No acostumbro utilizar los espacios de las redes sociales para publicar infidencias personales, mucho menos para ofender, juzgar o dañar a nadie. Al hacerlo, pretendo mostrar aportes y no amarguras.
Hay quienes dedican su vida a verter su odio y frustraciones a través de estos; tal es el caso del ciudadano a quien el medio gaitero bautizara el Pran. Conocemos de él su lenguaje escatológico que, desde su inconsciente, le endilga a los demás lo que patológicamente padece él.
CARRO FÚNEBRE:
El que trafica con muerte. Connota dolor y devastación. Definición solo comparable con quien lleva a rastras un expediente de vida que a continuación mostramos:
- Fue capaz de vender la casa de su señora madre y dejarla en la calle.
- Estafa y tima a: artistas, empresarios, gaiteros, señoras, niños, etc. etc.
- Ha plagiado infinidad de temas (composiciones)
- Ha coordinado festivales y concursos de gaita y otros géneros amañándolos y arreglándolos.
- Ha estafado instituciones públicas y privadas.
- Ocasionó la muerte del director de un célebre grupo de gaitas.
- Se coló en la institución gaitera Fundagraez, permaneciendo tres meses manejando los fondos, “gastando” dos millones de bolívares en tan corto tiempo.
- Por último: Es un viejo militante del partido Copey, de allí se transmutó en chavista (de gorra y chaqueta roja), “sacándole” cobres al chavismo, para finalmente regresar a las filas de la MUD.
Caramba, esta es la razón de ser un auténtico CARRO FÚNEBRE, dejando a su paso odio, pesadumbre y dolor: El Pran.
Disculpen amigos lectores. Mi oficio es cantarle a la vida, a la humanidad. La palabra es nuestra razón de ser, con ella, vibramos, cantamos, amamos y la convertimos en instrumento de lucha. Ella es arma luminosa por la defensa del hombre. Es mi defensa.
Miguel Ordóñez.
Compositor, poeta y cronista.