“Mi Canción”

- Publicidad -
- Publicidad -

Siempre he enfrentado la vida con profundo agradecimiento de estarla viviendo. Contento de ejercer con plenitud y honestidad la hermosa tarea de poner en función del hombre y su combate, la canción que aprendí entre cantos de pájaros, los golpes de escardilla sobre la tierra seca y la roja y silvestre cosecha de los semerucos en mi amada Península de Paraguaná. Esa canción es amiga de los pueblos que en la parte latinoamericana del mundo luchan por liberarse del secular oprobio, miseria y atraso a que los han condenado sus depredadores de barras y estrellas. Esa canción es amiga de los pueblos africanos que luchan por no dejar morir definitivamente su cultura, su dignidad y sus derechos frente a la bota colonialista y “civilizada”. Esa canción es amiga del Vietnam que sigue luchando por ser “diez veces más hermosos” como lo soñó el dulce y sabio Ho-Chi-Minh. Esa canción es amiga del pueblo palestino y su lucha por recuperar lo que siempre fue el sitio amoroso de su patria.

Esa canción, lo digo con sincera convicción, es amiga del pueblo judío, aunque enfrente con todas sus fuerzas, la política genocida y sionista que lo dirige. Esa canción es amiga del hombre que sueña y lucha por sus sueños, del hombre que ama con profunda fe en el ser humano. Esa canción es amiga del que no ha desertado de la esperanza y que en una pequeña Iglesia, ora porque en el mundo no se siga construyendo con la osamenta de los que mueren de hambre. La descomunal cruz donde quieren clavar de nuevo al Hombre. Esa canción es amiga de los poetas y también de los cantores “boca-sucias” que impotentes de romper cristales con su voz, andan por ahí, abriéndole agujeros a la desesperanza y al “achanta, pana” con que los quieren frenar los derrotistas. Esa canción es nicaragüense y es salvadoreña al ser profundamente venezolana, con toda la fuerza que la transmite el pueblo que la alimenta, con dulces y amargas palabras y con la música que se origina en los pasos de nuestros primeros pobladores caminando sobre las hojas secas.

Esa canción ni es neutral ni me la canto a mí mismo, por eso tiene amigos y enemigos por supuesto. Tiene enemigos en los que se deleitan golpeando al hombre preso. Enemigos en los que trafican con la droga que convierte en pesadilla de desolación y muerte los jóvenes sueños de nuestra muchachada. En los que convierten en mentira la hermosa verdad de la democracia. Enemigos en los que llegan al filo de la madrugada con tractores y peinillas desenvainadas, y convierten en enormes fogatas las humildes viviendas donde miles de venezolanos abrigan la subvida que les permite un sistema corrupto e inhumano como el que tenemos. Enemigos en los que llenan de cenizas e inmundicias nuestros ríos y después dicen que fue una “menudencia casual” la mortandad de peces en Carenero. Enemigos en los que han edificado un pueblo desnutrido sobre la inmensa riqueza de nuestro suelo. Enemigos en los que creen en Bolívar mientras se puedan embolsillar su pensamiento. Enemigos en los que creen que las células del hombre que trabaja, son centavos, que se pueden atesorar en los bancos de Suiza. Enemigos en los que creen en los partidos políticos son corrales donde se pueden encerrar los pensamientos. Enemigos en los que creen que con mentiras se puede llenar de mierda para siempre, la dignidad del pueblo nuestro. Enemigos en los que dicen que es “por capricho”; que la gente vive martirizada en nuestros cerros. Enemigos en los que creen que a todo un pueblo, dueño del cerro “Galicia”, lo pueden encerrar en un club de Sibaritas, construido sobre un crimen ecológico. Enemigos entre los que hablan y manotean orondos sobre los derechos humanos, mientras nuestros indígenas son perseguidos a perdigonazo limpio como si fueran chigüires. Enemigos en los que “ligan”; que el gobierno de turno sea desastroso y malo para ellos poder ganar “las próximas elecciones”. Así se van barajado durante mas de cinco lustros, y nuestro pueblo boca abierta y bueno, dejándose llevar.

Claro que esa canción tiene enemigos, coño y si no los tuviera, igual le cantaría.

Pequeño relato de un Domingo de Ramos.

El sábado 14 de abril, acudimos a una convocatoria cultural para defender la vida del Rió Tocuyo. Los muchachos del grupo Rebelión quisieron celebrar su cuarto aniversario diciendo con canciones que un pueblo reconstruido sobre los escombros de un terrible terremoto, bien podía enfrentar la muerte del natural enemigo de su sed, con acto vital de amores y “golpes”.

Quiero decir algo más a quienes han tratado de matarme o amedrentarme durante tanto tiempo. No bastan allanamientos, disparos a los vidrios del carro, persecuciones en las carreteras, etc., para silenciarme. Mi arma es la canción que elevo con profundo amor por el ser humano y por mi pueblo, mi arma es la esperanza, mi arma es mi deseo de ser útil siempre a mi país. Dejar de hacer lo que hago es como dejarme morir de una muerte distinta (de miedo). No tengo vocación de héroe, pero como tampoco tengo vocación de desertor, prefiero arriesgarme a usar mis “armas” así tenga que enfrentarme con las de ustedes.

No tendré peso político para tumbar gobiernos, pero carajo, a mi nadie me quita el palpito de que aquí el pueblo alguna vez será gobierno.

“El hombre se puede matar menos sus sueños”

- Publicidad -
Compartir
Artículo siguienteUn Bajo para Gustavo