“Yo canto lo que tú amabas”.
Gabriela Mistral (Chile,1889-1957)
El canto es la expresión más hermosa del ser humano. Nada lo supera en belleza, en sentimiento, en poder expresivo. Queda claro que el primer instrumento musical es la voz, el más importante de todos, la que lo genera como arte primigenio. El canto está presente en la alabanza religiosa, en las celebraciones, en las serenatas seductoras, en la voz de los antiguos rapsodas, en el drama operático, en el desborde bohemio, en las jornadas de labranza, en los medios de comunicación, en nuestra intimidad. El canto siempre está presente en nuestras vidas.
El poeta indio Rabindranath Tagore (1861-1941) logró resumir en una frase la grandeza mística del canto: “Cuando el hombre trabaja Dios lo respeta, mas, cuando el hombre canta, Dios lo ama.” Porque el canto es elevación, es poesía entrelazada con melodías, es estética dual. Activa todas las zonas del cerebro que tienen relación con el placer, el conocimiento abstracto, los sentimientos y la creatividad. Coadyuva a desarrollar la imaginación.
En el mundo del folclor, el canto tiene grandes representantes, voces icónicas que los públicos han hecho suyas. Como lo afirmaba la maestra y poetiza chilena Gabriela Mistral: Los cantores son seres privilegiados que interpretan lo que la gente ha amado.
Presento a los doce apóstoles del canto gaitero, los solistas que más han destacado en la historia de la gaita. Ellos, esa docena de talentos, son la memoria tímbrica del género gaitero. Gracias a su fraseo y afinación perfecta, la gente ha amado la gaita.
Esos doce apóstoles del canto gaitero, según mi criterio, son:
1.- Ricardo Aguirre:
Nació el 9 de mayo de 1939, fue el cuarto hijo de Ida Cira González y Luis Ángel Aguirre. Ellos conformaron una familia de seis varones, todos con sensibilidad y destrezas para la música.
Desde niño, los instrumentos musicales le fueron afines a Ricardo, eran como la prolongación de su cuerpo. Poseía un innato talento para tocar el cuatro, la guitarra, el piano y la percusión gaitera. Cantaba muy afinado, con una voz vigorosa: sus notas altas eran atenoradas y las graves eran de un barítono aterciopelado, con un amplio registro vocal. Murió el 8 de noviembre de 1969 en un accidente automovilístico, en una madrugada de lluvia, con solo 30 años de edad. Sin embargo, en esos siete años de carrera artística se erigió como El Monumental de la gaita, el mejor solista en la historia de este folclor.
2.- Germán Ávila:
Nació el 12 de enero de 1946 en el centro fundacional de Maracaibo, en la barriada Santa Lucía, hijo de Flor Sandoval y Ángel René Ávila. Cursó sus estudios iniciales en el Colegio Idelfonso Vásquez, y la secundaria en el celebérrimo Liceo Udón Pérez. Comenzó como solista profesional en 1962 con la agrupación Las Estrellas del Momento. Allí lo vio actuar el cazatalentos Douglas Soto y de inmediato lo recomendó al líder de Cardenales del Éxito: Ricardo Aguirre. Lo seleccionaron para formar parte de los solistas cardenaleros, junto a José Tineo y el propio Aguirre, con apenas 18 años de edad. Durante cinco décadas de carrera, mantuvo su tesitura de tenor dramático intacta, siempre cantó en las tonalidades originales.
3.-Nerio Ríos:
Nació el 25 de enero de 1938. Con solo 16 años de edad dejó buena impresión en la audiencia de la planta televisora Ondas del Lago, al actuar como aficionado. Su voz brillante, su cuidada dicción y afinación, su porte atlético y apresto para acompañarse al cuatro, eran portentos de un auténtico artista en ciernes. Nerio ha sido un líder en todas las agrupaciones que ha estado: El Conjunto Saladillo, Cardenales del Éxito, Los Mismos de Ayer y su grupo Legados. En la actualidad es el presidente de la Fundación para la gaita Funganer, en la ciudad de San Francisco, donde desarrolla una inmensa labor en la promoción del género folclórico zuliano. Lo llaman “El roble de la gaita”, seudónimo al que hace justicia.
4.- Enrique Gotera:
Nació en Maracaibo el 24 de septiembre de 1940. Pasó los primeros años de su vida en una casa ubicada frente a la Plaza de La Muñeca, en la parroquia Santa Lucía, junto a sus padres Alfredo Enrique Gotera Perozo y Carmen Delia Méndez. Cursó sus estudios de primaria entre las escuelas “Simón Bolívar” y “Sucre”, y obtuvo su título de bachiller en humanidades en el liceo Udón Pérez. Gotera es compositor, cantante y cuatrista, ha destacado en la gaita desde 1965, cuando debutó con Los Compadres del Éxito, logrando un gran impacto con el tema de su autoría, “Los Patinadores”. Es llamado “El fabuloso de la gaita”. En paralelo al ambiente gaitero, ha desarrollado la faceta de bolerista.
5.- Astolfo Romero:
Nació el 8 de febrero de 1950 en la calle Jugo del Barrio El Empedrao. Fue el primogénito de Rafael Romero y Cira Elena Chacín. A mediados de la década del 50 se trasladó a casa de su abuela Mamá Carmen y su tía Laudelina, en La Calle Soledad, ubicada entre la Bomba Múnich y los Cepillaos de Jesús Ríos. En esa casa aprendió a cantar la gaita, a colaborar con el negocio familiar de venta de empanadas y mandocas. En las madrugadas solía acompañar a su tía a comprar el maíz en la molienda de Don José, situada entre las calles Colón y Soledad. Murió repentinamente el 20 de mayo de 2000 dejando un gran legado composicional. Fue llamado “El parroquiano” por sus colegas y seguidores.
6.- Ricardo Cepeda:
Nació el 8 de noviembre de 1952, fue el primer hijo de José Cepeda, un gaitero oriundo de Punta Iguana (Costa Oriental del Lago). Su madre, María Chiquinquirá Olivares, una piadosa devota de la Virgen de Chiquinquirá, marcada por su nombre, heredera de una profunda tradición musical. Lo bautizaron en la barriada Santa Lucía como Ricardo José. Exactamente el día que el joven Cepeda celebraba su cumpleaños 17, se produjo el fatal accidente que segó la vida de Ricardo Aguirre. Su maestro moría en una calle de Veritas a los 30 años de edad, en el cenit de su carrera como cantor. Ese día aciago, se produjo un cambio, un gran viraje: se iba Ricardo José Aguirre y dejaba en su lugar a Ricardo José Cepeda, como en una carrera de relevos. Es llamado “El Colosal de la gaita”.
7.- Gustavo Aguado:
Nació el 3 de noviembre de 1949, bautizado Gustavo Adolfo. Es el tercer hijo del matrimonio conformado por Alfonso Aguado Rincón y Aura León. Por su corpulencia y estatura aparentaba más edad y eso le permitió cantar, con solo 13 años de edad, con la agrupación que nació en su casa, en la urbanización Sucre: “Conjunto Estudiantil Los Guacos del Zulia”. Tenía un estilo apegado a la gaita tradicional.
Gustavo escuchó música que lo marcó, como la del rockero de Autlán Carlos Santana, la del “Rey del Soul” James Brown, del guajeo de Joe Cuba, el canto elegante de Tito Rodríguez. Los Beatles y su revolución, el gran Tito Puente y su big band. Especialmente a la banda Tierra-Viento-Fuego y Aldemaro Romero con su Onda Nueva, lo motivaron a ser un innovador. Esos artistas moldearon sus influencias, lo marcaron. Sentía pasión por el sonido de la guitarra ejecutada al estilo Jimi Hendrix, aunque él no ha sido guitarrista, pero es un buen percusionista, e incluso llegó a grabar con Guaco conga y bongó en la década de los 70. Es considerado por la mayoría de los músicos, el mejor cantante activo del género gaitero.
8.- Nelson Martínez:
Nació en Caripito, estado Monagas, el 20 de septiembre de 1950. Emigró con sus padres, siendo un niño, a la “tierra del mene”, Cabimas. Se hizo vendedor de “patecoco” (dulce oriental que le preparaba su madre Carmen Dolores Blanco). Con los años, fue ejecutivo de ventas de máquinas de coser Singer, marchante autogestionario y un cantante de la calle. Inició su carrera de cantor con el conjunto Los Corsarios, luego pasó a las filas de Gaiteros del Prado. En 1969 Santos Nucette, miembro fundacional del Gran Coquivacoa, lo invita a ser figura estelar de esa agrupación cimera, bautizada con el vocablo arawuaco que dio nombre al lago. Nelson con apenas 19 años de edad, se apoderó de los escenarios, con su voz pastosa, de graves notas, y a la a vez, se tornaba en un timbre alegre y festivo. Cada interpretación suya era una celebración. Nelson es el patriarca de los gaitones santorales y de las tamboreras sanbeniteras.
9.- Ricardo Portillo:
Nació en la calle Guayaquil, el 16 de octubre de 1943, en una casa muy cercana al Puente O´Leary, plataforma diseñada por el belga León Hôet en 1909. Hoy en día, esa calle no aparece en el catastro municipal, vive en el recuerdo de Ricardo Portillo: era modesta, enclavada en los linderos de la barriada Santa Lucía, llena de solares interconectados, con fachadas multicolores, techos de tejas bermejas y puertas de agua con gárgolas en lo alto de sus frontispicios.
Ricardo oía cantar tangos a su madre Laurel, y lo cautivaban. Comenzó a ejecutar el cuatro con solvencia, eso le permitió ser integrante del conjunto de Julio Franchi Molina “Los Vegueros” en 1964. Allí cantó valses y danzas junto a músicos de calidad como el bajista Tony Vera. Después entró a la gaita con Los Sandungueros en 1966. En el año 1967 integra el conjunto Rincón Morales en el rol de cuatrista. Luego vino el fulgor artístico con Cardenales del Éxito en 1968, la divisa que más ha querido y ha sentido presente en su afecto profundo. En 1975 impactó en toda Venezuela como solista del Grupo Guaco. Ha ganado muchos premios, gaitas del año como compositor. Está muy activo con su agrupación Amparito Show.
10.- Argenis Carruyo:
Nació en el centro neurálgico de la capital gaitera, Maracaibo, el 22 de agosto de 1953. Bautizado como Víctor Argenis, siendo un adolescente, iba por las calles vendiendo los bocados exquisitos que preparaba su madre Ana Narcisa “La Negra”. En ese bullicio, en esa selva de talentos comerciales y de humoristas naturales, Argenis deambulaba, se hacía hombre en pleno corazón urbano.
Fue atrilero del sexteto Los Blanco, debutó como solista de Guaco, luego de la orquesta Súper Combo Los Tropicales. En 1977 formó parte de La Dimensión Latina. Ha grabado grandes éxitos gaiteros con Gaiteros de Pillopo, Los Chiquinquireños, Los Morillo y Sabor Gaitero. El llamado “Volcán de América” por su potente voz de tenor, desde 1988 está al frente de su propia orquesta con éxito ascendente.
11.- Betulio Medina:
Nació en la Laguna de Sinamaica el 5 de julio de 1949, miembro de una extensa familia de músicos, liderada por su padre Antonio “Totoño” Medina, un poli-instrumentista que celebró el 14 de julio de 1914 su cumpleaños 100. Su madre, María Concepción Paz, apellido de ascendencia paraujana.
Betulio comenzó a cantar a los seis años en el conjunto de la familia, Alma Zuliana, fundado en 1954. Fue bajista, solista, se convirtió en la base y la peana de la agrupación conformada por sus hermanos y sobrinos. Ese conjunto criollo pegó en toda Venezuela la danza “Sinamaica” de la autoría de Hermán Laguna. En la década de los 70 se estableció en la ciudad de Caracas, allí fundó su conjunto Maracaibo 15 con el que ha grabado su extenso catálogo de éxitos. Betulio es un gran tenor, tuvo formación operática.
12.- Danelo Badell:
Nació el 26 de noviembre de 1950, en el sector La Covacha, ubicado detrás del edificio Miranda en La Limpia. Fue el cuarto hijo de un comerciante llamado Juvenal Badell y de Alicia Aurora Galué, mujer de familia con tradición gaitera. Danelo fue un inquieto estudiante baraltiano, aficionado a cantar en las jornadas culturales de ese liceo modélico en Maracaibo. Desde los 18 años trabajó como Técnico Superior en Telecomunicaciones en la empresa CANTV, alternando esa labor con su pasión innata: el canto. Su recorrido por las agrupaciones gaiteras ha sido muy extenso, comenzó con el conjunto Lagomar en 1967 grabando el éxito “Esplendor Gaitero” de Brinolfo Fonseca. Luego pasó a Los Tropicales del Éxito. En 1970 entró a las filas del Santanita, allí estuvo hasta 1973. Después formó parte de Cardenales del Éxito, con ellos pegó temas como “Fiesta decembrina”, “Mensaje Navideño” y “Fascinante Venezuela”. Es un cantante de tesitura tenor, voz brillante, que marcó etapas importantes de Gaiteros de Pillopo, UDG, Iluminación Gaitera. Fue presidente del Imgra, Instituto Municipal de la Gaita.
Ellos, los doce elegidos, representan las mejores voces de la gaita en un siglo de historia. En las notas que han salido de sus gargantas, está dibujado lo mejor de la tradición, el sentir más tribal: los sueños compartidos en esta ensenada lacustre. Rindamos honores a estos doce apóstoles del cantar gaitero, con sus túnicas sencillas y su gran magnetismo en los escenarios, para que sigan de pueblo en pueblo sembrando nuestro sentir y nuestra identidad.
León Magno Montiel
@leonmagnom
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