Fernando Guerrero Matheus, excronista de Maracaibo, refiere en sus escritos que en 1816, “El Justiciero” puso a trabajar en la obra de los Ventorillos “a cuanto borrachito, ratero, vago o malentretenido caía en manos de la policía”. Además colaboraron los dueños de embarcaciones y navegantes del Lago, quienes contribuyeron con madera, bejucos, caña brava y demás materiales de construcción, de acuerdo a las posibilidades de cada quien. Una vez concluido el edificio de los Ventorillos, el Gobernador destinó su renta, unos 150 pesos mensuales, al Hospital de Caridad.
Ya para 1849 “Los Ventorrillos Viejos” del gobernador González Villa, resultaban viejos en realidad. En memoria del gobernador Julio César Hurtado presentada a la diputación provincial, dice lo siguiente: “El mercado que existe en esta ciudad desdice de la civilización, riqueza y buen gusto con que está dotada esta capital. El es una obra imperfecta e incapaz para contener los artículos de consumo que sufren extraordinariamente, ya con el Sol, ya con la lluvia, en un clima tan ardoroso. Es de absoluta necesidad la formación de un mercado sencillo, cómodo y elegante que costaría de 4.000 a 5.000 pesos”.
Diecisiete años después, en 1866, el Gral. Jorge Sutherland, presidente del estado Zulia, construyó entre el muelle y la Casa-Aduana, antigua Casa Breuer, un edificio de mampostería que el pueblo bautizó de inmediato: “Ventorrillos Nuevos”, en oposición a los “Ventorrillo Viejos” de González Villa.
Hasta 1872, el Gral. Venancio Pulgar proyecta la construcción de un Gran Mercado en la zona denominada “Puerto del Piojo”, con un presupuesto básico de 600 mil bolívares y destina al efecto la renta de la sal, cuantiosa para aquella época.
Según las crónicas de entonces, la obra se inició con gran actividad, pero los líos políticos regionales y oposición interna que terminaron con la caída de Pulgar y su extrañamiento del Zulia, paralizaron el proyecto de mercado, en el cual se había invertido más de 50 mil pesos.
Los Toldos
La incomodidad de los Viejos Ventorrillos, el ensanche y crecientes necesidades de la población marabina, impusieron a la municipalidad que no podía encararse a la terminación del comenzado mercado de Venancio Pulgar, la urgencia de ampliar y mejorar los servicios existentes.
Entonces, la municipalidad estableció unas como tiendas de campaña, que el pueblo bautizó con el nombre de Toldos, donde se hizo comercio de mercado y con lo cual se alivió algo la apretada situación de esos servicios.
Posteriormente los Toldos fueron remplazados por casetas de madera. Esta clase de comercio y mercado se extendió hasta cubrir la Calle de La Marina, donde desde tiempos inmemorables se hacía con cierto carácter de exclusividad territorial el abasto de leña, carbón, pasto, varas de mangle y palmas para techar.
En 1884, la municipalidad marabina autoriza la constitución de una empresa, para la construcción de un nuevo mercado, moderno y suficiente. Gana el proyecto del señor Felipe Garbiras. El 15 de febrero de 1885 comienza la construcción del nuevo mercado, bajo la dirección del bachiller Manuel Soto, quien es a la vez autor del proyecto, plano, entre otros. El maestro Manuel Noriega estuvo a cargo de los trabajos de albañilería.
Un año después de colocada la primera piedra, el 29 de marzo, entra en servicio público el nuevo mercado de Maracaibo. Tenía 72 metros por el lado Sur; 66 por Norte; 55 por el Oeste y 50 por el este. Contenía en su recinto 60 ventorrillos para la venta de víveres, licores y mercancía al por menor; y, 198 puestos o sitios para los productos que a diario afluían de las costas y campos del estado. El edificio costó 40 mil pesos y al poco tiempo rentaba unos 4 mil bolívares mensuales.
El 21 de junio de 1927, a los 41 años de su inauguración, un gran incendio destruyó totalmente el edificio del mercado de la empresa de Felipe Garbiras. El Gobierno del estado, presidido por el Gral. Vincencio Pérez Soto, construyó en el mismo sitio otro, conocido como el Mercado Central de Maracaibo, lugar que ocupa hoy el Centro de Arte de Maracaibo “Lía Bermúdez”.
Otros mercados populares maracaiberos fueron: Mercado la Marina (demolido para dar paso a la moderna avenida Libertador); Mercado del Lago o de los Buchones, que desapareció con la ampliación del puerto de Maracaibo.