. Pocos cantantes en la gaita tienen una tesitura tan privilegiada, logrando que su voz emane con absoluta libertad como Carlos Méndez, siempre en perfecta armonía con las notas y con un timbre o distintivo sonoro que la enmarca en lo folclórico, en lo tradicional, que la ha hecho parte de esa familia de larga herencia, que llamamos gaita.
Esa voz suprema nació el 13 de octubre de 1964, de un niño crismado como Carlos Eduardo Méndez León, hijo de Ovelio Eduardo Méndez en Gladys Celina León. Siendo un muchacho tímido, muy parco, se sintió un habitante natural de los escenarios, desde donde comenzó a lanzar sus efluvios melódicos con perfecta afinación, sin detenerse desde hace tres décadas.
Carlos comenzó su carrera con “Gaiteros de Doña Margarita” a finales de la década de los 70. Grabó por primera vez en 1983 con el conjunto Santanita el tema “Gaita florida”, luego tuvo un receso en el mundo gaitero y se dedicó a estudiar Construcción Civil, hasta que en 1987 entró a formar parte de Maragaita, agrupación que creó Astolfo Romero en el seno de la industria petrolera, en la filial Maravén en 1985, de allí su nombre. Grabó el tema “Semilla” con la poesía del médico obstetra y cronista Rafael Molina Vílchez y la melodía del propio Astolfo.
En Maragaita consiguió su equipo ideal para cantar, para comenzar a plasmar su singular talento interpretativo. Comenzaron a surgir éxitos como “El compositor”:
“Componer gaitas mi hermano
es algo que me motiva
para alegrarle la vida
al pueblo venezolano.
Su pluma llora de gozo
y su musa de emoción
plasmando su inspiración
en sentimientos hermosos
componé compositor
algo que suene sabroso”
(Wolfang Romero y Leandro Zuleta, 1989)
Luego de ese gran impacto, que sonó a pesar de competir con temas como “La Alianza” de Neguito Borjas con Gran Coquivacoa, y “Prefiero mi gaita” de los Gaiteros de Pillopo. El talentoso solista Méndez León ocupó los primeros pupitres en las carteleras de éxitos con gaitas como: “El día que la Virgen lloró” dedicado al 9 de noviembre de 1969, cuando la procesión de la Chinita no salió por la intensa lluvia, mientras se realizaban las concurridas exequias de Ricardo Aguirre; “Sencilla y sabrosa”, “Y llegó para alegrar”, en 1990; y “Grito de gloria” que fue por unanimidad gaita del año 1991.
“Pregunto, ¿quién me responde?
me limito a preguntar
si la gaita es protestar
protesta dónde te escondes
la protesta me responde
en el canto de un gaitero
en lo rebelde y sincero
del sentimiento del hombre”
(Wolfang Romero y Leandro Zuleta, 1991)
Por esos años entrevisté a Carlos Méndez en mi programa radial Sabor Gaitero, lo percibí modesto, muy alejado de creerse un ídolo, un divo de la canción. Por el contrario, se mostraba como un cantante sereno, sobrio, con un gran respeto por los pilares del canto zuliano como Germán Ávila, Ricardo Cepeda, Danelo Badell, Gustavo Aguado. Estos a su vez comenzaron a reconocerlo como uno de los mejores intérpretes de la generación de relevo, artista que se conjuga con la solemnidad en su puesta en escena.
Uno de los momentos donde Carlos demostró su valía como cantante y su alto profesionalismo fue en 1997 cuando grabó al lado de Gilberto Santa Rosa el tema “Esto es decir Venezuela” de la autoría del dueto mirandino Brito-Urea. En esa ocasión el sonero santurcino tuvo los mejores elogios para la vocalización de Méndez, quien estuvo a la altura del reto.
Su primer ciclo con la agrupación Maragaita lo cerró en 1999 y pasó a formar filas de Iluminación Gaitera, conjunto liderado por Danelo Badel y Wolfang Romero donde impuso éxitos como: “Por costumbre y tradición”, “La gaita de las hormigas”, en el 2001; y “El Niágara en bicicleta”. Por esos años participó en la producción antológica “Las 100 gaitas del siglo” donde grabó varias piezas memorables.
Luego se unió al grupo Somos, conformado por exintegrantes de Maragaita, liderados por el tamborero sanfrancisquense Aarón Prieto. Con ellos grabó “Recordar es vivir” en el 2007, de la autoría de Germán Ávila Jr., y la parranda “El tácatataca” de Rafael Pollo Brito y Pedro Urea.
En la temporada 2008 regresó a la agrupación que le ha dado los más altos honores: Maragaita, esta vez en calidad de solista y directivo. En la actualidad se encuentra con mucha motivación y con planes de hacer música de alta cilindrada, orgulloso de interpretar en este segundo ciclo sus exitosos temas, gaitas que han quedado en la memoria colectiva.
En paralelo a su carrera musical, Carlos Méndez ha estado en la industria petrolera, formando parte de la Gerencia de Control y Pérdidas de PDVSA desde hace 21 años. Eso le ha brindado estabilidad económica y la posibilidad de jubilarse en los próximos años para dedicarse a tiempo completo al arte de cantar, para hacerlo por divertimento y sin las presiones del menester y la rutina laboral.
Desde hace 18 años comparte sus días con Leida Piña, a quien llama “Mi negra” y ha dedicado muchos de sus temas. Con ella ha construido un mundo de armonías y afecto profundo. Ella llena de sentido y de futuro su vida.
Carlos le cantó al contento, a la bonanza, a la alegría de vivir con la agrupación Amor y Gaita:
“La felicidad me llegó de paso
me dejó a su paso
lo que quiero más
y veo secarse muchas agonías
y la vida mía ha vuelto a comenzar”
(Lenín Pulgar, 1999)
En su caso pareciera que la felicidad que le producen sus tres amores: la gaita, su amada Leida y su madre Gladys Celina, será duradera y sonora:
“Y a la grey hizo llorar
de alegría no de pena
la voz de aquella morena
que hizo gloria al exclamar:
Aquí está la Grey Zuliana
cántala Monumental”
(Wolfang Romero y LeandroZuleta, 1992)
Carlos, después de 34 años de carrera, sigue llenando con su voz libre nuestro mundo sonoro.
Twitter: @leonmagnom