“Los hombres quieren ser dueños del futuro
sólo para poder cambiar el pasado”
Milan Kundera (República Checa, 1929)
Cuando era niña, Ruddy Rodríguez solía jugar pelota con su hermano Romano y sus vecinos de Anaco sin complejo alguno, libérrima, ágil, salvajemente coqueta: era una flor entre el tunal. Desde alguna esquina de mis recuerdos, viene una frase que es mitad piropo, mitad sentencia: “dos minutos más en el vientre de tu madre y nacéis macho”. Esa frase sólo se le acuñaba en mi barrio San José, con mucha ironía, a una mujer muy bella, sensual y resuelta: terriblemente femenina. Así es Ruddy, una pisciana del 20 de marzo: mística y espiritual. Por su año de nacimiento, 1967, la cultura china dice que pertenece al signo cabra, representa la energía inagotable y el andar ligero. Desde que era una adolescente, Ruddy llenó los espacios con su garbo, su clase, en las calles de su vecindario se sentía su carisma, su presencia muchacha alta y pizpireta.
El compositor Neguito Borjas, confeso amante del reino animal, es un destacado criador de caballos de paso. Él relata que la gracia y porte de una yegua se lo da su paso y, en especial, su alzada. Es decir: la distancia que marca la yegua entre lo más alto de su crin hirsuta y el roce de los cascos con el suelo. Ruddy, al igual que Neguito, es una fanática de los caballos, admira en demasía su imponente trote, el paso de los potros. Ha estado involucrada en muchas exhibiciones de rejoneo y cabalgadura, sabe montar. Pareciera que de esas yeguas de alta competencia, sin proponérselo, copió su donaire y su estilo turgente.
Esto lo corroboran los reportajes en revistas y periódicos aparecidos en Bogotá, ciudad donde reside desde hace varios años. Los matutinos nos han brindado crónicas que hablan del amor de Ruddy por los equinos, especialmente por el arte del rejoneo, entiéndase: lidiar al toro desde un caballo, sometiéndolo sólo con los rejones.
Desde el año 1985 el mundo ha oído hablar de Ruddy Rodríguez, primero por los concursos de belleza, el Miss Venezuela, donde resultó ser la primera finalista representando a su estado Anzoátegui. Ella ya había hecho teatro con el Grupo Rajatabla, había estado en las tablas actuando. Más tarde su nombre tomó popularidad por los dramáticos en la televisión, por las pasarelas como modelo, por sus calendarios que muestran su belleza en parajes exóticos de Venezuela, como Canaima y la Gran Sabana.
Su éxito en el Miss Mundo le permitió tener una fugaz aparición en la cinta de la saga del Agente 007 James Bond, en esa etapa caracterizado por Timothy Dalton. En “The living dayslights”, 1985, fue la primera Chica Bond latina, con una fugaz aparición en parajes de Marruecos.
Quizás, sus actividades más trascendentes como actriz sean el cine y el teatro, destacando que ha participado en unas 25 telenovelas hasta ahora. Ha demostrado su valía como actriz muy auténtica, y ha dejado su huella.
En el año 2000, Ruddy participó en la película “Amaneció de golpe” de Carlos Aizpúrua; en esa cinta protagoniza al lado del actor boricua Daniel Lugo y Vicente Tepedino. Encarnó a una periodista de televisión que pasa a la clandestinidad, logró llenar la pantalla con su perfil de mujer intuitiva y sensual, comprometida con su país, que atraviesa por una grave crisis social. La cámara captó su ángel en escenas donde aparece en camisón y descalza, tecleando desde el piso sus cuartillas en medio de la rebelión militar que protagonizaron el comandante Hugo Chávez y sus compañeros de armas, al amanecer del 4 de febrero de 1992.
Buena parte del mundo disfrutó su actuación en el seriado colombiano “Las Ibáñez” ambientado en el siglo XIX, donde aparecía con su cabello rulo, luciendo una cofia colonial y ropones de época. Luego, “La Ministra” donde encarna a una mujer de gobierno, con sed de poder, manipuladora. Excepcional fue su glamorosa presencia en el filme “Miranda” de Diego Rísquez (2006), protagonizado por Luis Fernández. Allí encarnó a Lady Stanhope, sofisticada amante del prócer venezolano, una de las mujeres que estuvo en su alcoba y luego le dejó, como algunas otras, parte de su vello púbico como trofeo. Con Miranda, esta bella inglesa, amante de la literatura, vivió una intensa velada erótica. Ruddy es admiradora del caraqueño precursor de nuestra independencia, el mismo que tocó flauta ante Franz Joseph Haydn y participó en tres revoluciones históricas: la francesa, la norteamericana y la venezolana de 1810. Pero también encarnó una revolución de amor e intelecto con mujeres de dos continentes.
En su carrera como actriz debemos destacar el éxito de su monólogo “Una mujer con suerte”, escrito por su hermano Romano Rodríguez de Lucía, que ha presentado en varios teatros colombianos y venezolanos, incluyendo nuestra ciudad, Maracaibo. Gracias a esas visitas esporádicas pude conocerla y compartir con ella eventos, entre otros: el concierto que presentó su Fundación “Camino a la Felicidad” en la Plaza de Toros, donde estuvimos animando.
Ruddy Rosario es seguidora de Ronald Hubbard, el militar y escritor norteamericano que ejerció gran influencia en los actores Tom Cruise y John Travolta, ellos se declararon adeptos a la cienciología, la escuela de Hubbard, al igual que ella. Es una especie de doctrina religiosa que impulsa el altruismo. En su segunda boda, con el rejoneador colombiano de raíces antioqueñas Juan Rafael Restrepo, a todos los invitados les obsequió un libro con la propuesta hubbardiana. Fue una ceremonia a la usanza antigua, realizada en la finca de Restrepo llamada “Río frío”, un pequeño paraíso a las afueras de Bogotá, camino a Tunja, donde tiene sus corceles, pesebreras, pastizales y almiares.
En el 2009, Ruddy protagonizó la cinta “Venezia” del cineasta venezolano Haik Gazarian, basada en la guerra de espionajes entre aliados y alemanes en las costas venezolanas, motivado por el suministro de combustible durante el conflicto bélico mundial de 1942. En ese filme comparte con el actor mexicano Alfonso Herrera quien encarna a un militar norteamericano experto en decodificar mensajes de radio. Ruddy es Venezia Salvatierra, la esposa de un militar venezolano complotado con los nazis. En medio de los aires de guerra, nace un gran romance, de besos prohibidos, de roces sumergidos en un cenote cristalino. Poncho Herrera y Ruddy generaron una gran química ante el lente y eso tuvo sus frutos, la cinta fue multipremiada, entre otros, recibió el AFFMA como mejor película en la ciudad de Los Ángeles.
En su más reciente película, “La casa del fin de los tiempos”, Ruddy ha demostrado una gran madurez y mucha madera actoral. Representa a una enigmática madre de 75 años, que regresa 30 años después a la casa donde asesinaron a sus hijos. Es absolutamente creíble su actuación, convincente, profunda. El joven director Alejandro Hidalgo ha recibido los mejores comentarios por su ópera prima, un thriller de terror, esfuerzo pionero en nuestro cine, muy bien concebido.
Tráiler de la película “La casa del fin de los tiempos”
{youtube}JZ8eMI5ThG8{/youtube}
A Ruddy Rosario Rodríguez de Lucía, los colombianos la ven como una musa que inspira, y la adoran. Durante casi dos décadas la han seguido, han colocado sus posters en restaurantes famosos para dar la bienvenida a los comensales. Ahora la ven con respeto propio de una artista madura, siempre bella, que ha dedicado la mitad de su vida a actuar en territorio neogranadino.
Ella es una representante eximia del talento femenino venezolano, con una gran fuerza creadora que la impulsa. El maestro checo Milan Kundera nos habló de la obsesión de las personas por rehacer su pasado, por tener poder para reescribir sus biografías. Creo que Ruddy Rodríguez se puede ahorrar esa tarea, porque ha escrito páginas dignas, hermosas, como artista y empresaria. Entendió a tiempo que su destino no era cantar y su álbum “Espejismos” producido por Ruddy La Scala, es solo un recuerdo inmóvil, sepultado.
Ruddy es una venezolana comprometida con el hecho creativo, vital, llena de proyectos, que entiende la actuación como su mundo, su vida en plenitud y no un oficio supletorio.
Twitter & Instagram: @leonmagnom
Correo electrónico: leonmagno@saborgaitero.com