“Y la musa con pañuelo raído
canta larga y melancólicamente
en la tristeza severa y joven,
está su fuerza milagrosa”
Anna Ajmátova (Rusia 1889-1966)
A pocos días de cumplirse 150 años del nacimiento del poeta griego Constantino Cavafis en el puerto de Alejandría, ubicado en el septentrión costero africano, creo propicio rendirle homenaje a su legado, a su brillantez poética. Él ha logrado trascender y permanecer vigente un siglo y medio después de su muerte.
Constantino murió el 29 de abril, el mismo día que cumplía 70 años, devastado por un cáncer de laringe. Sus restos yacen en el desolado cementerio griego de Alejandría, su amada metrópoli fundada por su ancestro guerrero Alejandro Magno, de allí su hermoso nombre, ciudad de Egipto que fue el principal motor de su inspiración.
Mientras vivió, su poesía fue casi desconocida, circuló en hojas sueltas, en plaquettes de baja factura, muy precarias. En 1904 aparecieron impresos sus primero poemas, sólo catorce. El novelista inglés E. M. Foster, impresionado por sus versos, los tradujo al inglés a mediados del año 1930, así comenzó la tímida difusión de la obra cavafiana. Después de un siglo y medio luce renacida, y goza de reconocimiento artístico pleno en todo el planeta.
C.P. Cavafis era políglota, un cosmopolita, griego raigal. Cursó estudios en Liverpool, vivió en Estambul, conoció Francia y sus grandes poetas del siglo XX, fue un sabio conocedor del mundo panhelénico y eligió escribir en griego. Con el transcurrir de los pesados años, sus poemas pasaron la dura prueba de las traducciones, y hoy en día su obra es venerada en la lirica universal y se vende en todos los confines en hermosas ediciones.
Cavafis entró a mediados del año 1950 al idioma español, gracias a la pionera traducción de Pachi Aguirre, un sacerdote y catedrático de griego en la Universidad de Oviedo en España. Luego lo hizo el poeta catalán Jaime Gil de Biedma.
En 1962 apareció en Málaga la primera edición, bien cuidada en español, de sus poemas más celebrados:
“Iré a otra ciudad, iré a otro mar,
otra ciudad mejor que ésta…
Nuevas tierras no hallarás,
no hallarás otros mares,
la ciudad te seguirá,
vagarás por las mismas calles…”
Él pasó por el terrible drama de ver a su familia diezmada y arruinada, eso lo llevó a dedicar 30 años de su existencia a trabajar como funcionario del departamento de riego egipcio, con una rutina maquinal. Pero en su intimidad, se rendía a la investigación de la historia de los imperios, a la lectura de los grandes clásicos y a la creación de su poesía sodomita y secreta. En su morada sosegada ubicada a pocos pasos de su despacho, solía fumar mientras veía el mar desde su alto ventanal, los derrelictos antiguos, los buques que cruzaban el mediterráneo y que inspiraron su canto nostálgico:
“Regresa a menudo y tómame
sensación bien amada,
regresa y tómame
cuando la memoria se despierte
cuando un antiguo deseo pase por la sangre
cuando los labios y la piel recuerden
y las manos crean tocar de nuevo.
Regresa a menudo y tómame de noche
a la hora en que los labios y la piel recuerdan…”
Su casa hoy en día es un museo muy visitado en la depauperada Alejandría, el puerto de ultramar de glorias pasadas, el centro cultural más importante del mundo en otrora; hoy convertida es una urbe mugrienta, de calles caóticas, con edificios que se hunden o se desploman con un historial macabro y un ejército de niños huérfanos en harapos.
En este año 2013, Constantino Cavafis está de vuelta a su Ítaca, pero ahora es una aldea planetaria. En su balsa arriba a los puertos del mundo, como una evocación llega 150 años después hasta el puerto de Maracaibo a 2.900 millas marítimas de distancia de su ciudad, para recibir el amparo de sus lectores reverenciales:
“Cuando salgas en el viaje, hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimiento…”
Agradezco a Miguel Ángel Campos y su compañera Haydeé por acercarme la antología lírica donde conocí la obra de Cavafis, en la solariega biblioteca “Grano de Oro” en los años ochenta. En esa década tuve el privilegio de escuchar al poeta Hesnor Rivera en su programa “La palabra y su sombra” en la emisora La Voz de la Fe 580 AM leyendo la poesía cavafiana, como un regalo a la ciudad en su nocturno:
“Los hombres conocen lo que ocurre al presente.
Lo futuro lo conocen los dioses,
plenos y únicos, conocedores de todas las luces.
De los hechos futuros los sabios captan
aquellos que se aproximan”
Este 29 de abril celebraremos los 150 años del nacimiento de Constantino Petrou Cavafis, aún su musa de pañuelo raído canta larga y melancólicamente en las radas continentales.
Twitter: @leonmagnom