“Nuevas tierras no hallarás,
no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá,
vagarás por las mismas calles”
(Constantino Cavafis, Alejandría 1863-1933)
En octubre de 1897, la Isla de Wigth, ubicada en las agitadas aguas al sur de Inglaterra, fue el escenario donde Guillermo Marconi estableció la primera estación de radio. Un año antes, había obtenido la patente como inventor de ese medio de comunicación, que permitía emitir mensajes a través de ondas electromagnéticas. Es justo destacar que la radio es una niña con tres padres: uno ruso, Popov; otro serbio, Tesla; y el italiano Marconi, los tres físicos coadyuvaron a su creación. El novedoso invento tendría su primera emisión comercial en 1920, en la emisora KDKA, en la ciudad de Pittsburgh, urbe norteamericana célebre por sus acereros pioneros. Diecisiete años más tarde, nacería en calle San Gregorio de la barriada Santa Lucía, en Maracaibo, la voz más representativa de ese medio de comunicación en el occidente, Pedro Colina. Fue exactamente el 19 de mayo de 1937, cuando llegó el tercer hijo de José María Colina en Rosalía Polanco, falconianos que llegaron a la urbe petrolera, a la ciudad puerto para sembrar su familia. Lo llamaron Pedro Celestino, nombres que lo marcaban con sus significantes; “fuerte como piedra que llega del cielo”.
De niño solía jugar al locutor con micrófonos que él mismo construía con pequeñas cajas de papel. Era un muchacho elocuente, rápido mentalmente, dotado de una simpatía natural. Un típico tauro, apegado a los dones de la tierra. Él se permeó del arte de los pioneros de la radio y de la gaita, los escuchaba con devoción, los estudiaba al detalle. En las reuniones familiares solía declamar con gracia y solvencia, asombraba por su capacidad para construir frases, recordar pensamientos célebres, con una profusión de cascada verbal.
A finales de la década de los 50 comenzó en el medio radial, trabajó en Ondas del Lago junto a Felo Barradas. Luego pasó a formar filas en la Publicidad Anuncios Cristalino, dirigida por el doctor Luis Guillermo Cristalino, quien lo había conocido narrando boxeo como aficionado, y le impactó su carisma y versatilidad. Su espacio radial lo realizaban en Popular 700AM, estación ubicada en la avenida Santa Rita, tenía el célebre teatrino llamado “La fonoplatea de los éxitos”. Fue animador de los primeros festivales gaiteros, rápidamente se hizo popular entre los conjuntos profesionales y aficionados de la época. Tenía un aspecto jovial, con la redondez típica de un buen comensal, de cabello ralo y escaso cuello. Pedro Celestino Colina impactaba con la fuerza de su verbo, era elocuente, los auditorios se conectaban de inmediato con su oratoria, su labia imantada.
Siempre estuvo enfocado entre la comunicación comunal y la animación festiva, amaba exaltar la musicalidad criolla. Fue el primer locutor conectado con intereses comunitarios, preocupado por el espacio público, vocación que lo llevó a crear cooperativas para incentivar el urbanismo, el conocimiento y preservación del patrimonio histórico de la ciudad.
El cantor Ricardo Aguirre era dos años menor que Pedro. Cuando Aguirre comenzó a brillar con Cardenales en 1962, se hizo su hermano y así se llamaban. En noviembre de 1969, Pedro acompañó las exequias más multitudinarias que Maracaibo recuerde, y ocho años después, en los estudios de la emisora Mundial Zulia, creó en su memoria, un monólogo con Ricardo, que presentó en su programa “El gaitazo” de 1977. Dicho programa comienza con el efecto de una puerta que se cierra, y luego Pedro decía: “Ricardo, pasa hermano, siéntate. Ya han pasado ocho años de tu partida.” Un diálogo simulado con el gaitero de mayor magnetismo con el pueblo: Esa producción logró mantener en vilo a la audiencia, que los imaginaba frente a frente, como dos viejos amigos que se contaban sus pesares.
Ya entonces Pedro era considerado “La primera autoridad de la gaita en Venezuela”, como quedó plasmado en el LP editado por el sello Discomoda, contentivo de los mejores temas de los diez conjuntos de mayor peso en la década de los 70. Producción exitosa que coronaba con el poema de “Chinco” Rodríguez “El regionalista”:
“No hago el verso tierra adentro
pues no conozco los llanos,
ni otros estados cercanos
ni las bellezas del centro.
Yo mis versos los concentro
en los lares de occidente
donde un lago transparente
es un cristal que hoy nos muestra
una imponente silueta
de su majestuoso puente”
(Rodríguez, 1970)
“El regionalista” de José Chiquinquirá “Chinco” Rodríguez, declamado por don Pedro Colina
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Como dato curioso, ese Long Play tenía un precio de venta al público de 25 bolívares, un poco alto para ese momento, no obstante fue récord en ventas ese año, comentado en todos los diarios y emisoras de la región, lo que hoy, en este nuevo paradigma de las redes sociales, sería un “trending topic”, una tendencia muy marcada en el panóptico digital, que vigila todo, a toda hora.
Reverso del disco “Los Grandes de la Gaita” editado por Discomoda (Fuente: http://gaitaypunto.blogspot.com)