Discurso pronunciado por el Dr. William Briceño en el Hemiciclo Protocolar de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela en Homenaje a la Gaita Zuliana el día 1° de diciembre de 2004, contando con la presencia del Grupo Parlamentario Zuliano, doña Teresa Suárez Vda. De Aguirre, Ricardo Aguirre Suárez, Astolfo David Romero y Ricardo Cepeda Olivares.
El pasado 8 de noviembre, es decir, hace apenas un poco menos de un mes, se cumplieron treinta y cinco años de un acontecimiento que produjo un tajo divisional con la cortante espada de la historia a la más hermosa manifestación cultural y folclórica de nuestra región zuliana: el 8 de noviembre de 1969, el corazón del Zulia se vio lacerado por la trágica noticia de la desaparición física de El Monumental de la Gaita, Ricardo Aguirre González. Con esa perdida, la gaita quedó herida, profundamente herida.
La providencia silenció aquella voz, que fue como una antorcha iluminadora para nuestra zulianidad. Fue apagada aquella voz, que vibraba con la misma intensidad con que vibra el sentimiento popular. La voz de Ricardo Aguirre González fue el fiel reflejo de lo que está en lo más profundo de la conciencia del pueblo zuliano; Ricardo Aguirre González fue el escogido para dar testimonio con su incomparable voz, de una particularísima cultura que late en el corazón y en el espíritu del pueblo zuliano, con Ricardo Aguirre González la gaita comenzaba a ser otra cosa.
Muerto El Monumental, la gente en el Zulia se preguntaba ¿y ahora que pasará con nuestra gaita zuliana?, ¿qué destino le aguarda a nuestra bella música regional sin la presencia, sin la personalidad, sin la voz de Ricardo Aguirre González?
Naturalmente, la gaita no se detuvo, y no se detuvo porque los procesos históricos no se detienen, la gaita continuó su curso histórico.
Es que la gaita es un hecho activo, es un fenómeno vivo que ha comprometido y ganado al país; la gaita zuliana es un elemento fundamental en la construcción de nuestro perfil histórico y en nuestro proceso cultural. La gaita zuliana se ha venido gestando en el espíritu del pueblo del Zulia durante un largo proceso, durante un largísimo proceso que se remonta a la época de la colonia, que pasó por el fragor de las batallas de Independencia, que estuvo allí recibiendo el humo de los fusiles libertarios.
No nos detengamos a precisar el punto exacto del nacimiento de nuestra gaita zuliana, no nos detengamos a precisar el lugar de su génesis. No nos detengamos a considerar si nació en Gibraltar, si nació en Bobures, si nació en cualquier otro pueblo de la costa, si nació en Maracaibo en el barrio El Saladillo o en El Empedrao. No, no entremos en esas consideraciones, porque si algún lugar debe indicar su partida de nacimiento es justamente el corazón y el espíritu de nuestro pueblo.
La gaita no estancó su proceso histórico con la muerte de Ricardo Aguirre González: no es factible en modo alguno impedir el avance de un proceso histórico.
Con aquel vacío que dejaba El Monumental, se da emprendimiento a la década del setenta, y en un afán de acercarse al objetivo casi imposible de llenar ese vacío, nuestros artistas gaiteros se fueron enmarcando en un proceso de perfectibilidad, cuya consecuencia, cuyo resultado fue el de darle al país una clara demostración de la extraordinaria capacidad de nuestros artistas zulianos.
Así se vive, lo que en mi entender fue la época de oro de la gaita zuliana, de cuyo seno brotaron grandes figuras, excepcionales figuras que nos han hecho sentir orgullosos de nuestro terruño; grandes cantantes como Germán Ávila, Enrique Gotera, Danelo Badell, Neguito Borjas, Nelson Martínez, Gustavo Aguado, José Ríos “Bolita”, José Morales, Douglas Ochoa, “Bambaíto” Guzmán, Fernando Rincón, Betulio Medina, Jesús Terán “Chavín”; figuras femeninas como Raiza Portillo, Gladys Vera y Lula López, entre otras; insignes compositores como Renato Aguirre González, Luis Ferrer, Rafael Rincón González, Simón García, Heriberto Molina, Eurípides Romero, Luis Oquendo Delgado, Firmo Segundo Rincón, Ricardo Portillo, Rafael Rodríguez. Brillantes ejecutantes de todos los instrumentos musicales; figuras emblemáticas como la de Douglas Soto, a quien el destino, lamentablemente nos arrebató este año y muchísimas otras personalidades. Sería realmente prolijo enumerar aquí los nombres de las tantas figuras que surgieron al calor de aquella jornada; escapa a los límites de esta exposición hacer una mención detallada del interminable inventario de los tantos artistas zulianos nacidos de esa época y que han bañado de gloria nuestra historia musical.
Pero sí debemos, haciendo honor a la lealtad histórica, decir que, entre todos, entre ellos, entre tantas destacadas figuras, descuellan dos por su talento, por su capacidad creadora, por su importancia histórica: una, la de Astolfo Romero, el inolvidable, el entrañable y profundamente querido Parroquiano, cuya genialidad y fina inspiración lo erigen como el más genuino exponente de la sátira en toda la historia de la gaita y en uno de los más completos artistas zulianos de todos los tiempos.
Astolfo Romero fue para la gaita zuliana lo que el Lazarillo de Tormes para la novela costumbrista de la literatura europea del siglo XVII; su inmortal obra, su imperecedera obra resonará en el tiempo y cada día tendrá mayor vigencia. Astolfo Romero se nos ha ido, le hace compañía en el cielo a Ricardo Aguirre.
La otra gran figura es la de un artista zuliano, investido por el mérito de tener en su haber el mayor número de éxitos en la historia de la gaita; casi doscientos verdaderos éxitos, récord sin parangón, difícilmente podrá ser superado en el devenir histórico; un fino exponente de nuestra zulianidad, un hombre ejemplar, un verdadero reivindicador (sic) de la música zuliana y una venezolana. Un hombre de vida recta, extraordinario hijo, padre ejemplar, consagrado por entero a su arte, a su trabajo, afiliado de manera irrenunciable a la práctica de los más excelsos valores: me refiero al mejor cantante de gaita en los últimos treinta y cinco años, me refiero a Ricardo José Cepeda Olivares.
Mi modesta pluma de pergeñador (sic) quiso rendirle homenaje a esta extraordinaria figura zuliana y venezolana, escribiendo su biografía, su biografía que es un deslumbrante breviario de historia de nuestra gaita en los últimos treinta y cinco años. En esa obra, citando a un personaje apunto: “A los grandes hombres sólo hay que conocerlos a través de sus obras o a través de sus estatuas, porque si los conocemos personalmente nos decepcionarían”. Esto, acoto, tal vez se cumpla en muchos casos, muy probablemente en la mayoría, pero frente a otros bien podríamos decir: “Existen grandes hombres por cuyas obras conquistan el templo de la historia y al conocerlos cercanamente, el corazón para amarlos”. Ese es el caso de Ricardo Cepeda: todos cuantos lo han conocido personalmente no sólo lo aceptan y reconocen como el más grande cantante de gaita en los últimos treinta y cinco años, sino que lo aman profundamente.
Hoy, esta honorable Asamblea Nacional rinde homenaje a la gaita zuliana en la personalidad de Ricardo Cepeda y en la memoria de Ricardo Aguirre González y de Astolfo Romero. Aquí están presentes la señora Teresa, viuda de El Monumental Ricardo Aguirre. Aquí está presente el hijo de El Parroquiano Astolfo Romero, Astolfo David Romero, quien le ha venido siguiendo los pasos a su padre y aquí está presente Ricardo José Cepeda Olivares. Ellos están siendo homenajeados por esta Asamblea Nacional.
Este homenaje, señor Presidente, honorables diputados, lo recibimos como un homenaje al pueblo del Zulia, como un homenaje a nuestra historia, como un homenaje a la zulianidad. Con este homenaje, la Asamblea Nacional le está dando respuesta a la muy curiosa contradicción del venezolano, entre su generosidad raigal y su indiferencia para reconocer los méritos a nuestros artistas mientras están vivos.
¿Por qué la grandeza de nuestros valores artísticos casi nunca es reconocida en el tiempo de su protagonismo? ¿Es justo establecer la muerte casi como una condición para otorgar el valor extraordinario a una figura? ¿Es necesario dejar el vacío físico para rendir el reconocimiento a un artista? ¿Era acaso Ricardo Aguirre González, antes de aquel trágico 8 de noviembre, el símbolo que es hoy? No, no lo era.
Hoy, Ricardo Aguirre es una figura legendaria, y como Ricardo Aguirre, Astolfo Romero, cuya importancia histórica pareciera tener su punto de partida en el triste momento de su muerte. Así ocurrió con Felipe Pirela. No podemos decir nada diferente en el caso de Cheo García. ¿No constituye un motivo de reflexión el hecho de que el más grande monumento a la grandeza y a la gloria del habla hispana, don Miguel de Cervantes y Saavedra, el hombre que le regaló a la humanidad “El Quijote de la Mancha”, murió siendo un hombre abandonado, frustrado, preso de la más absoluta miseria, olvidado por sus compatriotas españoles, al punto que nadie hoy sabe donde se encuentra su tumba?
No permitamos que estos tristes ejemplos se sigan reproduciendo en Venezuela; no esperemos a que nuestros valores artísticos entren a revestirse para siempre en la eternidad ejemplar, para reconocer en toda su dimensión el valor y la grandeza de las obras de los grandes hombres que nos han sido deparados en el Zulia como en otras regiones de Venezuela.
Hoy tenemos vivo a Ricardo Cepeda, y esta Asamblea Nacional le rinde un homenaje, lo cual constituye un gran ejemplo para el país.
Ciudadano Presidente, honorables diputados, es menester que yo exprese desde esta importante tribuna, que este homenaje, que hoy rinde la honorable Asamblea Nacional a nuestra gaita zuliana, en la personalidad de Ricardo Cepeda, y en la memoria de Ricardo Aguirre y de Astolfo Romero, es motivo de profunda alegría para todo el pueblo zuliano; constituye motivo de honda satisfacción para los habitantes de un pueblo, de cuyas entrañas brotaron estas figuras: a dos de ellas las recordamos perennemente y a la otra, a Dios Gracias, la tenemos viva y nos sentimos profundamente felices por ello.
Aquí está entre nosotros Ricardo Cepeda, aquí está hoy con nosotros este extraordinario cantor popular, que hace de su interpretación un modo de expresión particular que nos distingue ante el país y ante el mundo, como el pueblo que tanto ama, tanta fe profesa y tanto orgullo siente por su tierra, su historia y su tradición.
En nombre de ese pueblo grande del Zulia, muchas gracias. Muchas gracias a todos cuantos coadyuvaron a hacer posible este homenaje: al Grupo Parlamentario Zuliano, al Presidente de esta honorable Asamblea Nacional, a todos los parlamentarios, al diputado Roberto Suárez, intransigente defensor de la zulianidad.
Muchas gracias a todos, y quiero, recogiendo el sentimiento del pueblo zuliano, dejarles un mensaje: Que ese hermoso ritmo musical que en el Zulia, en Venezuela y en el mundo se conoce como gaita zuliana, que ya no es sólo un patrimonio zuliano, sino que es un patrimonio venezolano, continuará montando guardia con la idea de seguir cumpliendo cabalmente con el papel histórico para el cual ha sido concebido; el cual es servir de vehículo a través del cual podamos expresar nuestra fe, nuestra alegría, nuestra tristeza, nuestra pasión, nuestro entusiasmo, nuestra protesta y fundamentalmente nuestro amor, el desgarrado amor que el pueblo zuliano siempre le ha profesado a todos los pueblos de Venezuela; esa bandera no caerá de nuestras manos, como nunca antes han caído tampoco de manos zulianas, las banderas que hemos tenido el honor de recibir en el curso de nuestra historia.
El cumplimiento de ese sagrado deber es sangre caliente que palpita en nuestro propio corazón zuliano y venezolano.
*El doctor William Briceño es autor de “El Colosal Ricardo Cepeda: Vanguardia de la Gaita Zuliana”, ”Gaitán después de medio siglo” y es considerado el abogado de los gaiteros.