@MiguelCabrera, orgullo de Venezuela. Crónica por @leonmagnom

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“Venezuela no es una moda,
Venezuela es para siempre”
Jesús Terán “Chavín”(Cabimas, 1953)
Miguel Cabrera nació en el estado Aragua, en los valles venezolanos que han dado excelentes peloteros, el 18 de abril de 1983, en el Hospital Central de su capital Maracay, la ciudad jardín que habitó y  amó el Benemérito Gómez. Con apenas 30 años de edad, Miguel es considerado por los cronistas deportivos, el mejor bateador del momento, por consenso casi global. Su actuación durante una década en las Grandes Ligas ha hecho historia: conquistó “La Triple Corona” en la temporada 2012, gracias a su liderato en promedio de bateo, en jonrones y carreras impulsadas en su liga, hazaña que nadie lograba desde hacía 45 años.

Miguel debutó en el béisbol de Liga Grande estadounidense el 20 de julio de 2003, con el uniforme de los Marlins de la Florida. Ese día le sonó un jonrón al lanzador Al Levine para dejar en el campo a sus rivales. Fue una premonición de la carrera triunfal que le esperaba; en ese momento el maracayero solo tenía 20 años de edad. Desde entonces, ha dado batazos de largo recorrido, al punto que ya tiene en su haber 365 vuelacercas. Superó la cantidad de jonrones que bateó en toda su carrera el icono de Detroit, Cecil Fielder, con 319 cuadrangulares de por vida. Además, Miguel ya tiene acumulados 1.995 imparables en su hoja de vida, con promedio de bateo de 321 de por vida y 1.260 carreras impulsadas. Todo esto, al corte de 2013, se supone; a mitad de su carrera.

Solo dos peloteros venezolanos han alcanzado los 300 jonrones en su carrera como grandeligas: Andrés Galarraga y Miguel Cabrera, con la diferencia, que Cabrera lo logró con 29 años de edad y Andrés estaba cerca de cumplir 40, en sus años postrimeros como pelotero estelar. El gran gato de Chapellín terminó su brillante trayectoria de 19 temporadas en la gran carpa con 399 jonrones. Recién declaró con humildad: “Miguelito es mejor bateador que lo que yo fui”.

Con el número 24 en su camiseta, José Miguel Cabrera Torres, siente orgullo de ser  nativo de Aragua, el lar donde nacieron Toribio Garboza, David Concepción, Bob Abreu, Richard Garcés, Martín Prado, su compañero de divisa Aníbal Sánchez y Elvis Andrus;  glorias de nuestra pelota criolla y continental.

En el 2009 el emblemático maracayero fue noticia en el mundo deportivo cuando firmó con los Tigres de Detroit, un contrato por ocho años que le garantizaba la cantidad de 152 millones de dólares. Hasta ahora; es el décimo contrato más lucrativo en la historia de las Grandes Ligas (MLB). En esta temporada 2013, su salario fue de 21 millones de dólares. Cuando en el 2017 venza ese convenio, el “slugger” venezolano  tendrá 34 años. Yo me pregunto: ¿Por cuánto podrá renovar con Detroit o firmar con otro equipo? ¿Qué cantidad de dinero va a devengar de estar completamente sano, libre de lesiones? Podría imponer un récord histórico con un salario de muchas cifras.

Jim Leyland, el sabio manager de los Tigres de Detroit, fue pelotero profesional con esa divisa bengalí, en la posición de receptor. Él ha ganado tres veces el premio “mánager del año” y ha sido campeón en ambas ligas. A sus 69 años de edad, resultó ser el mejor aliado de nuestro compatriota Cabrera, tiene bien conceptuado su talento e inteligencia para el juego. Recién anunció su renuncia como dirigente del equipo detroités y declaró: “Estoy orgulloso de haber dirigido a Miguel Cabrera, sin duda; será el MVP 2013”.

Los únicos capítulos lamentables en la vida de Cabrerita, los escribió por su afición a los tragos. Bajo efectos de la bebida, tuvo una escena de violencia familiar en su casa de Birmingham, al llegar luego de una serie en Chicago, la ciudad de los vientos. La policía local actuó. Luego se produjo la bochornosa escena durante los entrenamientos de primavera en la Florida, en Fort Pierce, cuando manejaba ebrio su camioneta y fue detenido por un agente de la  policía de Saint Lucie.

Esa conducta reprobada por sus fanáticos, sus seguidores y medios, quedó atrás luego de someterse a un riguroso tratamiento por adicción al alcohol, terapia que fue inducida y vigilada por su organización, Detroit Tigers BBC y su gerente general Dave Dambrowski. Ahora Miguel es un hombre más familiar, menos impulsivo, un altruista que colabora con obras benéficas importantes en pro de los niños pobres de la ciudad de los motores,  urbe donde el 30% de sus habitantes está en situación de miseria, en su mayoría son hijos de obreros desempleados, que viven en casas que parecen bombardeadas, de paredes leprosas, con hospitales públicos a punto de colapsar. La ciudad del automóvil, que llegó a ser el corazón industrial de Estados Unidos, se declaró en bancarrota el 18 de julio de 2013.

Miguel dio otra muestra de su generosidad, de su talante solidario al donar 90 mil dólares a las víctimas del devastador terremoto en Haití. Tuvo palabras de aliento para esa nación insular, la obra benéfica la realizó en compañía de su esposa Rosángel Polanco de Cabrera, venezolana con quien se casó el 26 de junio de 2002.

Él es gran líder de los Tigres de Aragua, equipo al que llevó a ser tricampeón de Venezuela, siempre ayuda a los peloteros jóvenes de esa organización. Fue el equipo que lo desarrolló como profesional y al que pertenecerá hasta sus últimos días, según afirma.

En el barrio La Pedrera de la capital aragüeña aprendió a jugar pelota con su tío   David Torres. Miguelito solía saltarse la cerca del estadio que estaba ubicado detrás de la casa de su abuela materna Berta, para jugar cada tarde. Ella lo vigilaba y lo encomendaba a la Virgen del Carmen en sus rezos y lo consentía con sus platos típicos. Allí gozó del total apoyo de sus  padres Miguel y Gregoria Torres, mujer que perteneció a la selección femenina estatal de softbol. Junto a ellos y en casa de sus abuelos, firmó el contrato con los cazatalentos de los Marlins y obtuvo un bono de 1 millón 800 mil dólares, cifra récord para la época.

Con Rosángel Polanco tiene tres hijos: Rosángel, Isabella y Christopher con quienes vive en el zona residencial a las afueras de Detroit, siete meses al año. Miguel declara su amor por su familia, afirma: “La familia lo es todo, yo vivo por mis hijos”.

La vieja ciudad a orillas de los lagos de Michigan, fundada por los comerciantes franceses de pieles, con el nombre francófono “detroit” que significa estrecho, actualmente enfrenta nuevas dificultades, es una metrópoli hostil, con severos problemas raciales, deprimida económicamente. Su “Big Three”, Ford, Chevrolet y Chrysler están a punto de quiebra, con una hemorragia financiera permanente, pidiendo a gritos subsidios al gobierno federal en Washington. Sin embargo, el estadio del equipo local, el Comerica Park, es una isla de alegría beisbolera, un paraje de calor humano, que alberga a 41.782 fanáticos,  con una afición muy leal que tiene a “Miggy” como su máximo ídolo.

El invierno y el comienzo de la primavera, la familia Cabrera Polanco lo pasa en la apacible casa en Boca Ratón, Florida. En esa ciudad realizan los entrenamientos de primavera los bengalíes, cuando se activa la Liga de la Toronja.

José Miguel Cabrera Torres recibió el Premio “Hank Aaron” por ser el mejor bateador de la Liga Americana en la temporada  2013 en el Bush Stadium, en el marco de la Serie Mundial, de manos del mítico jonronero Aaron, el nativo de Alabama de 1934, quien dejó marca de 755 vuelacercas de por vida.  Y por cuarta ocasión va a ser reconocido con el Premio “Luis Aparicio”  por su extraordinaria temporada en las mayores. El acto de entrega se realizará en el marco de la XLVIII Feria de la Chinita, y de las manos del propio Salón de la Fama zuliano recibirá la estatuilla el 18 de noviembre. Allí estaremos acompañándolo, aplaudiendo su gesta deportiva, meritoria e histórica. Además presagiando su posible ingreso al Salón de Cooperstown de los inmortales, en futuro no muy lejano.

La pequeña bandera venezolana que mantiene Cabrera en el club house bengalí, flamea orgullosa en su casillero signado con el número 24. Es el ganador de la Triple Corona, presea que nadie había logrado desde 1967, cuando Carl Yastrzemski la consiguió con el uniforme de los  Medias Rojas de Boston. Pareciera que antes de su retiro, el venezolano pudiera repetir esa hazaña.

Miguel Cabrera – Triplecoronado
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José Miguel sigue adelante con su misión, haciendo sonar la  música de la victoria con sus jonrones, haciendo historia en cada turno al bate. Él representa lo mejor del gentilicio deportivo venezolano, más allá de su buen momento en la élite del beisbol mundial. Porque como dijo el gran Chavín: “Venezuela no es moda, no es esnobismo, es nuestra  patria para siempre”.  Y Cabrera  le ha cumplido.

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