Jaime Indriago y su agrupación Mi Presente arranca la temporada 2015 con el tema “Que no se pierda la fe” que reúne las a 23 solistas gaiteros de diferentes décadas, historias viva de la máxima expresión zuliana. Las voces de Ricardo Portillo, Jesús Terán Chavín, Ingrid Alexandrescu, Eroy Chacín, Deyanira Bravo Enmanuels, Alfonso Marín, Argenis Carruyo, Ricardo Cepeda, Luis Ángel Aguirre, Germán Ávila, Dionel Gutiérrez, Neguito Borjas, Danelo Badell Marvin González, Douglas Ochoa, Jerry Sánchez, Enrique Quiroz, Betulio Medina, Luis Germán Briceño, Lula López, Pedro Cantaclaro Villalobos, Nelson Romero y Jaime Indriago dan vida a un mensaje lleno de espiritualidad, esperanza, amor, unión y sobre todo fe.
“Desperté un día a las cinco de la mañana con estás dos líneas: Los tiempos han cambiado bien lo sé, el pensamiento y la forma de ser. Ese fue el punto de partido y ya a las ocho de la mañana tenía lista la composición. La intención es llevar un mensaje positivo a la humanidad. Ante tanta pérdida de valores, problemas que nos agobian, enfermedades que nos aquejan y tantas situaciones que acorralan al ser humano, es necesario mantener la fe. La creencia de que existe un Ser Supremo que siempre está con nosotros”, explica Indriago.
Afirma el compositor que la mejor manera para llevar el mensaje, es dando el ejemplo. “Pensé que si cada uno de nosotros, como gaiteros, damos muestras de fraternidad, sin duda alguna el mensaje se multiplicará y llegará a más personas. Definitivamente tocaremos corazones”.
Dos meses duró la producción de la gaita, que fue grabada en Sonofuturo de Edwin Pulgar y contó con la participaron de músicos de la talla de Gustavo Luengo, Julio Rivera, Ricardo Pelón Aguirre, Dennys Arteaga, y Juver Ulacio. ¿El resultado final? una joya musical que ya deja sus huellas.
Un ángel da su testimonio de fe
Cada uno de los que intervienen en la gaita es referencia de fe. Sin embargo, el toque especial lo brinda la niña Salma Richani, pequeña marabina de 5 años, hija del doctor Kaled Richani, quien hace un año fue diagnosticada con cáncer. Su familia abandonó todo y se fue al exterior en búsqueda de tratamientos para batallar con la enfermedad.
“Salma y su familia lucharon y a través de las redes sociales mostraron el proceso de todo lo que vivieron. La lección es que la niña a pesar de lo fuerte de su enfermedad nunca dejó de cantar, bailar y sonreír. Sus videos cantando los temas de sus artistas favoritos se convirtieron en virales y llenaron de amor y esperanza a miles de personas en el mundo. Por eso su voz viene a corroborar al mensaje”, aseguró Indriago.