Luego de muchos años sin pasar por ella, he recorrido de nuevo la centenaria Plaza Baralt, centro comercial y cultural de Maracaibo en el siglo XIX y buena parte del siglo XX. Creada con el concepto de ser un anexo a la “plaza mayor”, en nuestro caso; la plaza Bolívar. Fue una especie de bulevar costanero, un corredor comercial, lugar de mercaderías ambulantes. Era el órgano latente del comercio, del ocio y la bohemia de los nativos maracaiberos y de los viajeros en tránsito. He recorrido sus pisos de granito gastado y mugriento, he visto las paredes laceradas del edificio Mc Gregor, del Hotel Victoria, la belleza solemne del edificio Tito Abbo y de la Casa Beco-Blohm, imponente.
La plaza la solía visitar en madrugadas gaiteras en la década de los 80, en noches insomnes de estudiante universitario, y ahora la veo con la nostalgia del que revisa un viejo álbum fotográfico de su familia, con sus imágenes en sepia y con la sonrisa de seres que ya no están.
Fue inaugurada el 28 de octubre de 1888 en homenaje al polígrafo Rafael María Baralt, esa plaza ha estado siempre en mi memoria, no sólo por ser el centro del tráfago marabino, sino por ser parte de la banda sonora de la vida, que registró hermosas gaitas, como la escrita por Rafael Rodríguez:
“Te hace falta la partida
de los carros de Veritas
los buhoneros, las fruticas,
la gente que te dio vida.
Eres una vieja herida
que en Maracaibo ha quedado
fiel testigo del pasado
tú serás plaza querida”
Gaita que interpretó Germán Ávila con el conjunto Saladillo de R.Q. Ha quedado como un clásico, como una joya sonora.
Aunque la veo desmejorada, sin la jerarquía de otrora, sigue siendo hermosa como una mujer sin maquillaje ni ropajes, sitio de reencuentros, que puede convertirse en una estampa de gran belleza en el Caribe. La Plaza Baralt la recorrí recién junto al Gobernador Francisco Javier Arias Cárdenas, el Ministro de Turismo, Andrés Izarra; y el Secretario de Cultura, Giovanny Villalobos, luego de escuchar el plan maestro de rescate de los edificios patrimoniales realizado por el arquitecto Tito Meleán, quien ha comentado que dicho plan está centrado en la recuperación de sus pisos, drenajes, red de aguas negras, la intervención de los cuatro edificios patrimoniales más importantes y del Centro de Arte “Lía Bermúdez” (CAMLB), que se mantiene incólume con su estructura de estación ferroviaria, y su historial de más de 2 mil eventos realizados en su interior; entre otros, la última exposición de Jesús Soto.
En el año 1985 el conjunto Santanita recreó la jornada comercial del epicentro urbano:
“Se perdió la algarabía
el sabor maracaibero
y que todo el Zulia entero
nunca lo podrá olvidar:
el bullicio y la alegría
que había en la Plaza Baralt”
Esa gaita la interpretó Gladys Vera para el “Festival una Gaita para el Zulia” de la autoría de Jesús Bravo González, es un referente.
La plaza en su evolución de 126 años fue escenario de los famosos despegues en globo aerostático, realizados por el empresario húngaro Ketil. En mañanas luminosas ante el asombro de los parroquianos, el globo se elevaba hasta perderse entre las nubes y luego descendía y acuatizaba sobre las olas mansas del lago. La plaza tiene una puerta de entrada que es la vista al lago en su cuadrante sur. Se podían divisar desde su punto central las piraguas y bergantines anclados, la dinámica de la transportación lacustre. Ella fue la locación predilecta de Udón Pérez, lugar al que llegaba cada tarde para tomar brandy en el bar Blue Book o en La Zulianita de Pradelio Angulo, como lo registra la gaita-crónica de Jack Pérez y José Marrero:
“Hasta la Plaza Baralt
guiado por briosos corceles
trae un carruaje a Udón Pérez
a diario para charlar
con la gente del lugar
en el barcito de Pradelio
y entre bardos y bohemios
allí suele disfrutar”
Gaita que interpretaron Danelo Badell y Ricardo Cepeda con arreglos de armonía realizados por el guitarrista Miguel Delgado Estévez.
Si bien el edificio de mayor jerarquía es la Botica Nueva con sus atlantes de mármol de Carrara, con un peso cada uno de 2 mil 500 kilogramos, el convento es un icono modesto, de gruesos muros, construido por padres franciscanos con devoción al santo de Asís. En la actualidad se han restablecido las misas y ceremonias, está activo para la feligresía.
El síndrome de derribar todo, de borrar la memoria arquitectónica ha conseguido un muro de contención, la gestión del Gobernador Arias Cárdenas. El crimen urbano cometido por el presidente Rafael Caldera y sus adláteres ha quedado como una cicatriz indeleble en el rostro de la ciudad, pero a la vez, como una señal de rechazo a esa arbitrariedad, a esa pulsión devastadora que por años movió a los gobernantes de visión esnobista, hipnotizados por las modas europeas.
El plan maestro de rescate de la Plaza Baralt está enmarcado en el decreto presidencial que declaró al casco central de la ciudad de Maracaibo “Zona de interés turístico” en 2013. Las obras se proyectan para finalizar en seis meses.
Hace falta un reglamento de uso, reestructurar el comercio informal, limitarlo; impulsar las rutas turísticas terrestres y lacustres, para llevar visitantes hasta la plaza; ejecutar un plan de promoción cultural que contemple conciertos, recitales y ferias artesanales con orden, higiene, ornato protegido. Se deben instalar cámaras de seguridad y una policía turística que la patrulle noche y día.
Espero poder caminar por esa plaza donde llegué a comprar corbatas en el viejo almacén Fin de Siglo; donde animé el homenaje a Chavín después de su evento cerebro-vascular en 1995; donde tantas veces he mirado con tristeza su abandono, su estado de lugar enfermo.
Como lo cantó Chavín con Cardenales del Éxito en 1986:
“Allá en la plaza Baralt
encontráis buenas corbatas
chicha helada pa’ tomar
y también sabrosa horchata”
Queremos caminar en los próximos años por esta plaza en homenaje a Rafael María Baralt y Pérez, el abogado, ingeniero, historiador, filólogo, poeta, crítico literario, filósofo, diplomático zuliano que vivió entre 1810 y 1860. Queremos conseguir al practicante Nelson activo con su oficio altruista, a los trovadores y cantores ofrendando su arte, a los comerciantes organizados y ver las edificaciones emblemáticas restauradas, llenas de historia, habitables, inundada de leyendas y de futuro por igual.