La palabra suite apareció en el idioma francés antiguo, se registra a finales del siglo XVI, denotaba una sucesión de piezas o cosas. Su primera forma fue “suivre” que a su vez tuvo su origen en el latín del vulgo “sequere”. El habla suavizó el término y surgió “suite”.
Inicialmente fue utilizado en el contexto musical, en el período del barroco temprano, para designar un mosaico de danzas, una secuencia de piezas musicales en la misma tonalidad. En Europa, la suite como forma musical orquestal tomó mucho auge, era interpretada en las cortes y teatros. Los compositores más famosos que han escrito suites son Johann Sebastian Bach y Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Del alemán J. S. Bach se sigue interpretando la “Suite para laúd en Mi mayor” que ha sido adaptada para ser ejecutada con guitarra clásica, y sus “suites para cello”, que siguen siendo interpretadas por concertistas como Yo Yo Ma, el cellista chino-francés considerado: el mejor del mundo en la actualidad. De Tchaikovsky, el genio ruso, la celebérrima “La suite cascanueces” opus 71, obra inmortal que fue estrenada en 1892 y que a diario se sigue ejecutando en alguna parte del mundo, doscientos veinte años después.
La lexía francófona “suite” fue adoptada por el idioma español con doble acepción: apartamento de hotel o pieza lujosa para alojarse, y a la vez, sucesión de piezas orquestales. Tuvo gran divulgación, llegó al continente americano con las incursiones españolas. En Maracaibo, la pronunciaron frecuentemente para significar mosaico de valses o de danzas que interpretaba la orquesta municipal o la banda típica en las retretas del domingo. Era cotidiano escuchar: “voy a la plaza Bolívar a escuchar la sesión completa de la orquesta, interpretando la suite de valses”.
Astolfo Romero lo recreó en su gaita “Época de 1890” grabada con Cardenales del Éxito en la temporada 1990:
“El domingo iré a la plaza
porque es día de retreta
a oír la sesión completa
de música bien tocada,
luego voy a la velada
de zarzuela y opereta
a piropear las coquetas
lindas las mozas bien trajeadas”
Consciente del gran arraigo del vocablo suite en los parroquianos maracaiberos del siglo XIX y su absoluta vigencia en este siglo XXI, el destacado músico y director de orquesta Lucidio Quintero tituló su obra para orquesta de 1994 “Suite del Lago”. En 1998, fue estrenada en Alemania otra de sus obras, la llamada “Suite zuliana”, ejecutada por el flautista Huáscar Barradas. Dieciocho años antes, el maestro británico Frank Barber arregló y dirigió “La suite zuliana con la ONFL”, obra trascendental que grabó con la Orquesta Nacional Filarmónica de Londres y fue editada por el Sello León en 1980 en formato LP (larga duración de vinilo). En esa colosal producción musical participó como cuatrista invitado Douglas Isea. La obra inicia con la danza “Pregones zulianos” de Rafael Rincón González, con un arreglo que lo tildaron de fílmico, por lo grandioso y descriptivo. En 1991 se editó de nuevo esa obra maestra, para entonces en el novedoso formato CD (disco compacto). En la actualidad, “La suite zuliana” de Barber está colgada en las redes musicales de libre acceso, y registra un gran número de visitas.
En 1990 se publicó la “Suite venezolana” con obras del maestro Antonio Lauro, una hermosa sucesión de sus temas para la guitarra, valioso mosaico de temas antológicos del creador bolivarense.
Luego apareció la magnífica “Suite latinoamericana” compuesta por el maestro chileno Luis Advis, con la estructura clásica de la suite antigua: preludio, rondó, zarabanda, giga, corrente. Todo en una perfecta sucesión dancística.
La palabra suite también está presente en el mundo de la literatura, en poemas y en la narrativa. En el 2004 se publicó “Suite francesa” de la autora judía (franco-ucraniana) Irene Némirousky. Lo curioso y heroico de la obra escrita en francés, es que fue creada en 1940 y su autora murió en los campos de concentración nazis y ésta permaneció en un cajón, dormida por casi 70 años. Cuenta las historias de dolor, escenas subrepticias de romances entre alemanes y francesas, las rivalidades sexuales, describe la pulsión destructiva de los invasores, la fe que los movía a traicionar. Relata la fatalidad que supuso la ocupación alemana en la Francia fecunda, cuna del arte más universal. Editorial Salamandra publicó la novela en español en el 2007, y se ha convertido en un clásico reverenciado en todo el mundo hispanoparlante: “Suite Francesa” es una asombrosa resurrección de la fuerza creadora de Irene Némirovsky.
Esta singular voz, suite, entendida como secuencia, sucesión, mosaico, fila de piezas o seguidilla tiene total vigencia y una gran belleza sonora. Su fonema omite la letra “e” final (se pronuncia suit). Su grafema lo constituyen cinco letras patrimoniales del español. Ese vocablo lo elegí para darle nombre a la emisora que fundé el 26 de febrero de 2012 en la ciudad de Maracaibo, Suite 89.1FM, cuyo eslogan es: “Tu contacto íntimo con la música”. Desde esa fecha viene operando con un gran equipo liderado por Mariana Ferrer Mello, Wenceslao Moreno, Orlando López, José Bonacía, Neimarú Montiel, Gabo Chávez, Rafael Muñoz Porqué, Gabriel Alejandro García, Gilberto González, Rafael Parra, Julio Albornoz, Ángel Martínez González, Francisco Hidalgo, Bolívar Blanchard, Carlos Zabaleta Jr., Ada Manuela Bertel, Manuel Ortega, Leandro Palmar, Albanys Rodríguez, Omar Muñoz entre otros. Creo que es una forma de mantener vivo ese término de tanta tradición en el Zulia, ligado al arte musical, de gran sonoridad y de tan alta significación para la cultura del mundo.
En el universo de la tecnología, que penetra y se apodera de todas las áreas del quehacer científico, artístico y laboral en general, ha nacido una nueva aplicación llamada “suite ofimática” de gran utilidad para organizar contenidos empresariales y archivar: “suite open office”. Ese significado, unido a la acepción del mundo hotelero, me dejan claro, que la palabra suite sigue estrechamente relacionada al mundo de los sonidos, de las melodías. Importante recordar el verso de José Martí: “Sólo el amor engendra melodías”.
Por estos días, en esta ciudad que amamos y habitamos, la palabra suite es una señal propalada por la radio: casi lo mismo que una melodía grata.