Oriundo de Argentina, pero decía que era terráqueo. Vivió en varias ciudades y se sentía tan mexicano como francés y argentino. Maracaibo le abrió sus puertas en más de una ocasión, y por siempre será morada para quien en vida fue un agitador del la paz y la felicidad. “Uno es lo que ama”, dijo en más de una ocasión Facundo Cabral, firme creyente de que los muertos no son tales y que siguen entre los vivos mientras se quiera.
Irreverencia, revolución y admiración son algunas de las palabras que salen a relucir entre quienes tuvieron oportunidad de compartir con Cabral en Maracaibo. Su paso por la ciudad, como cada uno de sus viajes, no fue menos que memorable, pues el argentino universal era un maestro de la vida, y con ella daba ejemplos a sus coterráneos, pues más que de Argentina, se sentía de la Tierra.
El impacto de su muerte es profundo en quienes entienden y comparten las visión de Cabral, un hombre quien con sus canciones y con el verbo se convirtió en un predicador de la paz y la libertad.
La desaparición física de Facundo se produjo el pasado 9 de julio en Guatemala, en un atentado con balas que no iban dirigidas a él. Una muerte inesperada y que deja huella, aunque no tan grande como lo de su vida, llena de altibajos, pero siempre de riqueza, no de esa que llena los bolsillos sino el espíritu, porque si hay algo en lo que coinciden sus seguidores es en que la humanidad era lo que más destacaba en él.
La vida de Facundo Cabral no fue fácil. Desde su nacimiento fue un nómada junto a su madre y hermanos, pues su padre los abandonó. A los 9 años dejó el lecho para buscar una oportunidad de trabajo en la capital. En esa travesía logró conocer al presidente en ese momento, Juan Perón y a su esposa Eva Perón.
Aseguró en una ocasión que fue mendigo, y también estuvo en un reformatorio. Aprendió a leer y a escribir cuando era un adolescente, y desde entonces no paró. En una entrevista ofrecida al escritor venezolano Leonardo Padrón (Los Imposibles 2, 2007), le aseguró que su deseo era morir entre libros.
En esa misma entrevista, Cabral relató que Venezuela fue el primer país que le abrió las puertas, y que debutó en el programa de Renny Ottolina, quien le dio la oportunidad de darse a conocer.
Ramón Soto Urdaneta recuerda cómo Cabral quedó “maravillado” con el malecón de Maracaibo
Maracaibo, un público fascinante
La primera presentación de Facundo Cabral en Maracaibo fue en el teatro Niños Cantores. Entre quienes tuvieron la oportunidad de verlo en aquella ocasión, estuvo Ramón Soto Urdaneta, animador y locutor.
Soto recuerda que una de las dos presentaciones en el teatro fue a beneficio de la Escola Gregoriana, para que los niños concursaran en un festival internacional. En esa ocasión conoció a Cabral.
El locutor zuliano tiene la dicha de haber sido uno de los que los presentó frente al público antes de salir a un escenario. “Dos veces lo presenté, en el Niños Cantores y en el Lía Bermúdez (…) No le gustaba que lo presentaran, decía ‘Che, esto es muy escolar, yo me presento solo’”.
Entre las cualidades que resaltaban en Cabral estaba su autenticidad, recuerda el presentador. “No era una pose (…) No se ponía el ropaje de la farándula. Era tal cual se plantaba en el escenario con la canción y una propuesta profundamente humana”.
Durante otra de las presentaciones de Cabral en Maracaibo, desayunó en el Hotel Maruma, con el cual quedó maravillado al ver cómo Dios inspiraba el hombre a hacer construcciones como esa, relata Soto. El almuerzo se extendió por unas tres o cuatro horas en El Gaucho: “Comió mucha carne, mucho vino, mucho helado. Era un imán para los niños, incluso le dio helado a un niño que se le acercó. Era un muchacho más, un niño con canas”, recuerda con cariño.
Régulo Pachano recibió a Facundo en el Lía Bermúdez, oportunidad de un “llenazo”
El Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CAMLB) fue otro de los escenarios del cantautor argentino en 1996. En esa ocasión, cuenta el director del centro Régulo Pachano, hubo un “llenazo total” en un espectáculo que fue gratuito y que los obligó a colocar una pantallas exterior para quienes no pudieron entrar.
Para ese momento, Cabral ya era un artista consagrado y favorito entre quienes disfrutaban su música. “Fue una experiencia, institucionalmente muy importante, porque fue la primera vez que se ofrecía un evento gratuito con una figura internacional”.
“Él con el público fue una cosa maravillosa. Él decía que Maracaibo siempre lo trataba bien”.
Poco más de 1200 personas disfrutaron de aquél encuentro, ovaciones y aplausos del público no faltaron, recuerda Pachano, a quien no le fue sencillo desprenderse de la imagen del gran artista cuando lo tuvo frente a él. “Me inspiró mucho respeto. No me fue fácil abordarlo”.
Miguel Ordóñez atesora una de las fotografías que logró con el cantautor argentino. El legado de Cabral, asegura, es hacia la humanidad un mensaje de paz y amor
Cabral, cercano y mensajero
Al cantor siempre le atrajo la calidez del zuliano: “Le gustaba la espontaneidad y el afecto de la gente. Eso, además de impresionarle, le encantó” asegura el periodista, compositor y trovador Miguel Ordóñez, quien pudo compartir con Cabral en Maracaibo en dos ocasiones.
Con insuficientes palabras de elogio destaca la grandeza del argentino, quien –como pocos- practicaba lo que decía, él “era teoría y práctica”, comenta. Sus canciones, asegura, son reflejo de quien las entonaba, una persona que no necesitaba poses pues se mostraba tal cual era: una persona excesivamente humana y “el cantor de la copla más sencilla, y por eso más profunda”.
La memoria de Ordóñez lucha porque los recuerdos de Cabral resurjan como cuando estuvo frente a él; el tiempo ha hecho lo suyo y hay detalles que no logra recobrar, pero la esencia de los mismos está intacta.
Recuerda una anécdota de Facundo al comer helado mientras lágrimas brotaban: “Pensaba en cuántos niños en el planeta no lo habían podido hacer (…) Era capaz de llorar por el dolor ajeno. Eso no es gratis para cualquier ser humano”.
Bonacías valora el consejo oportuno de Cabral, una persona que poco creía en la desaparición definitiva de una persona
Otra persona cercana al argentino durante sus dos últimas presentaciones, en 2009 y 2007, fue el productor José Bonacías, quien al cumplir su compromiso de atender a Cabral admite que “a veces yo bloqueaba las visitas porque pensaba que le molestaban. Entonces le decía: ‘Facundo, allá afuera está…’ y me decía: ‘¿En serio? ¡Que pase!”.
Durante la última visita, Bonacías entendió de cerca por qué Cabral era admirado por las masas no solo por su música, sino de manera integral. Una semana antes de la presentación pautada para el 31 de mayo de 2009, la madre del productor falleció.
Mantiene en su mente claramente lo que el argentino dijo para reconfortarlo en el momento, fueron palabras profundas y llenas de verdad, pues Cabral sabía bien cómo se sentía Bonacías: Había perdido a su esposa y a su hija de un año en un accidente en un avión, a algunos de sus hermanos y a su madre, Sara, a quien siempre recordaba.
Para Ordoñez, en vida y ahora después de su muerte, Cabral es un mensajero: “Era un emisario de Dios y –por lo tanto- de la paz (…) Una prolongación de Jesús”, que vino a más que hablar, a dar testimonio y demostrar el nivel de humanidad que debe alcanzar el hombre.
Con igual o más admiración recuerda al cantor el escritor y poeta Mario Fernández. Entre sus memorias se cuela el cantante de cuando era un adolescente, el primer “cabralista” de la Cañada de Urdaneta.
Fernández reconoce la trascendencia del mensaje de Cabral, es por ello que cree que -como él- muchos lo lloran
Hondo pesar manifiesta Fernández, quien pudo tener cerca a Cabral en dos ocasiones, una con oportunidad de dirigirse a él en una rueda de prensa, momento que está en su memoria, como los datos más relevantes de la vida del cantor, que significó la cuarta vez en que lloró “desgarradamente” a alguien por su muerte.
Cabral, además de cantor, era un “agitador” de la paz y la libertad, asegura Fernández, un hombre como pocos que celebraba la vida cual si fuera una fiesta. Es por ello que hoy, tras su muerte, el desconsuelo ante la pérdida sabe que no será fácil de superar.
Humanidad y sencillez
La sencillez del trovador argentino se percibía en todo cuanto decía y hacía. Vestía de manera cómoda, casi siempre igual: pantalón y camisa manga larga de jean, unos zapatos cómodos y una chaqueta. Sus lentes oscuros no faltaban, y tampoco su bastón.
De cómo hablar de un tema ligado a la política y saltar a la contaminación, por ejemplo, sabía Cabral. Como pocas personas, el cantor entendía la vida como un todo, en donde lo que sucede está conectado, asegura Fernández.
Su herramienta -la palabra- la dominaba magistralmente al componer e idear frases y canciones, cuyo objetivo no era entretener, pero lo lograba. Cabral cantaba para la humanidad, con miras a otra sociedad posible.
En una entrevista ofrecida por el argentino en su última visita a Venezuela, la periodista Nitu Pérez logró un mensaje para todos quienes no podrían asistir a los conciertos que ofrecería por su despedida de los escenarios.
Ante su despedida de los escenarios dijo: “Si me escuchó alguna vez, y tenemos fervores similares, si tiene el mismo agradecimiento o respeto a eso que nosotros llamamos Dios –a esa cosa maravillosa-, si su corazón es mucho más saludable desde que se enteró de que alguna vez estuvo por aquí nuestro hermano mayor, Jesús, si cree que la poesía es un acto religioso, si cree que el individuo es lo mejor que hay y lo único verdadero –porque un lobo es una maravilla, muchos es una jauría-, si cree que si cada uno cuidara su árbol el bosque sería maravilloso, yo me quedo en él”.
Cabral dijo palabras para quienes no le verían más, y en ellas se concentró su esencia humanitaria, su fiel creencia hacia Dios, el respeto que sentía hacia la tierra en que habitó y de cómo se matendría en todo aquél quisiera.
El último concierto de Cabral en Venezuela fue en Maracaibo el 31 de mayo de 2009, su despedida era obligada por el cansancio de su cuerpo, desgastado por la edad y el cáncer que lo aquejaba. Desde el escenario del Aula Magna de la Universidad Rafael Urdaneta dijo adiós a sus fieles seguidores.
Además de un profundo pesar e indignación por cómo murió el cantor, persiste entre quienes lo recuerdan el hablar de él como si aún estuviera entre ellos, quizá de manera inconsciente cumplen con la que voluntad de quien se creció en la sencillez y les ofreció su voz y su vida en canciones.