José Saramago, el escritor sin Dios. Crónica por @leonmagnom

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¿Dónde está Dios, aunque no exista?
Quiero rezar y llorar,
arrepentirme de crímenes que no he cometido”
Fernando Pessoa
(Portugal 1888-1935)

Después de vivir durante 87 años con mucha intensidad, escribiendo cada día como buen periodista, poeta y narrador de ficciones, murió José Saramago, la mañana del 18 de junio de 2010: sin sentir dolor, sin sufrimientos, en su cama apacible. Dejó más de 12 mil páginas publicadas con maestría, que habitan en sus 38 libros. Éstos aparecieron entre 1947 y 2009, conforman una obra colosal, que lo convirtió en el primer escritor en lengua lusa ganador del Premio Nobel, para entonces tenía la respetable edad de 76 años. La ceremonia en Estocolmo se realizó en el salón Konserthuset, el gélido 10 de diciembre de 1998, allí  pronunció un discurso memorable: “Mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver”.

De su abuelo aprendió el arte de contar historias que tanto hemos disfrutado y celebrado.  En ese discurso ante la realeza y académicos suecos, comenzó diciendo: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir” refiriéndose a su abuelo. Al igual que Gabriel García Márquez, él estuvo marcado por las enseñanzas de su abuelo cuentacuentos, las imágenes de sus relatos orales  siempre lo acompañaron.

Nació en una aldea llamada Azinhaga (vocablo árabe que significa: calle estrecha) un  territorio de olivos patrimoniales, vereda surcada por los ríos Almonda y Tajo, fue el 16 de noviembre de 1922. El joven José, se ganó la vida como oficinista, cerrajero, administrador de seguros, transcriptor, hasta que descubrió que a su vida sólo le daba sentido la creación literaria, y a ella dedicó todos los días de su existencia.

Uno de sus mayores éxitos los alcanzó en 1991, cuando transitaba los 69 años de edad, con la publicación “El evangelio según Jesucristo” que rápidamente se convirtió en un best-seller. La iglesia lo condenó como autor y lo calificó de “fanático antireligioso”.  Ese es el libro que más me ha impresionado a mí de su obra, donde presenta a un Jesús humano, amante carnal de María de Magdala, valiente, solidario con los pescadores, cuestionando a su propia madre y cuestionando las matanzas que los hombres realizan en nombre de Dios: como la de los recién nacidos en Belén ordenada por el emperador Herodes.

Saramago asumió su condición de ateo, muchas veces afirmó: “Las religiones son las culpables de los peores genocidios de la humanidad, en nombre de su Dios, el hombre ha matado cruelmente”. Otro gran best seller en su carrera llegó en 1995, cuando publicó “Ensayo sobre la ceguera”, novela versionada para el cine en el 2008, cinta que dirigió el brasileño Fernando Mierelles y  tituló “Blidness”. Contó con la soberbia actuación de Julianne Moore y el mexicano Gael García Bernal.

En su temprana poesía, publicada hacia 1966, se muestra influenciado por Pessoa:

“Ningún gesto se pierde, ningún trazo,
el sentido de la vida es sólo este:
Hacer de la tierra un Dios que nos merezca,
y  dar al universo el Dios que espera”

Saramago noveló a Ricardo Reis y sus alter egos, en 1984 publicó “El año de la muerte de Ricardo Reis” el misterioso poeta nacional de Portugal.

Como ser político, Saramago militó en el Partido Comunista de Portugal. A mitad de vida dejó la militancia partidista, pero siempre defendió el ideario de izquierda, reiteró su condición de ateo y afirmó: “No estoy ni en paz, ni en guerra con dios: simplemente porque dios no existe”. Su formación intelectual la obtuvo en las bibliotecas públicas de Lisboa, no asistió a ninguna universidad. Por ello siempre fue un propulsor del sistema de bibliotecas de libre acceso a todos los públicos.

Este genio de las letras se despidió del  mundo hace cuatro años, hasta su último respiro estuvo escribiendo. Estuvo al lado de su viuda Pilar del Río, periodista española que fue su traductora, 28 años menor que él. Con ella vivió amorosamente entre Lisboa y Lanzarote desde 1988, y a    ella dedicó varios de sus libros: “A Pilar, que todavía no había nacido, y tanto tardó en llegar”. Se casaron dos veces, la primera en Lisboa en 1988 y veinte años después en Castril de la Peña, Granada, ante la presencia de los 14 hermanos Del Río. En las fotografías de las exequias de Saramago que aparecen en los portales digitales, se le ve a la hermosa andaluza, delgada,  llorar junto a su ataúd, en ese junio de 2010, rodeada de los seguidores de su esposo, y de la guardia de honor de Portugal. No le gusta que la llamen viuda, y recuerda con entrañable dulzura la frase sobre la muerte pronunciada por su admirado esposo: “Es la diferencia entre haber estado y ya no estar”. Pilar del Río se nacionalizó portuguesa y preside la Fundación José Saramago, además es su única albacea.

José, el aldeano de Azinhaga, el nieto del criador de cerdos  Jerónimo, siempre va a estar  entre nosotros, muy presente a través de las lecturas y relecturas de su obra inmensa. Sus libros se encargarán de mantenerlo vivo, vigente como un árbol de hojas perennes. El sabio lusitano permanecerá en un presente continuo.

Fue sepultado según exigió lo realizasen, su mujer Pilar y a su hija Violante Saramago Matos, cumplieron con el protocolo: “al pie de un olivo centenario, en mi patria”. Y su epitafio reza: “Y no subió a las estrellas, porque a la tierra pertenecía”.

Quizá su muerte solo es un largo viaje, tal como él pensó el viajar: “El viaje no termina jamás, sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración. El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje”.

Hace cuatro años comenzó su viaje el maestro, su recorrido infinito: yo pido a Dios lo guíe y le de su luz.

Twitter & Instagram: @leonmagnom
Correo electrónico: leonmagno@saborgaitero.com
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