“Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera”
Albert Einstein
Con indignación y perplejidad he observado cómo algunos fanáticos de nuestro equipo Águilas del Zulia, van al estadio a derramar su odio producto de sus frustraciones políticas, pitando al pelotero Antonio “El Potro” Álvarez, celebrando con aspaviento si éste se poncha, o si falla en su turno al bate.
Ante todo, esa acción representa un irrespeto a la camiseta de nuestro equipo bicampeón del Caribe, es una falta de consideración para con la divisa fundada en 1968. Cuando “El Potro” Álvarez está uniformado de aguilucho, es un deportista mentalizado y preparado para ayudar a ganar al equipo zuliano, dispuesto a colaborar con la victoria de nuestra novena beisbolera.
Es cierto que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela le permite a Antonio Álvarez y a cada uno de nosotros, la libre expresión de creencias políticas, manifestar la opción partidista, pero en ese momento él está ejerciendo el rol de pelotero, no el de político ni de prosélito, y nadie lo puede condenar por ser chavista o simpatizar con el Presidente Hugo Chávez, porque al igual que él, millones de individuos admiran y respaldan al Presidente de Venezuela, entre los que yo también me cuento con orgullo acentuado. Así como otros admiran a los adecos o los políticos emergentes de la derecha, y tienen su espacio para expresarse.
Esa escena de agravio en el estadio, de maltrato, de insultos irreverentes, me hizo rememorar las manifestaciones de rechazo que vivieron los primeros peloteros profesionales de ascendencia afroamericana en los Estado Unidos en la década de los 40, el primer contingente de jugadores de piel oscura, liderados por el pionero Jackie Robinson. El público de entonces, veía como algunos fanáticos cegados por su racismo, casi se convertían en cofrades del Ku Klux Klan para amenazar, pitar y vejar a los negros que incursionaban en las Grandes Ligas.
Recordé la bochornosa escena de los fanáticos de los Leones del Caracas insultando a Wilson Álvarez en una de sus últimas apariciones como pelotero activo, desde las tribunas del estadio de Los Chaguaramos UCV le gritaban improperios, solo por ser maracucho, sin importarles su estatura de grandeliga y de pelotero insignia de Venezuela.
Recordemos la ocasión en la que algunos venezolanos en Miami, con nuestra bandera tricolor en los hombros, pitaron a Magglio Ordoñez mientras representaba a nuestro país en el Mundial de Beisbol, actuando como tercer bate de nuestra selección Vinotinto. Se vio obligado Miguel Cabrera a salir de la cueva para pedirle a esos fanáticos en actitud demencial, que respetaran a su compañero de equipo, que dejaran jugar a nuestro compatriota falconiano y le permitieran batear tranquilo.
Me parece acertada la reacción del pelotero Antonio Álvarez ante estos hechos hostiles, ya que declaró a los medios: “Yo salgo al terreno a ganar, a dar mi aporte para que Águilas gane partidos y triunfe en la temporada. A esos fanáticos que me pitaron los bendigo, y les recuerdo que ustedes son un ejemplo para sus hijos”. También recordó la dolorosa escena que vivió en el estadio de los Tigres de Aragua, cuando una niña le pidió a su papá que se acercaran a él para pedirle su autógrafo. El padre la reprendió enrabiado “no te ligues con esa basura chavista”. Álvarez recordó el precepto: “Enseñarás con tu ejemplo.” Qué lamentable el ejemplo que esa niña recibió de su padre, propio de un ser lleno de odio e intolerante.
El pelotero Antonio Álvarez nació en Venezuela, en el estado Miranda el 10 de mayo de 1979, es un compatriota de 33 años de edad, debutó en el beisbol profesional con la camiseta de Leones del Caracas en 1996. En el 2002 pasó a Caribes de Oriente, luego a Magallanes. En 2003 firmó con Tiburones de La Guaira, ese mismo año debutó en la Grandes Ligas con la organización Piratas de Pittsburgh, de allí su pasión por usar en sus shows musicales esa gorra de la P gótica. Con Pittsburgh estuvo dos años, en el 2005 lo dejaron libre. Firmó con Águilas del Zulia en 2010, y está en su tercera temporada consecutiva con el equipo rapaz. Sin duda, es un profesional del beisbol, que logró incluso una breve incursión en la pelota profesional de Japón.
En el campo musical, aunque no tiene mi admiración, debo destacar que Antonio “El Potro” Álvarez ha tenido éxito, estuvo ubicado en la preferencia del público luego de grabar con el dueto Chino y Nacho, con Baroni y con Oscarcito, cantante y compositor con el que rodó el exitoso video en la bahía de San Francisco, California, utilizando como locación la mítica prisión de Alcatraz, la fílmica “Roca”. Allí compartió escenas con la talentosa actriz Cristina Urgel. También ha tenido colaboraciones con Los Ilegales de República Dominicana. Sus producciones reguetoneras en general se han vendido por millares en varios países del Caribe.
Pienso en lo absurdo que resultará para su pequeña hija Mariángel Victoria, fruto de su matrimonio con la bella animadora y actriz Mariángel Ruiz, ver en televisión cómo algunos fanáticos aguiluchos pitan a su padre, lo insultan con una rabia canina (y usan la misma camiseta) mientras él intenta traer carreras para el home del estadio “Luis Aparicio El Grande”.
Cuando fui anunciador de Águilas del Zulia, entre los años 1986 y 1990, no entendí por qué algunos fanáticos iban al estadio a botar su cerveza en las tribunas en vez de disfrutarla, como si se creyeran un corredor de Fórmula Uno celebrando en el pódium. Las cervezas desperdiciadas bajaban a chorros por el piso de concreto en el área de las sillas numeradas y laterales. Menos aún entiendo este fanatismo lleno de odio, de una agresividad desproporcionada, propio de seres poseídos por la vesania, deseando que falle un pelotero que lleva la camiseta naranja de nuestro equipo, un uniforme con 44 años de tradición que luce la silueta de la Chinita, que para todos nosotros debe ser un símbolo de respeto, un distintivo sagrado.
En todo caso, sabemos que estos fanáticos fuera de equilibrio, son minoría. Aún así son una mácula para nuestra pelota criolla.
Busquemos la conciliación, la unión, la tolerancia y el respeto entre los zulianos, entre los aguiluchos raigales. El odio debe quedar atrás, fuera del estadio, permitamos que brille el beisbol, aupemos todos a nuestro equipo rapaz.
Twitter: @leonmagnom