En la década de los años 50, San Francisco era una zona rural contigua a la ciudad de Maracaibo. Entre cultivadores de hortalizas y pescadores, en ese territorio bucólico, se levantó un joven morenito, pequeño e inquieto, que amaba jugar pelota en sus trillas y explanadas. Era Omer Enrique Muñoz Prieto, a quien todos curiosamente llamaban “Rafito”, gozaba de simpatía natural y una gran rapidez para hacer chistes. Dotado de una picardía innata para jugar al béisbol.
Relataba en sus amenas tertulias, que mientras algunos amigos y él realizaban “la caimanera” (un juego callejero), su coterráneo Gerardo Quintero, narraba el juego desde lo alto de una mata de mango. Muchos años después, Rafito fue jugador de Tiburones de la Guaira, debutó en 1964, compartió club house con Luis Aparicio. Después fue un exitoso mánager del béisbol AA con el equipo OPE (Obras Públicas del Estado). Destacó como cazatalentos de peloteros para la organización Marineros de Seattle y Petroleros de Cabimas. Con el pasar de los años, Gerardo Quintero logró ser reconocido como un excelente narrador de beisbol, lo bautizaron “El estrikinaut”, con el equipo Águilas del Zulia, y en la planta NCTV en sus transmisiones de Grandes Ligas, junto a Robinson Aguirre, J.J.Villasmil y Pedro Zarlengo. En el año 1986, a Rafito le encargaron conformar la selección juvenil, y se llevó el título Mundial en Fort Lauderdale, Florida, EEUU.
Rafito Muñoz siempre estuvo rodeado del afecto de sus once hermanos, estos divididos “en dos ligas” como él relataba con jocosidad: “La Nacional (la primera familia que fundó su padre Omer Muñoz en El Bajo, los Muñoz Prieto, eran seis hermanos incluyendo a Rafito). Y la Americana (la segunda familia que nació en Santa Cruz de Mara, los Muñoz Ramírez) la llamada “muñocera”, conformada por Omar (economista, profesor emérito de LUZ), Omaira (Médico odontólogo), Omer “El Chicho” (educador jubilado, actual Legislador), Osvaldo (director del diario El Venezolano). Oslando Pepita (brillante periodista) y Oberto (empresario, emprendedor).
Sus dos hijos fueron sus mejores compañeros: Omercito, quien fue importante pelotero del equipo Águilas del Zulia, y luego su mánager. William, su colindante en el tráfago diario en Maracaibo por muchos años. A Omercito le tuteló su carrera como pelotero profesional, primero en la LPBV y luego en los EEUU, donde llegó a ser coach del equipo Medias Blancas de Chicago, el mismo que se tituló campeón del mundo dirigido por Ozzie Guillén en 2005. Exactamente entre 1985 y 1995, Omer Muñoz Molleda hizo carrera en ligas menores con las organizaciones Expos de Montreal, Piratas de Pittsburgh y Gigantes de San Francisco. Entre otros hechos importantes de su carrera en las menores, destaca que fue líder en porcentaje de fildeo de los campo cortos de la Asociación Americana AAA, en 1992. Integró el equipo Carolina en plan de coach-jugador, que se tituló en la Eastern League en 1995.
William, su hijo menor, fue un apasionado de la pelota, acompañó a su padre en sus academias, en los “try-outs” para seleccionar nuevos talentos para Marineros de Seattle. Fue su confidente y socio. Actualmente está dedicado a los negocios y reside en EEUU junto a su mamá, y su hijo.
Cuando Rafito Muñoz llegaba a algún sitio, la gente reía, disfrutaba a sus anchas con sus anécdotas y ocurrencias. Uno de los lugares más frecuentados por él, donde solía arrancar carcajadas con sus cuentos chispeantes, fue el restaurante Piamonte. Se convirtió en su segundo hogar, allí compartía con los mejores músicos del Zulia: Gustavo Aguado, Argenis Carruyo, Joseíto Bravo, Nerio Franco, Ricardo Hernández, Perucho, Iván Arcaya. Él afirmaba categórico: “para mí, Los Masters suenan mejor que La Orquesta Sinfónica de Boston”. Con la cofradía piamontesa pasaba sus horas de solaz, junto a sus amigos entrañables: Julito Reyes, Humberto Bravo, Fernando Gutiérrez, El viejo Pillopo Camacho, Glen Carruyo, Euro Ferrer, Iván Pirela, Guillermo Gallardo. Con los novatos Gustavito González y José Manuel Muñoz. Junto a Cheto Méndez, el psicólogo Ray Angulo y, eventualmente, aparecía Pepe Delgado Rivero; eran largas horas ofrendando su gozo vital.
El viernes 9 de junio en horas de la mañana, se detuvo su corazón, el que comenzó a latir el 28 de junio de 1942, y que fue generoso en la amistad y muy apasionado en su labor deportiva. Se marchó Rafito Muñoz y nos deja sus enseñanzas de vida, y la semblanza de su hermoso tránsito por este mundo.
El domingo 11 de junio entregamos su cuerpo a la tierra que lo vio nacer, donde cultivó tantos afectos y donde sembró su amor por el beisbol, por la música y la zulianidad. En el viejo Cementerio San José se escucharon las notas de sus boleros preferidos, las guarachas de Los Masters que tanto bailó junto a su mujer Norma Urbina, quien lo acompañó durante 34 años de su vida. Sus hijos, sus hermanos y una gran legión de amigos y familiares, lo aplaudieron mientras descendía su ataúd en la soleada mañana del domingo.
Dios bendiga el vuelo al infinito de Rafito, querido amigo. Ahora, ha entrado al ejército de ángeles que nos acompañan, junto a Leandro Lenin, Sundín, Tino Rodríguez y Luis Escaray. Gracias por tu generosa entrega a esta ciudad, diste tu vida a este mundo visible.
León Magno Montiel – @leonmagnom – leonmagnom@gmail.com