También llamados bucaneros, corsarios y filibusteros, los piratas constituyeron una grave amenaza a la integridad de los pobladores del Zulia y de sus pertenencias, a mediados del siglo XVII. Lo que surgió como un problema político entre España y sus enemigos Francia e Inglaterra, se convirtió en un peligroso acecho para las poblaciones costeras del Caribe especialmente.
En Venezuela, las costas de la cuenca del Lago de Maracaibo fueron azotadas especialmente en Maracaibo, San Antonio de Gibraltar y Los Puertos de Altagracia, aunque también se registraron incursiones en la Costa Oriental del Lago y en Trujillo.
Los piratas más temiblemente recordados son Henry Gérard, que incendió Maracaibo en 1641; William Jackson, Mentbars, Henry Morgan; a quien la reina de Inglaterra concedió el título de “lord” por sus servicios a la corona; Juan Daniel Nau, conocido como El Olonés; y Grammont (o Granmot), un francés que fue el último que sometió a ataques piratas a los pueblos costeros de la zona.
Sin embargo, la historia recuerda a Miguel El Vascongado como el más sanguinario de todos, que incluso bebía la sangre de los prisioneros y masticaba sus vísceras. El Vascongado murió descuartizado y asado por los indios del Darién.
El Castillo de San Carlos y la Fortaleza de Zapara son los testigos incólumes de las incursiones piratas en el lago de Maracaibo.