Alí, El precursor

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EN HOMENAJE A ALÍ PRIMERA

Por aquí entró un Precursor y de aquí salió otro Precursor. Alí Primera es el precursor de la Revolución Venezolana. De él aprendimos las palabras sagradas que abrieron el camino a nuestro proceso revolucionario. Lo que no pudieron hacer Tribuna Popular, Ruptura, Basirruque, La Chispa o el Qué Hacer, ni los partidos que se erigían en vanguardia cada uno de la Revolución, lo hizo aquel muchacho falconiano con un cuatro, una guitarra y su talento infinito. Alí enseñó a todo el pueblo a decir Revolución (“…busquemos con alborozo el sol maravilloso de la Revolución”), Patria (“La Patria es el hombre…”), Compatriota (“… entonces ¿a qué vienen pequeño compatriota?”), Camarada (“Yo te digo camarada…”), imperialismo (“… se que hay un enemigo, es el imperialismo…”), y hasta nos recordó que Bolívar era algo más que una moneda devaluada. Alí resucitó a El Libertador y nos llamó a todos a seguir sus pasos (“Bolívar, bolivariano, no es un pensamiento muerto…”).

Con su tenaz militancia en la solidaridad internacional, Alí bordó para los venezolanos un precioso pañuelo de luces con las luchas de los pueblos del mundo contra la explotación y el colonialismo: Mujer del Vietnam, La Noche del Jabalí, Sombrero Azul, Tonada de un pueblo amaneciendo, Canción para los valientes, Agua clara Nicaragua, entre otras muchas, eran canciones que al venezolano común lo formaban en la mejor escuela de temas mundiales: el internacionalismo proletario, que es estar del lado de los oprimidos en cualquier rincón del planeta.

Hoy, reivindicar la obra de Alí, pasa por la difusión de sus valores intrínsecos: compromiso revolucionario, solidaridad militante, radicalidad principista, unidad del pueblo, concepción integral-universal de la Patria, revaloración de la cultura popular; y tenemos que partir del reconocimiento de las propias raíces del Padre Cantor, de la tierra, el vientre y el hábitat natural-cultural donde bebió la savia primaria de su conversión en Precursor de la Revolución. Falcón debe ser el epicentro de un gran homenaje nacional e internacional a Alí Primera. No cabe duda que su siembra desde aquel fatídico 16 de febrero de 1985, se ha regado por todo el territorio de la Nación y que en cada corazón del pueblo venezolano Alí tiene su Panteón íntimo y particular. Pero entre estos cardones y tunas, entre estos medanales y anchuroso mar, entre esta paradójica mezcla de tristeza y exuberancia, nació su abrazo eterno al compromiso revolucionario y su talento como creador. Y aquí tiene que venir la Patria toda a verse y reinventarse en la vida y el ejemplo de Alí. Ejemplo que no cesa de señalar los peligros que nos acechan desde afuera y desde adentro. Ejemplo que nos habla de cómo entregarse por completo a la lucha del pueblo con un desprendimiento absoluto hacia los privilegios. Consecuencia radicalmente guevariana.

Que algún ente público declare a Alí como Patrimonio del Pueblo, es una redundancia, paro no está demás. Que algún parlamento haga una sesión especial, pudiera ser ocioso, pero, por cortesía, bienvenida será. Pero que aprovechemos la fecha de estos veinte años de la siembra de Alí, para desatar en todo el país un amplio movimiento social de reflexión revolucionaria, intensificando los esfuerzos en materia de formación político-ideológica, incorporando las escuelas bajo el lema “Un Alí en cada niña y cada niño”, esa si sería una forma bonita de recordar a quien todo lo dio por la Revolución Venezolana.

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