“Se tenga suerte o no,
deja huella el afán”
W.B. Yeats (Irlanda, 1890-1939).
El 9 de febrero de 1965, cuando el latir del reloj marcó las 12:30 de la tarde, una enfermera de la maternidad Castillo Plaza le informaba a José María Calixto que le había nacido otro hijo, un varón a quien llamaría Ender Enrique. Su mujer Ángela Elena Acosta salía airosa de un parto difícil en ese febrero ardiente, en el mes de la Virgen de los Candiles y de la subida de los furros en Maracaibo. José María era un experto nadador, entrenado como rescatista, había sido un entusiasta scout, un hombre devoto de San Jorge, el patrono de los excursionistas.
José María estaba convencido de que ese santo lo había protegido en el terrible naufragio de la piragua Ana Cecilia, ocurrido el domingo 8 de agosto de 1937 en el Lago de Maracaibo, fue alrededor de las 10:00 de la noche; cuando las aguas turbulentas del Coquivacoa se tragaron cientos de tripulantes. La tragedia la originó el sobrepeso por el exceso de pasajeros y las pésimas condiciones climáticas, eso hizo que se volteara violentamente la embarcación, sin tiempo para nada, solo para la muerte. En medio del caos, los alaridos de los pasajeros ahogándose, José María logró salvar a una dama y a dos niñas, fue un milagro, pues las pudo montar sobre un baúl que flotaba y así llegó a la orilla, extenuado por la travesía, mientras sonaba su silbato de boyscout con el SOS, para alertar sobre el siniestro a los pescadores y a los marinos en tránsito. Por ese hecho heroico recibió La Cruz de San Jorge, la máxima distinción que otorga la comunidad internacional Boy Scouts de América.
La vida de José María Calixto estuvo ligada a los prodigios y al lago, él nació a bordo de una piragua el 24 de diciembre de 1914, por ello lo bautizaron con los nombres de los padres de Jesús de Nazareth. Su hijo acuariano, Ender Enrique, muchos años después le compuso una gaita-crónica que relata su odisea lacustre:
“Nació en una embarcación
un 24 de diciembre
quien dejara para siempre
su ejemplo de gran valor
el día que zozobró
la piragua Ana Cecilia
pudo salvar varias vidas
demostrando pundonor”.
En el sector La Limpia transcurrió la niñez de Ender Calixto Acosta, donde vivía su admirado Daniel Alvarado allí conoció buenos gaiteros y comenzó a ejecutar la tambora, la charrasca y el cuatro. Desde los días en la escuela primaria cantaba con solvencia, desinhibido, sin apocamiento alguno. Ya anunciaba su vocación temprana por el mundo de los escenarios.
Al comienzo de la década de los 80 comenzó a gaitear con el conjunto El Gran Bulevar. Entró en 1983 al conjunto de Ricaurte Hernández y Morelia Hernández “Vuelvan Caras”, de estilo muy tradicional y antañón, pues contaba con la asesoría del cronista y compositor Arnoldo Hernández Oquendo y del gran compositor y cantante gaitero Humberto Mamaota Rodríguez, el maestro de la investigación en la gaita: cronista de su origen y su evolución. Con esa organización grabó un tema de Jairo Gil, referido a las parrandas que se formaban en casa de Macorina, la madre del poeta gaitero:
“Muchachos de corazón
en víspera de La China
te invito a que Macorina
a un tremendo parrandón.
Hay mojito de cazón
chivo en coco y hay cantares
arepitas de budare
de queso y de chicharrón”.
Después de ese noviciado musical, Ender entró a las filas del conjunto Sentir Zuliano, para sustituir al cantante Luis Ángel Aguirre, una agrupación de gaiteros adolescentes en su mayoría. Actuando con ellos recibió la invitación para formar parte del Grupo Koquimba de los hermanos González, con ellos actuó una temporada y pasó al Grupo Kaos. En 1991 comenzó un ciclo de ocho años con el Grupo Racoa, con esa divisa grabó importantes temas junto a Yelitza Vílchez, Hermágoras Pirela y Alexander González. Uno de su autoría es:
“Esta es gaita pueblera
que se escucha en un solar
y todos van a cantar
por alegre y bullanguera
esta gaita sí que es buena
con golpe tradicional”.
Comenzaron las giras, algunas nacionales, también comenzó su ciclo de visitas a las emisoras y periódicos. En paralelo trabajaba en la empresa eléctrica Enelven, allí conoció al amor de su vida, la mujer que lo ha acompañado por décadas, Rosalba Mengual, con quien tiene dos hijos, Ender Alberto, quien es un buen percusionista y la bella morena Shiireé, cuyo nombre wayuú, significa “por amor a ella”. Se destaca como tamborera de la agrupación Gaita Nuestra con sede en Montreal.
El mundo de afectos de Ender Calixto lo corona su nieta, Margarita Calixto Pike, hermosa niña rubia, de voz dulce, hija de Ender Alberto y la canadiense Amanda Pike. Su nieta lo acompaña en las actuaciones como maraquera y cantante. En la recién realizada Gala del Folclor Venezolano en el teatro Leonardo Da Vinci ubicado en el quartier Saint Leonard, Margarita Calixto interpretó la célebre danza de Chelique Sarabia “Chinita de Maracaibo”
“El lago te dio su voz
rumor de oleaje tranquilo,
y el Catatumbo su luz
con resplandores divinos”.
En homenaje a su talentosa nieta, Ender Calixto Acosta creó la primera escuela de gaiteritos en Canadá, donde participan, hasta ahora 10 niños residentes de las comunidades de Saint Hubert y Brossard, ubicadas en la ribera sur de la isla de Montreal. Los domingos ensayan en la casa de Ender Calixto, “Los Gaiteritos” van acompañados de sus padres para hacer la ronda gaitera familiar, sin importar la estación del año. Han llegado a reunirse para tocar gaitas, cuando las calles del Québec están cubiertas por treinta centímetros de nieve y la temperatura está a menos 20 grados centígrados.
La gaita que sonó en toda Venezuela en 1995 titulada “El abono” e interpretada por Ender Calixto con el Grupo Racoa, ha germinado en su exilio voluntario; al igual que su padre José María, él ha sido un explorador de mundos. Primero en Utha, EEUU, a donde llegó en el 2000 y residió por tres años. Luego en el Québec, en la Canadá fecunda, al lado de la multiétnica y pluricultural ciudad de Montreal, en donde se estableció desde el 2003. Allí creó el proyecto www.gaitanuestra.com en 2005 con la intención de unir a los portales dedicados a la gaita, para trabajar por la globalización de ese género musical. En Montreal fundó su empresa de limpieza comercial, con la que atiende varias cadenas de farmacias, bancos y residencias. En 2010 creó su conjunto Gaita Nuestra, con el que ha recibido varios premios y reconocimientos, entre otros, el prestigioso “Latinos Awards 2015”.
Como lo cantó Ender en 1995
“Voy a comprar un saco de buen abono
para abonar la tierra de Venezuela
pues solo así estaré seguro
renacerán en el futuro
los hospitales y escuelas”
Cuando apenas ha rebasado los 50 años, Ender Enrique Calixto marcha firme al frente de este intento de globalizar la gaita, al frente de un conjunto gaitero que suena con calidad, y del gran proyecto pedagógico musical con niños, en su mayoría de padres venezolanos, nacidos en estas tierras de arces y maples, de nieves salvajes, de puertos arcaicos, país de gente indemne a los inviernos feroces. En tono categórico podemos afirmar que Ender es el mejor embajador gaitero que hemos tenido, posee una visión vanguardista para la difusión del folclor y un respeto ceremonial a la tradición gaitera.
Ha establecido alianzas para grabar con Ricardo Portillo, Priscarlina Vílchez y Ender Cárdenas.
En la temporada 2015 está participando por el Premio Gaita del Año, como cantautor del tema “La gaita de 1810” grabada con los instrumentos típicos, el furro, la tambora, la charrasca y el cuatro. Sin elementos electrónicos y con coros al unísono. Ese tema tiene un sabor ancestral en sus versos.
“Esta gaita es cachimbera
de mil ochocientos diez
y yo la recuperé
para que no se perdiera
y si ustedes lo pidieran
la cantamos otra vez
otra vez, otra vez”.
Tal como lo expresó el poeta irlandés William Butler Yeats “Se tenga suerte o no, deja huella el afán”. Sin duda Ender Calixto está dejando huellas profundas en la historia de la gaita, por su determinación, decisión, gran voluntad, por su inagotable actividad creadora, su ardor folclorista, su esfuerzo y su brega como juglar zuliano en tierras lejanas.
En vez de rabiar por la crisis en la gaita, y ahogarnos en la desesperanza, tendamos una mano al proyecto Gaita Nuestra, conjuguemos esfuerzos con el hijo más querido por el héroe de la Ana Cecilia.